Siguió el rico aroma del café fresco hasta la espaciosa cocina y se detuvo abruptamente cuando vio a un extraño sentarse en la mesa. Incluso de espaldas, se parecía a Jack, pero con una sutil diferencia en su aroma. Se quedó parada en la puerta, reacia a entrar.
Él volteó su cabeza y le sonrió
– Tu debes de ser Briony. Entra y sírvete algo para desayunar.
Se parecía a Jack, no era tan fuerte, pero estaba mucho más acabado. Las cicatrices que marcaban su piel parecían dolorosas y profundas, pero de alguna manera se las arregló para parecer no solo confiable sino apuesto a la manera de un rudo pirata.
– ¿Café o jugo de naranja con tu desayuno? Yo en tu lugar escogería el café. Jack ya dio órdenes sobre lo que puedes o no puedes tener. Tal vez esta sea la ultima vez que estés cerca incluso de oler una taza de café en un tiempo -él se paró y cruzó hasta el fregadero.
– Entonces ambos -rió ella. Era difícil no mirarlo fijamente, y no sabía si era por su parecido a Jack o por las cicatrices. Aunque Ken estaba mucho más mutilado, reconoció que las formas y simetría de sus cicatrices, se parecían mucho a las del cuerpo de Jack-¿Dónde esta?
– Fue a la ciudad antes de la salida del sol. Creo que fue a comprar ropa, comestibles y a pedirte una cita con el doctor -le sonrió mientras le sostenía la silla-. Me encantaría ser una pequeña mosca en la pared cuando le traten de decir que tiene que esperar una semana o dos para que te atiendan.
– ¿Quieres apostar si iré o no hoy?
– Diablos no. Jack no tiene ninguna habilidad social. Si ellos le hacen pasar un mal rato, es probable que saque un cuchillo así de grande -midió un pie con sus manos- y empezara a limpiar sus uñas con él. Si él quiere que veas a un doctor hoy, lo hará.
– No me dijo nada sobre ningún doctor -Briony se hundió en la silla.
– Te acostumbrarás. No habla mucho, es más un hombre de acción. Murmuró algo sobre cuidados prenatales cuando se tomaba su café. No sabía que él supiera lo que significa prenatal -Ken puso un plato de comida enfrente de ella-. No soy el mejor cocinero, pero es comida.
– Él definitivamente está al mando -rió Briony- y la comida luce fantástica.
Ken levantó su taza de café, la risa desvaneciéndose de sus ojos.
– Jack siempre está a cargo, y eso no cambiara. Es un hombre fuerte, y sabe que puede o no puede tener para que su vida este equilibrada.
– Solo di lo que tengas que decir -lo animó Briony.
– No lo presiones demasiado y no lo lastimes.
– ¿Eso es todo? -Su ceja se levantó- ¿Es lo mejor que puedes hacer? Yo esperaba algo de sabiduría, algo que le diera sentido a todo esto, pero esto no me ayuda -pasó sus dedos a través de su rebelde pelo-. Dame algo más.
Ken dio un vistazo hacia a la derecha y hacia la izquierda, luego se inclinó sobre la mesa.
– Es mandón -añadió con un susurro conspirador.
– Es un dictador -corrigió Briony-. No trates de vendérmelo. Tú sabes que el hombre da órdenes a diestra y siniestra.
– Al menos ahora te mandara a ti, en lugar de a mi. Tengo una deuda contigo por eso -Ken sonrió con suficiencia.
– No cuentes con eso. Apuesto que tiene suficiente para ambos.
– No tienes ni idea.
Hubo un corto silencio, un poco incómodo a pesar del hecho de que ambos intentaban romperlo.
– ¿En que trabajaras hoy? ¿Puedo ayudarte? -Briony respiró profundamente y forzó una sonrisa.
– Estoy embaldosando uno de los baños. Como te habrás dado cuenta, solo unos pocos cuartos están realmente terminados. Nos hemos tomado nuestro tiempo tratando que cada cuarto sea exactamente como lo queremos. Jack quiere empezar el segundo cuarto en su ala para que cuando tengas el bebé, esté listo para él.
– No te tomes muchas molestias y no gastes mucho. Seré capaz de proteger al bebé después que nazca. Es ahora cuando ellos vienen por mí, cuando me preocupa que lastimen al bebé, y cuando engorde más, probablemente me haga más lenta. No le pido a Jack que tome la responsabilidad por siempre.
– ¿Jack es el padre del bebé o no? -preguntó Ken, sus ojos grises se oscurecieron, recordándole a Briony a las nubes en una tormenta.
– Jack definitivamente es el padre, pero puedo entender porque lo preguntas. No estoy tratando de atraparlo, Ken -Briony sentía como un color oscuro subía lentamente por su piel.
– Lo pregunto por que parece que no entiendes a mi hermano. Nunca dejará que el bebé o tu se alejen de él. Estas en su vida ahora. No siempre es placentero o fácil, pero los protegerá a ambos con su vida. Sin ninguna duda te dará todo lo que quieras o necesites; porque esa es la clase de hombre que es.
– Sé que es honorable -concedió, pero simplemente no podía soltar que quería más que sexo de Jack.
Quería que la amara, quería que amara a su hijo, no que lo hiciera por sentirse responsable. Claro que Jack los cuidaría. Su código de honor le dictaba que les diera lo mejor, pero su código no era su corazón.
Ken empezó a golpear suavemente la mesa con su dedo, un pequeño ritmo que le dijo todo. Ella estudio su cara, la amabilidad estaba ahí, la preocupación y un parpadeo de inquietud.
– Jack es… diferente, extraordinario, pero diferente. Se necesita a una mujer muy especial para vivir con esas diferencias -dijo Ken.
– Lo admiras.
– Lo conozco -se apoyó hacia atrás en su silla, las piernas extendidas enfrente de él-. La mayoría de las personas no. Vivirás mucho tiempo aquí Briony. Mi consejo es que lo conozcas.
Le rompía el corazón mirar fijamente la cara devastada del hombre cuando se parecía tanto a Jack. Acabado no, duro no, solo aceptación. Como si hubiera tomado lo que le mandó el destino por el camino e hizo lo mejor que pudo. Así era Jack y aparentemente su hermano también. Briony agachó su mirada para evitar que sus penetrantes ojos pudieran leer su expresión. Se sintió en casa. No tenía sentido, pero estos hombres, esta casa. Todo se sentía tan correcto.
Inquieta se paró y camino hasta la ventana
– ¿El patio es en verdad una trampa? Me encantaría dar una vuelta alrededor. Es muy hermoso.
Oyó el chirrido de la silla. Ningún paso. Para ser hombres tan fornidos, los gemelos Norton caminaban silenciosamente, pero captó su olor cuando él se acercó a ella, casi el mismo que Jack, con esa extraña diferencia, sutil. Su mano se apoyó sobre su hombro con un pedazo de papel en ella.
– Mis órdenes -dijo él.
Ella tomó el papel y leyó las palabras garabateadas por una mano masculina a través de la hoja. Giró para afrontarle.
– ¿Te hizo deshacerte de todo esto? -por alguna razón la presión en su corazón comenzó a liberarse.
– La ultima vez, la cual, puedo señalar, él insistía. Arrastró mi trasero de la cama a las cuatro treinta de la mañana para continuar -le sonrió abiertamente-. Por lo general luzco mucho mejor, pero me privó de mí sueño de belleza.
– Yo dormí casi hasta el medio día -Briony se echó a reír.
– Pequeña floja. Tu solo querías que no te pusiera a trabajar -le hizo un guiño-. ¿Ahora que pienso en ello, sabes cocinar? Porque mi hermano deja un poco que desear en ese departamento.
Briony instintivamente giró su cabeza. Ken lo sabía desde el principio, pero ella no le sintió hasta que su olor la alcanzó. Jack. Respiró su nombre en su mente. Suave. Íntimo. Antes de que pudiera pensar, antes de que pudiera evitarlo.
Jack. El suave suspiro de su nombre fue demasiado para él. Caminó, escuchando las risas, las bromas fáciles entre Ken y Briony casi habían parado su corazón. Jack. El sonido de su nombre rozó a lo largo de las paredes de su mente, casi como si ella lo atesorara, le dio la paz, lo hizo parte de aquellas risas, lo llevó a un mundo secreto de intimidad verdadera entre un hombre y una mujer, uno que él nunca había experimentado.
Ella alzó la vista para encontrar su mirada fija y su cara iluminada, una sonrisa de bienvenida curvó su boca, encendiendo sus ojos.