Jack miró a su hermano entrar en la casa. Los hombros de Ken estaban erguidos, su paso aún era fluido, pero su corazón era pesado, sufriendo con el peso del terror, de la pesadilla que ambos siempre temían. Las salvajes heridas en el cuerpo de Ken se habían curado, pero las cicatrices estaban por todas partes, dentro y fuera. A Jack no le gustó contribuir a la carga de su hermano, pero no había ninguna solución para eso.
Briony se movió en sus brazos, temblando, y se acurrucó más cerca, retorciendo su cuerpo contra su ingle. El sentimiento era diferente a cualquiera que hubiera experimentado. Dolor, una dolorosa tirantez estaba ahí, una respuesta rápida a la que se comenzaba a acostumbrar pero había más, una rápida ráfaga de emoción que amenazaba con estrangularlo. Debería haber sentido la renuencia, la sintió realmente, pero las despiertas sensaciones, el afecto, indicios del amor mezclado con la pasión y sus sentidos aumentados eran totalmente inesperados.
Él se levantó, sosteniendo su ligero peso contra el pecho. Ella levantó la cabeza, parpadeó, y miró alrededor.
– Estaba soñando.
– ¿Qué estabas soñando?
– Que habían dos de ti.
La llevó dentro de la casa, cruzando de un tranco hacia abajo por el pasillo hacia su cuarto.
– Debe haber sido espantoso. Dos hombres dándote órdenes.
– No realmente -posó su cabeza en su hombro-. Estoy acostumbrada con cuatro hermanos, todos con fuertes opiniones.
Pareció divertida y somnolienta de pronto. Esto no era sólo su olor, decidió cuando la puso en la cama y se estiró a su lado. Ella confiaba en algún nivel instintivo. Nadie confiaba en él -ni siquiera su hermano gemelo, ni siquiera Ken. Se dio la vuelta presionando su cuerpo cerca del suyo, abrigándola con sus brazos.
– No intentes nada -le advirtió ella-. O tendré que abofetearte.
– Iba a decirte justamente lo mismo -le respondió Jack.
– ¿Realmente? -ella giró su cabeza para mirarlo, la diversión arrastrándose en sus ojos oscuros-. ¿Qué haces aquí?
– Impidiendo tu sonambulismo. Este es el único modo que voy a conseguir algo de sueño.
– No camino dormida.
– Es más seguro, confía en mí, nena.
No lo era, pero no iba a indagar las razones del porqué. Se dio vuelta completamente para estudiar su cara.
– ¿Y si ellos nos encuentran? Podrían hacer daño a tu hermano, Jack. No pensé en esto. Estaba tan preocupada protegiendo a mis hermanos que no pensé en el tuyo, debería haberlo hecho. Lo siento.
– No tenías ningún modo de saber que Ken y yo compartimos la casa.
– Sí -su mirada fija se deslizo hasta el techo-. Estabas preocupado por él cuando estabas en Kinshasa. Los rebeldes lo habían torturado, peor de lo que te hicieron a ti, y estabas trastornado porque no llegaste a él lo bastante rápido. Vislumbré tu casa y sabía que él vivía cerca o contigo. Acabo de pensar como te sentirías si le pasara algo a él.
– Pensaste en el bebé. Tú no querías venir aquí -indicó Jack. Si iba a ser honesta acerca de las cosas que había advertido, él también podía. Debían de llegar a un entendimiento en algún momento. Pero no estaba lista aún y no la culpó, pero no iba a fingir. Ella había venido. Tenía que saber con que tipo de hombre trataba-. Tengo la intención de hacer de esta casa, tu hogar.
– Me lo voy a tomar día a día. Estoy demasiado cómoda con tu toque, y no confío en mí cerca de ti otra vez.
– No te preocupes, nena, si tratas de brincar hacia mí, me defenderé.
Ella sonrió, como sabía que haría.
– No pienses que no podría suceder.
Su sonrisa se desvaneció despacio y pareció asustada, al punto que Jack envolvió su brazo alrededor de su cintura.
– ¿Qué es?
– ¿Esto no te molesta? ¿Lo que él nos hizo? No le importamos como personas, Jack. Todo lo que importaba era que tuviéramos sexo.
Él alcanzó su mano, la sostuvo cerca de su pecho, frotando su piel con el pulgar.
– Tengo noticias para ti, Briony. La mayor parte de hombres están bien con esto.
Ella tiró su mano lejos.
– Entonces te pillé -encorvando el hombro, ella se volteó sobre si misma- ¿No hay otro lugar dónde pueda dormir?
– No. Puedes dormir aquí. Tengo que ser capaz de vigilarte.
Aquella nota baja de orden estuvo de regresó en su voz, la que rayó en sus nervios implicando que él estaba totalmente controlado, mientras ella era una víctima de sus desbocadas hormonas.
– ¿Preguntas alguna vez?
Jack no supo porqué su sarcasmo lo hizo querer sonreír.
– No ¿De qué serviría? Estás muy cansada, Briony, no sabes lo que haces o dices. No dejaré que nada te suceda. Si tu quieres me quedo sentado toda la noche, lo haré, pero esto no cambiará como ambos nos sentimos.
– No sabes nada acerca de mis sentimientos.
Exasperado, agarró su mano y la forzó entre sus piernas, sobre el grueso bulto que palpitaba con calor y urgente necesidad.
– A esto le importa una maldición si me siento a seis pies de ti, en el otro cuarto, o me tumbo a tu lado. Esto no va a desaparecer hasta que este profundamente sepultado dentro de ti, donde pertenezco -soltó su mano, casi empujándola lejos de él-. Ahora ve a dormir antes de que olvide todas mis buenas intenciones y consiga un pequeño alivio.
Otra vez Briony lo sorprendió. Esperaba lágrimas, cólera o una áspera respuesta, pero rió suavemente.
– Hay un poco de consuelo en saber que no soy la única que sufre.
– No tienes por qué. Me dices las palabras y ambos dormiremos como bebés -si ella dijera que no, podría no tener ningún otro recurso, sólo dirigirse hacia la ducha cuanto antes y aliviar el terrible dolor. Sería rápido, barato y poco satisfactorio, pero infierno, iba a explotar. Y tenía el mal presentimiento que la solución no duraría más que el siguiente aliento.
– Pienso que un poco de sufrimiento es bueno para tu alma -dijo Briony.
Su voz fue amortiguada por la almohada, pero estaba absolutamente seguro que se reía de él. Jack se contentó con abofetear su lindo y redondeado trasero, y estuvo más que satisfecho cuando ella gritó y lo fulminó con la mirada. Él cerró sus ojos y trató de no pensar en su cuerpo desnudo, estirado bajo el suyo mientras conciliaba el sueño. No se avergonzaba desde que tenía doce años, pero esta noche podría comenzar una nueva fase en su vida. Incluso con su incomodidad física, había algo bueno acerca de tumbarse al lado de ella, estando bastante cerca como para oír su respiración y tocar su suave piel, sólo para saber que ella estaba allí.
Oyó hasta que su respiración se hizo lenta y rítmica, y supo que finalmente se había quedado dormida. Poniéndose de lado, cubriendo protectoramente su cuerpo alrededor del suyo, empujó su ingle palpitante contra la curva de sus nalgas, un brazo alrededor de ella, su mano extendida sobre su estómago para sostener a su niño cuando se permitió deslizarse hacia un ligero sueño.
Capítulo 12
Briony deambuló por la gran casa, sorprendida por lo espaciosa que era. Los techos eran altos y los cuartos espaciosos, de hecho uno podía entrar corriendo al siguiente. La casa estaba construida en forma de U, la cocina, el comedor y un gran salón separando las dos alas. Le dio un vistazo a los cuartos en el ala de Jack y encontró que solo había un cuarto y un baño terminados. El segundo cuarto estaba todavía bajo construcción, con las paredes de yeso desnudas.
En el gran salón, el mobiliario era escaso pero bien hecho, ella lo examinó detenidamente recorriendo con su mano a lo largo y ancho del sofá, recordando cuando Jack admitió que él había hecho todos los muebles. Era hermoso al igual que las otras piezas todas hechas de madera dura, ella no sabia si estas fueron fabricadas de sus propios árboles, pero sospechaba que así era. Los cojines gruesos y hechos de cuero, obviamente mandados a hacer para encajar en cada mueble. Jack continuamente la sorprendía.