– ¿Está usted absolutamente seguro? ¿Dos bebés?
– Sí. Oí los dos latidos, y puedes verlos claramente en el ecógrafo. Si quieres más claridad, el hospital tiene el modelo más nuevo y podrías tenerlo confirmado en su aparato. Puedo coger una cita.
Jack presionó su mano libre en el hombro de Briony en advertencia.
– No será necesario -No necesitamos más pruebas documentales que las necesarias. Vamos a quedarnos con el Dr. Casey tanto como sea posible-. Es un shock, eso es todo, pero bienvenido, ¿verdad, nena?
Ella tragó con el temor aplastándola y se aferró a su tierno tono. Si solamente él la amara tanto, la quisiera tanto de verdad. Una mujer podría soportar mucho con tener a un hombre amándola mucho. ¿Cómo podía fingir él esa mirada? ¿Ese tono acariciador? Sonaba realmente feliz con los bebés. Deseaba tener la fuerza de Jack.
El doctor enjuagó las manchas de gel de su estómago. Jack le bajó la camisa.
– Gracias, doc. Iremos a celebrarlo. ¿Tiene algún experto en nutrición que nos pueda aconsejar sobre lo que debería o no comer?
– Pregunte a la recepcionista por nuestra extensa hoja de consejos y no olvide coger sus prenatales -aconsejó el Dr. Casey-. ¿Alguna pregunta más?
Briony sacudió la cabeza. El hombre ya había dicho demasiado.
– ¿Hay alguna razón por la que no podamos hacer el amor? -preguntó Jack.
Briony reprimió un chillido de shock. Su mirada saltó a su cara, pero él estaba mirando al doctor.
– Me gustaría saber lo que podemos hacer y lo que no -añadió Jack.
Briony cerró los ojos. Sólo el pensamiento de Jack tocándola era bastante para hacerla mojarse, hacer que su cuerpo se llenara de una sobrecarga de hormonas. En que estaba pensando, planteando eso cuando ya tenían tantos problemas. Debería haber influenciado al doctor para que dijera que no podían tener sexo, pero no, él estaba entrando en grandes detalles y Jack estaba justo absorbiéndolos. Levantó las manos sin fuerzas mientras el médico salía.
– ¿En qué estabas pensando? -siseó ella.
– Estoy tomando precauciones. Si estás conmigo, Briony, va a suceder. Ambos lo sabemos y necesitamos respuestas. No quiero arriesgarme a herirte a ti o a los bebés.
Dejó que Jack la ayudara a sentarse. No iba a irse de allí. No ahora, no cuando había otros problemas mucho más grandes. Bebés.
– ¿Qué vamos a hacer? Podría ser capaz de cuidar a un bebé, ¿pero dos de ellos? ¿Tienes alguna idea de lo que eso significa? -ella no podía desaparecer con dos bebés. Sería casi imposible proteger a dos niños del Dr. Whitney-. ¿Puedes verme corriendo con un paquete delante y otro detrás, luchando contra soldados realzados? Esto se está poniendo cada vez peor.
La mandíbula de Jack se apretó.
– ¿Qué quieres hacer? El doctor ha dicho que estás de once semanas. ¿Cuál es la fecha limite?
El aliento se le quedó en la garganta, y ambas manos cubrieron su estómago protectoramente.
– ¿Para qué? No voy a abortar, Jack. Tal vez no sea capaz de cuidar a mis niños, pero maldita sea si voy a abortar. Ya se sienten parte de mí. No -sacudió la cabeza-. De ninguna manera.
– Cuidaremos de ellos juntos a la antigua manera, por nosotros mismos.
– Jack, nunca me has visto alrededor de la gente sin ti allí para amortiguarme de todas las emociones.
– He visto tu actuación. No te protegí entonces porque quería ver y sentir como era tu vida.
Ella sacudió la cabeza.
– Me protegiste. No de todas las maneras, pero no fue tan malo como lo es usualmente. Ni siquiera lo supiste. Estoy tan asustada de si los bebés enferman o se enfadan… -alzó la mirada hacia él-. ¿Qué pasa si no puedo cuidarlos?
– Actúas noche tras noche porque amas a tu familia mucho, Briony, ¿por qué pensarías que harías menos por nuestros hijos?
Ella no podía apartar la mirada de la suya. Estaba tan seguro, ni siquiera un poco huraño por las noticias. Ella estaba impactando en su vida de maneras que no había esperado, y él era el único que se hacía cargo, no ella.
– Ok. Tienes razón. Haremos justo lo que tiene que ser hecho, un día a la vez.
Los dedos de Jack le rodearon la nuca.
– Podemos hacerlo -le dio una pequeña sonrisa. Se desvaneció rápidamente pero fascinaba a Briony de todas formas. No había suavidad en sus rasgos duros y gastados; es más, sus ojos iban de la oscuridad a la luz. El estómago le dio un vuelco en respuesta, probando que todavía era demasiado susceptible a él-. Y siempre tendremos a Ken para los deberes de pañales.
– ¿No estás preocupado porque los hombres de Whitney nos encuentren?
– Vendrán a por ti o no, nena. No podemos detener nuestras vidas porque Whitney pueda averiguar donde estas.
Jack no salió de la habitación mientras se ponía los vaqueros; de hecho ni siquiera apartó los ojos.
– Eres increíblemente hermosa, ¿sabes?
– No, no lo soy pero es agradable de tu parte decir eso -trataba de no ruborizarse mientras abrochaba los vaqueros.
Parecía natural tener a Jack en el cuarto con ella, y eso añadía otra capa de intimidad entre ellos.
– Lo eres, y tengo buen gusto en mujeres y ropa interior -se inclinó para acariciar con un beso la comisura de su boca-. Ken está en el techo del edificio de al lado. Quizás deberíamos salir a hurtadillas y fugarnos.
Ella se rió y tomó su mano extendida.
– Todavía no puedo creer que vayamos a tener gemelos. ¿Tienes alguna idea de cómo de grande voy a ponerme? No podrás empujarme por la puerta.
Tomó unos minutos salir de la oficina del doctor. Jack se cercioró de que tuvieran otra cita y recogió la hoja de consejos de nutrición. Briony estaba bastante segura de que se iba a arrepentir de dejar todo en sus manos.
Ken se unió a ellos en el jeep.
– Felicitaciones, vosotros dos. Cuando decidís hacer algo, vais hasta el final, ¿verdad? -guardó su caja de aspecto inofensivo conteniendo el rifle de francotirador bajo el asiento antes de cerrar el vehículo.
– Sigue así y voy a patearte las espinillas -advirtió Briony.
– Permanece entre nosotros, Briony -le advirtió Jack mientras bajaban por la calle al restaurante donde Ken insistía que tenían la mejor comida.
Los gemelos andaban con fáciles y fluidas zancadas, los ojos inquietos, mirando constantemente a los edificios, examinando los matorrales, mirando a las personas. Briony debería haber estado nerviosa, pero estaba demasiado excitada. Ella no andaba por las calles en la mitad de la ciudad, ni cenaba en un restaurante, o iba a oír música en un bar por la noche. Esto era un lujo, un regalo de Jack. No sentía ningún dolor, apenas una maravillosa sensación de libertad. Sonrió a una pareja que andaba hacia ellos, y la alegría floreció cuando le sonrieron a su vez. No había leído nada terrible, tal como el hombre teniendo un affaire, o la esposa queriendo acabar con su matrimonio, o que acababan de perder un hijo. Los podía tomar por caras sin valor, una feliz pareja andando por la misma acera.
Jack echó un vistazo a su cara. Briony brillaba, y podía sentir el cambio en ella con cada paso que daban. El aire estaba fresco y vigorizante, una ligera brisa con la noche comenzando a caer. Ella casi bailaba, el regocijo emanaba de ella en ondas.
– ¿No amas esto? -alzó la vista hacia él, sonriéndole-. Adoro esto.
– ¿Qué? -trataba de no distraerse con su entusiasmo, pero algo de su júbilo le atrapaba.
Estaba feliz solo andando por la maldita calle con ella. Ella encajaba bajo su hombro, la cabeza rozando contra su brazo mientras paseaba con ella y se sentía… entero.
Miró a Ken. ¿Por qué infiernos una mujer completa a una familia?
Ken se encogió de hombros y cambió una pequeña sonrisa con él. No lo sé, pero vamos a mantenerla. Te ha serenado, y no creía que fuera posible.