– No puedes andar a mi alrededor ordenándome, no importa lo encantador que seas.
El dolor se arremolinó en las profundidades de sus ojos sólo durante un momento. Ella captó la oleada de pena en su mente. Se dio la vuelta lejos de ella para abrir la puerta del armario.
– Te dije que no soy un hombre fácil para vivir.
– ¿Qué significa eso? -preguntó Briony, frunció el ceño, tratando de entender lo que él no le decía. Ella se hundió en el borde de la cama-. Soy una mujer grande, Jack.
Él le echó un vistazo sobre su hombro, frotó su ceja con la yema de su pulgar, y suspiró.
– Soy un maniático del control, Bri. Ese es uno de los grandes motivos por el que vivimos aquí, lejos de todos. Es por lo qué principalmente trabajo solo. Salgo solo y controlo la situación. Si trabajo en equipo, yo dirijo el equipo. Así soy yo.
– Esas no son nuevas noticias, Jack -indicó Briony. Ella sacó la ropa de los paquetes y comenzó a quitar las etiquetas-. Esa no es una excusa para quitarme mis derechos como adulto para tomar mis propias decisiones. El control es una ilusión de todos modos. Nadie puede controlar a otra persona.
– Controlo lo que puedo, y esto ayuda a mantener a todos seguros.
– No confías en ti mismo.
– No. Hace tiempo comprendí que no pienso o reacciono como las demás personas. En las circunstancias correctas, las cosas pueden salir mal.
Briony se entretuvo acomodando la ropa en los cajones, todo el rato tratando de entender lo que decía. Jebediah, Ken, y ahora incluso Jack la advertían todo sobre algo en Jack que hasta él temía. Ella dio vuelta para mirar su cara. Independientemente de lo que fuera, él tenía más miedo de ello, que de una bala de un francotirador.
– No creo que alguna vez me puedas hacer daño Jack. Ni una vez. No esta en ti. ¿Entonces de qué tienes miedo?
Él la miró, algo moviéndose en sus ojos. ¿Dolor? ¿Pena? ¿Un miedo atormentador? Ella no podía leer su emoción.
– No lo sé -contestó él francamente avergonzado.
– Yo si -fue a él y enmarcó su cara con sus manos-. ¿Recuerdas a Luther? Él me golpeó sin problemas. Lo hice enojar y me golpeo. No me dio palmadas. No trató de contenerme, me golpeo con su puño. Tal vez si yo fuera tu enemigo…
Él agarró sus muñecas y tiro de ellas hacia abajo, sosteniéndolas con fuerza contra su pecho.
– Eso es todo, nena. Eso es todo -dejó caer sus manos y salió del cuarto. Ella escuchó el golpe de puerta cuando él dejó la casa.
Briony soltó su aliento y se hundió en la cama, más confusa que nunca.
El suave golpe en la puerta no la asustó; ella ya sabía que la figura fornida de Ken llenaba la entrada.
– ¿Estas bien?
Ella asintió con la cabeza.
– ¿Adónde fue?
– Probablemente se dirigió a la tienda. Cuelga una bolsa allí y trabaja fuera cuando se pone de los mil diablos -se encogió de hombros-. Eso o se calmará con la carpintería.
– ¿Por qué pensaría que yo podría convertirme alguna vez en su enemigo, Ken? Le dije que yo sabía que él nunca me haría daño, tal vez si yo fuera su enemigo, pero nunca de otra manera. ¿Él tiene miedo de lastimarme, verdad?
Un músculo brincó en la mandíbula de Ken. Él frotó su pulgar a lo largo de una cicatriz abajo del lado izquierdo de su cara.
– Tiene miedo de lastimar a todos. Tiene que decírtelo él mismo, Briony. Tiene que venir de él, y luego tienes que decidir si eres lo bastante fuerte para vivir con él.
– Esto es temporal.
– Te engañas y lo sabes -él sacudió la cabeza.
– Él se fue. Dijo que yo era un incordio. Me dijo que no era de la clase de hombre que alguna vez tendría una mujer o un niño.
– Estoy seguro que dijo eso. Cree que él no debe tener una familia. Eso no significa que no quiera una familia. No va a alejarse de ti nunca más.
– No lo quiero así. Atrapado porque fuimos forzados a estar juntos por una causa exterior y ahora él está estancado porque necesito ayuda.
Ken apoyó la cadera contra el quicio de la puerta, un gesto muy semejante Jack.
– ¿Qué piensas que habría hecho si hubieras sido secuestrada, cumpliría su promesa? ¿Incluso si pensara que el niño no era suyo, qué piensas que habría hecho?
Briony arrancó el edredón.
– No tengo ni idea. Apenas conozco a Jack, y cuando pienso que realmente lo conozco, todos me advierten que me aleje, todos, incluso Jack.
– Él habría ido tras de ti y nunca, nunca habría parado hasta encontrarte y sacarte a menos que ellos lo mataran. Jack nunca abandonaría a alguien que hizo lo que tú hiciste por él.
– Mi hermano le ayudó a salir de Kinshasa. Yo solo dormí con él.
Los ojos de Ken se oscurecieron a un gris turbulento.
– No hagas eso, Briony. No menosprecies lo que hiciste y no te rebajes. Tú salvaste su vida. Él me contó lo que pasó.
– No me debe nada. Si él hace esto es por…
– Estas aquí porque llevas a su niño y en primer lugar él nunca quiso alejarse de ti. Lo hizo por ti. Se fue de tu vida entonces para que pudieras tener una vida normal. Y esta vez, si quieres, serás tú la que tendrá que alejarse, porque él no va a hacerlo.
Briony se echó a reír, pero sonó demasiado cerca a la histeria, entonces ella deprisa cruzó hacia los cajones y comenzó a mirarlos buscando algo para ponerse para ir al consultorio del doctor.
– No tengo una vida normal, Ken. No puedo tener una vida normal porque algún megamaniaco me arrastró de un orfanato y experimentó conmigo -su voz se hacía más fuerte, balanceándose fuera de control, pero ella no podía retirarse-. Y cuando me adoptó, lo hizo para asegurarse que todavía podría experimentar conmigo. Y como adulto… bueno -lanzó un suéter en el cajón y giró alrededor, extendiendo sus brazos amplios para señalar el cuarto-. Aquí estoy. No como cualquier otra futura mamá. No, tengo a un hombre que no se opone a tener sexo conmigo debido a los experimentos, pero por más que quiera no puedo acercarme a él, entonces no, Ken; mis posibilidades de una vida normal francamente apestan.
– ¿Estas alterando a mi mujer, Ken? -la voz grave fue muy suave, que por un momento Briony no estuvo segura de haber realmente escuchado bien, porque aquellas palabras dulces sonaron como una amenaza, pero su cuerpo y su corazón se aceleraron a gran velocidad.
Jack entró al cuarto. Su camisa estaba desabrochada, y un fino brillo de sudor cubría su cuerpo como si hubiera estado trabajando duro. Los músculos se ondularon bajo la piel con cicatrices. Cruzó a su lado, tomo una camiseta de la cima de la cómoda y limpio su cara con ella. Miró a su hermano sobre la camisa, sus ojos de un peculiar plateado.
– Pensé que tú ya lo habías hecho -dijo simplemente Ken.
Briony frunció el ceño. Ken parecía bastante tranquilo, pero su cuerpo había cambiado ligeramente a una posición de defensa. Miró de un hermano al otro.
– ¡Hola! ¿Son ambos idiotas? Estoy embarazada. Eso significa emocional. No se supone que yo sea la única con la cabeza fría aquí. Se supone que yo me deshaga por la caída de un sombrero; es mi derecho. Se supone que usted dos sonrían y asientan con la cabeza y estén de acuerdo con todo que digo.
La ceja de Ken se alzó, y la sombra de una sonrisa jugó durante un momento en su boca, y luego desapareció.
– ¿Te alteraba, Briony?
– Estoy en un estado perpetuo de alteración -reiteró ella-. Nunca he estado embarazada antes. Nunca pensé en tener niños -se hundió en la cama otra vez, alzando la vista hacia Jack-. Nunca. Lo paso tan mal estando alrededor de la gente, nunca he tenido la oportunidad de hacerlo.
Jack se paró delante de ella, haciendo subir su barbilla con su pulgar entonces ella tuvo que encontrar su mirada fija.
– Tu quieres a este bebé.
Ella asintió con la cabeza, tragando con fuerza.
– Solo estoy asustada. Todo es tan aterrador ahora. Quisiera no ser tan cobarde.