Siempre he estado sereno.
Ken bufó en voz alta, atrayendo la atención de Briony. Se acercó por detrás de su cabeza y abrió la puerta del restaurante.
– Mi hermano está viviendo una vida de total ilusión. Piensa que es sereno.
– ¿Lo hace? -la ceja de Briony se disparó hacia arriba mientras inclinaba la cabeza para mirar a Jack-. ¿Lo haces?
– Queremos esa mesa -Ken indicó una mesa cerca de la salida, contra la pared enfrente de la parte delantera.
– Tenemos una mesa más agradable por aquí -dijo la camarera-, en la sección que está abierta -miró fijamente las cicatrices de la cara y el cuello de Ken y miró brevemente a Jack, entonces rápidamente apartó los ojos.
Briony dio un paso para ponerse entre Ken y la camarera, erizándose con indignación porque la mujer mirara fijamente con tal desnudo horror las heridas de Ken. Los dedos de Jack se asentaron alrededor de su brazo, suave pero firmemente, evitando que se apartara de entre ellos.
– Esa mesa -dijo Ken con otra sonrisa simpática, dando un paso enfrente de Jack, quien no se movía, no hablaba, pero de repente pareció amenazante.
La camarera cogió el dinero que Ken le deslizó y les guió a la mesa sin más quejas. Ken esperó hasta que se sentaron y hubo agua y pan horneado fresco antes de inmovilizar a su hermano con una mirada de acero.
– No hay necesidad de intimidar a nadie, Jack. Se agradable.
– Tienes que sobornarlos para conseguirlo a tu manera -indicó Jack-. Yo nunca saco dinero.
Ken sacudió la cabeza.
– Cretino.
Briony puso los ojos en blanco.
– ¿Estáis así todo el tiempo?
– Sí -confirmó Ken-. Estoy tratando de integrarlo en la sociedad, pero es resistente. Sin mi, Jack sería algún viejo hombre de montaña con una mala actitud, cazando personas con su cuchillo bowie.
– No me importa la sociedad y usaría un arma.
– ¿Siempre habéis estado en el ejército, quiero decir, antes de Whitney? -preguntó Briony.
– Entramos tan pronto como fuimos lo bastante mayores -replicó Ken-. Nos sacó de las calles y teníamos facilidad para ello. El dolor no significaba mucho para cualquiera de nosotros, y ambos estábamos bien en casa detrás de un arma.
– ¿Cómo os encontró Whitney?
Ken extendió las piernas debajo de la mesa, forzando a Jack a girar de lado. Ambos miraron a las puertas, ventanas y a la gente, antes que mirar directamente a Briony.
– Siempre hemos sido telepáticos; lo usábamos para comunicarnos cuando éramos niños. De hecho, fuimos fuertemente maldecidos y nunca habíamos conocido a nadie más como nosotros. Nos entrenamos en el programa de los SEAL y servimos unos pocos años, entonces nos pidieron hacer un test para habilidades psíquicas -le dirigió una breve mueca-. Nuestra puntuación fue muy alta y Whitney babeaba por nosotros.
– ¿Ambos conseguisteis puntuación alta? -le dirigió una pequeña sonrisa bromista a Jack.
– Estoy seguro de que mi puntuación fue más alta -dijo Ken, despedazando un pedazo de pan y untándolo con mantequilla.
– ¿Ambos tenéis las mismas habilidades?
– Sí, directos a ser anclas. Y parecemos estar realzados de lo mismo también -añadió Ken.
– Así que si él está tan interesado en conseguir un niño de Jack, ¿por qué no está empujando a una mujer hacia ti, Ken?
– Es una buena pregunta -dijo Jack-. ¿Por qué no le preguntamos eso, Ken? Por qué será que Whitney pasó por tantos problemas y gastos para maniobrar a Briony y a mí al mismo sitio para ver que podría suceder, pero contigo y quienquiera con quien te haya emparejado.
– Quizás no hay emparejamiento -dijo Ken. Y no estoy seguro de cómo me siento sobre eso. Debería estar eufórico que él no me haya liado tanto, pero infiernos, no me importaría una mujer propia, no después de verte con Briony.
La tristeza en la voz de su hermano hizo que la mirada de Jack saltara a su cara. Ken no podía parar el breve flujo de información, el miedo de que su apariencia detuviera a cualquier mujer de querer estar cerca de él. Ken apartó la mirada rápidamente y se llevó otro pedazo de pan a la boca.
– O quizá ya la tiene -se aventuró Briony-. Apuesto que Luther era mi emparejamiento secundario y por eso estaba tan enfadado de que estuviera embarazada. El pensamiento de que algún otro soldado realzado hubiera tomado su lugar fue demasiado para él. Estaba realmente enfadado. Creo que Whitney casi se había rendido de conseguir juntarnos.
– Y él contaba con el hecho de que funcionaría si lo controlaba -agregó Jack.
– No me gusta esa idea, de que algunas mujeres puedan estar todavía prisioneras de Whitney -dijo Ken-. Jack, vamos a comunicarnos con Lily y su equipo para averiguar cuanto saben. Si tienen alguna idea de donde está, podemos hacer un pequeño reconocimiento.
– El problema al que hacemos frente, Ken, es que no sabemos en quien podemos confiar. Whitney siempre tiene contactos. Infiernos, conoce al presidente. Si está vivo y pulsando todas las cuerdas en el experimento, no está solo. No sabemos quien está detrás de esto. Whitney podría tener el conocimiento y el dinero, pero está con alguien dirigiendo todo esto.
Briony se aclaró la garganta.
– Si Whitney realmente tiene contactos en el ejército, y hay alguna inmensa conspiración en marcha, si ellos pensaran que estoy contigo, ¿no te enviarían fuera en una misión para que yo no tuviera ningún sitio a donde ir?
Los gemelos intercambiaron una larga mirada.
– Oh, Dios -la mano fue a su garganta-. No va a gustarme esto, ¿verdad?
Jack le atrajo la mano a su corazón.
– Fuimos contactados la semana pasada, pero estamos de permiso. Estamos heridos y ninguno de nosotros tiene el visto bueno del médico para volver al servicio, eso nunca nos detuvo antes, pero dijimos que no -Dije que no porque Ken necesita más tiempo para recuperarse. Jack se cercioró de que sus barreras contra su gemelo estuvieran levantadas para evitar ese contacto privado-. Ambos intentamos alargar nuestro tiempo con permisos personales también.
– ¿No te pueden hacer volver?
– Creo que contaban con que nosotros nunca los rechazamos. Nunca lo hemos hecho. Y se figuraban que el objetivo sería demasiado personal para nosotros como para resistirlo. Quieren al General Ekabela fuera -dijo Jack-. Adivino que el hombre sabe demasiado y lo necesitan muerto.
– En otras palabras -añadió Ken-, ya no es útil para Whitney.
– ¿Por qué no me lo dijiste?
Jack levantó sus nudillos a los labios.
– Estabas un poco disgustada, Briony, y necesitabas dormir la noche pasada, y en cualquier caso, no pensábamos en porque nos enviarían al campo, vamos todo el tiempo -se encogió de hombros-. Pensé que nos lo ofrecieron por lo que Ekabela nos había hecho.
– Pero eso significa que saben que estoy contigo. ¿Cuánto saben? -casi saltó fuera de su piel mientras el camarero se acercaba.
Jack le colocó la mano en su brazo. Suavemente. Apenas tocándola. La calidez fluyó a su mente, y casi inmediatamente se sintió más calmada, más capaz de respirar sin temor.
– No necesariamente. Pueden haber querido cerciorarse de que estábamos fuera del país en caso de que intentaras contactar conmigo.
– Tiene sentido -añadió Ken.
Mientras el camarero esperaba, Jack alzó la mirada, los ojos yendo de repente de un cálido gris al helado acero. Briony hundió la cara en el menú para ocultar su expresión.
El camarero se aclaró la garganta.
– ¿Está lista para pedir, madame?
Jack extendió el papel sobre nutrición y comenzó a estudiar el menú, comparando los platos con el papel.
– La pasta con pollo parece buena, Briony -se aventuró-. Y la ensalada vegetal.
Ken le dio una patada bajo la mesa y le dirigió una rápida sonrisa desde detrás de su menú, guiñándole un ojo.