Capítulo 14
– Oh eres un ángel -Ken se inclinó a través de la mesa y le plantó un beso a Briony-. ¿Quién diría que a esta mujer le gustaba cocinar? Cásate conmigo ahora mismo. Escapemos juntos.
– Aléjate de ella -dijo Jack suavemente. Él tomó un bocado de suave tortilla en su boca-. Tuve la sensatez para preñarla, así que simplemente retírate.
– Buen alimento y una mujer hermosa no han mejorado mucho tu carácter -se quejó Ken-. Y tener un bebé no ha mejorado tu lenguaje tampoco.
– No un bebé -corrigió Jack-. Dos.
Briony rió suavemente, sacudiendo la cabeza hacia él. Había una nota de orgullo en su voz que no se molestó en ocultar. Una totalmente extraña con sus resistentes facciones con cicatrices.
– Eres tan engreído.
El sonido de su risa se deslizó sobre su piel como dedos recorriendo sus terminaciones nerviosas aun revolviendo su cuerpo en otra erección. Él podría sentarse enfrente de ella cada mañana, bebiéndose su pelo enredado y sus ojos brillantes, su risa soleada. Incluso si Ken deliberadamente lo provocaba haciéndole ojitos a ella
– Bien, si vas a insistir en gemelos cada vez que me embarace, esto es una trampa -dijo ella y se estiró para verter café en la taza de Ken
– Aún así tu café es grandioso -dijo Ken
Las cejas de Briony se alzaron juntas en un fruncimiento.
– ¿Cómo podría saberlo? Cada vez que trato de tomar una taza, tu hermano lo arroja al fregadero.
Jack levantó el libro que tenía abierto en la mesa.
– Esto dice, justo aquí, que la cafeína no es buena para ti o para el bebé. Y necesitamos fruta fresca, no zumo ¿Tienes alguna idea de la cantidad de calcio que necesitas?
Ella le arrancó el libro de la mano y lo arrojó a través del cuarto con suficiente fuerza para golpear la pared.
– Tienes que dejar de leer de ese Libro de Satán. Estás claramente comenzando a obsesionarte.
– ¡Rebelión! -Ken le sonrió abiertamente-. Yo sabía que ocurriría. No puedes meterte con el café de una mujer, Jack. Mira, cariño, si te casas conmigo y cocinas tres comidas por día con un bocado o dos a diario, te dejaré tener todo el café que desees.
– Cuan bueno es que me lo permitas… -Briony pateó sus espinillas bajo la mesa-, sólo aparentas ser el hermano dulce y afable, no me casare contigo, así que tendrás que cocinar.
– Eso no es cierto -Ken protestó frotándose la espinilla y tratando de parecer patético -. Aun estoy creciendo y todo lo que me ponen por aquí son listas de trabajo -sacó una pequeña libreta y se la lanzó a su hermano. No hay combustible para moverme.
– Ella no va a cocinarte tus comidas, Ken así que deja de lloriquear -Jack le lanzó una mirada a Briony-. Te dije que lloraría.
– Engatusar -Ken corrigió-. Engatusar suena mucho mejor que lloriquear.
Riéndose Briony sacudió la cabeza
– Los dos están locos ¿así qué puedo caminar por el patio ahora?
– Solo tenemos un juego de alarmas -dijo Ken-. Pequeños estroboscopios que se encenderán para alertarnos si alguien intenta romper los parámetros. Es bastante seguro.
Jack la miró con alarma.
– ¿Planeas dar un paseo hoy?
Ella asintió con la cabeza.
– Si tengo tiempo, me gustaría hacer un poco de limpieza y buscar algunas cosas para la cena.
Él sacudió la cabeza.
– No tienes que hacerlo.
– Idiota -Ken silbó, tomando una servilleta y arrojándola hacia su hermano-. ¿Estás loco? No lo escuches, Briony si quieres cocinar, hazlo de verdad.
– Me gusta cocinar, Jack, es algo que siempre me interesó hacer, nunca tuve la oportunidad de hacerlo mucho pero ahora tengo varios meses para intentarlo.
– Te compré algunas libretas de bocetos el otro día -dijo Jack-, los dejé en el cuarto grande sobre la mesa de café junto con otros útiles de dibujo.
– ¿Lo hiciste? -los ojos de Briony se encendieron-. Gracias por recordarlo.
– Él ha estado mirando toda la mañana un libro de muebles -le confió Ken-. Piensa que puede hacer una cuna mejor que la que puedas encontrar en otra parte, y probablemente puede hacerlo. Créetelo o no, mi hermano tiene un don para eso -había una nota singular de orgullo de la voz de Ken.
Jack le eché una mirada reprobadora y entonces atrapó la expresión en el transparente rostro de Briony. Lo miraba como si el sol se levantara y se pusiera con él. Su expresión movió algo en su interior y lo incomodó. Ella tenía una idea equivocada sobre él. Una parte de él lo amaba y la otra parte -la parte sana- lo odiaba y lo condenaban a un infierno. Había principios de amor en sus ojos. Entre Ken y Briony se sentía como un fraude, lo mataban con su fe en él.
Se levantó abruptamente, estuvo cerca de derribar la silla para quitarla del camino y le tomó la barbilla con la mano, no había tenido intenciones de tocarla o incluso buscarla pero no pudo detenerse.
– Permanece cerca de la casa -le advirtió bruscamente y se inclinó para acariciarle la boca con la suya.
El calor llameó al instante, en el momento en que sus labios flotaron plácidamente contra la suave curva de los de ella. Su mano se deslizó hasta la nuca, inclinando la cabeza para tener un mejor ángulo, así su lengua pudo ahondar profundamente, probando, acariciando, explorando su increíble boca. Se alejó abruptamente -su instinto de conservación lo detuvo- presionó su frente con la de ella respirando profundamente.
– Recuerda una cosa, si decides que quieres casarte tendrá que ser conmigo.
Briony lo observó salir batiendo las puertas de la cocina tras él. Sus cejas se elevaron cuando ella se volteó hacia Ken.
– Cierra la boca, cariño, ese es Jack tratando de ser romántico y fallando miserablemente. No dejes que se escape con esa mierda tampoco. Si va a pedírtelo, haz que recorra todo el camino. Ya sabes, hincando en una rodilla, luciendo estupido.
Briony casi se ahoga.
– Eso es cruel Ken.
Él se inclinó para acercarse a ella.
– Si lo haces Briony, avísame primero para que lo grabe en video. Podría chantajearlo por el resto de su vida.
– Nunca se ha puesto de rodillas por nadie -apuntó ella tomando los platos y llevándolos hacia el fregadero-. Eso nunca pasará.
– Podrías equivocarte, Señorita Jankins -Ken empujó la silla y sujetó su sombrero-. Creo que por ti él haría lo que por nadie.
Briony lo miró salir por la puerta de atrás y caminar por el sendero hacia la tienda, tomando la misma dirección que Jack. Ella suspiró y giró, supervisando la gran cocina con su piso de madera y grandes ventanales. Le parecía hermoso, los espacios abiertos de par en par, lucía -y se sentía- como su hogar.
Miró hacia atrás de la ventana, su vista buscaba a Jack
– ¿Por qué me siento tan cerca de ti? ¿Por qué siento como si te conociera mejor de lo que te conoces tú?
Puso los platos en el fregadero y vagó por la casa, explorando varios cuartos. Era obvio para ella que los dos hombres habían planificado cada sección de la casa con cuidado. El estilo de Ken era claramente diferente al de Jack -aún había toques aquí y allí que le recordaban a su gemelo. Le gustaban los adornos y la música del oeste, y también tenía un gabinete de armas al lado de su cama y el otro en su oficina -tal como lo tenía Jack. Jack tenía montones de libros por todas partes.
Briony recuperó el libro de embarazo y lo llevó a su oficina. Se detuvo en la entrada con el ceño fruncido. La oficina estaba terminada, paredes en su lugar, un hermoso y único en su clase escritorio que sospechaba que Jack había construido, los montones de papeles, y una caja que contenía un ordenador nuevo. Al lado de la caja estaba otro cartón que contenía papel, pero este estaba abierto y había una columna tan larga como su brazo de de papel extendido a través del escritorio y sobre el piso. Se acercó a examinar los apuntes escritos a mano.