Jack mantuvo su mirada cautiva, Briony se sintió hipnotizada por él, estaba hipnotizada. Su corazón latía tan fuerte que tuvo miedo de tener un ataque pero no se atrevió a levantar la mano para presionar su pecho, temblaba también tan fuertemente para ocultarlo, él inclinó la cabeza hacia ella y acarició sus labios inmóviles una, dos veces.
– Lo siento nena, estaba más enojado conmigo que contigo, debí darte instrucciones más especificas de a dónde puedes o no puedes ir, siento haberte asustado -la beso de nuevo tan suavemente que su corazón hizo un gracioso pequeño salto mortal y alas suaves rozaron el interior de su estómago.
– ¿Qué le has hecho a tus manos? -tomó sus muñecas y giró sus manos para inspeccionar sus nudillos
– Estoy bien, déjame limpiarlas para la cena.
– Lo haré -dijo Briony decididamente conduciéndolo a su ala de la casa-. La próxima vez que decididas retarme envuélvete las manos.
– ¿Retarte? -las cejas de él se alzaron, no iba a admitir que había cierta satisfacción el golpear hasta que sangrara, ella ya tenía suficiente para condenarlo.
Dejó que lo lavara y la aplicara crema antibiótica en sus heridas, disfrutando de la manera en que lo tocaba, sus manos suaves y sus ojos tímidos, en los estrechos confines del baño, con su limpia esencia envolviéndolo, su cuerpo brincaba fuera de control, constriñéndolo y pulsando la sangre engrosando su entrepierna.
– Voy a tomar un rápido baño antes de la cena, y esta noche, Ken lavará los platos. Necesitas descansar -habría optado por una ducha fría, pero dudaba que sirviera para algo.
Briony notó cuando se dirigía del dormitorio a la cocina que el libro del bebé estaba sobre la cama y marcado. En algún momento durante el día él debió de haberlo recuperado del aparador y había estado leyendo con avidez de nuevo. Ella rió para si misma secretamente complacida. Esperaba que él encontrara sus comentarios adicionales
Todo el tiempo que había estado atendiendo los nudillos de Jack pensaba en pasarle las manos sobre su pecho y vientre, descendiendo para sentir el duro bulto de su muy evidente erección. Amaba lo que podría hacerle y la mayor parte del tiempo ella lograba bloquear el pensamiento de que el Doctor Whitney había orquestado la intensidad de la química entre ellos.
Evitó los ojos Ken cuando ella se sentó.
– Vaya sonrisa.
– Nunca lo había escuchado disculparse, desee grabarlo sólo para volver a verlo más tarde y saber que no me he vuelto loco, él podría ponerse de rodillas y proponértelo -dijo Ken-. Y por cierto los biscuits estaban grandiosos, si Jack no viene pronto, me los comeré todos hasta el último -para probar su punto remojo uno en la salsa.
Briony sacudió la cabeza.
– ¿Cómo sobrevivían antes de que viniera aquí?
– No lo sé, no eres sólo un ángel, eres una diosa, una mujer debería saber cocinar solo para ser calificada como mujer.
Briony se ahogó con la leche.
– Y tú crees que tu hermano es machista, realmente Ken voy a arrojar toda la comida a la basura por ese cometario ¿por qué no aprendes a cocinar?
– Puedo cocinar, lo he hecho, solamente que no puedo hacerlo así -dijo Ken-. Y por supuesto soy machista pero no es mi culpa
– ¿Si?
– No, Jack nació primero y comparte mis genes, no lo puedo remediarlo si me infectó dentro del útero.
Briony rompió a reír.
– Debí saber que esa sería tu excusa.
Jack se detuvo en la entrada, apoyando la cadera contra la jamba, secándose el pelo mientras escuchaba a Briony y Ken lanzándose bromas, ella sonaba feliz, cómoda en su relación con Ken, de hecho, Ken podía hacer eso, a él le gustaba genuinamente la gente y a la gente les gustaba él. Briony había pasado de sus cicatrices y pareció ver al hombre que Jack veía, uno que era respetado y amado, Jack podía ver que Ken estaba relajado e incluso feliz en compañía de Briony.
Jack examinó sus sentimientos de cerca, quizás había una punzada de celos, pero no por la risa compartida y la manera en la que parecían volverse cercanos, si no por que Ken era mejor y ella merecía lo mejor.
Briony estaba buscando la cafetera cuando él se detuvo camino al cuarto.
– Claramente estipula que nada de cafeína.
La mirada de ella saltó a su cara.
– No, no lo hace, leí el libro entero y no está en ningún sitio, tendrás que leerlo de nuevo.
– Tú lo harás -sacá un marcador rojo del bolsillo y lo levantó-. Este libro es la última edición, con un nuevo e importante texto.
Le lanzó una pequeña sonrisa tímida por la intimidad compartida
Ken alcanzó otro biscuit y un cuchillo se deslizó por el aire para clavarse en la mesa a media pulgada de una de sus manos.
– Retrocede ladrón de biscuits.
Briony elevó los ojos.
– Grandioso Jack, será mejor que no hagas eso delante del bebé.
– Bebés -la corrigieron ambos hombres.
– Maravilloso sonido envolvente -se quejó Briony.
Jack sacó la hoja de la mesa y la deslizó en la funda de su cinturón.
– Ella dijo que perdí la cabeza hermano, ¿alguna vez me has visto perder la cabeza?
Ken tosió en su servilleta, casi ahogándose y Jack tuvo que darle pequeños golpes en la espalda, la mano de Jack se detuvo en el hombro de su hermano y lo apretó brevemente antes de sentarse.
Capítulo 15
Briony miró a Jack mientras caminaba suavemente con los pies descalzos alrededor de la oscura habitación. Se había quedado hasta tarde leyendo, en su mayor parte estaba segura, con la esperanza de que estaría dormida cuando él llegara a la cama. Su proximidad tenía que ser tan difícil para él como para ella, estar continuamente rodeada por su olor. Era difícil estar en su cama y no fantasear sobre él.
– Deberías estar dormida -le dijo él bruscamente, estando de pie a su lado.
Sus hombros se veían amplios, los brazos esculpidos con músculos definidos y en la oscuridad ella no podía ver el horrible nombre tallado en el pecho. Era impresionante. Su pulso trazó una muesca.
– También deberías.
Él se apoyó por un momento, solo mirándola hacia abajo, casi indeciso.
– Te tomaste las vitaminas hoy, ¿verdad?
Él se deslizó en la cama al lado de ella, no bajo las colchas sino encima, dándole una medida de privacidad, pero ningún alivio temporal verdadero de la necesidad sexual que la atenazaba tan bruscamente. La luz de la luna lo atrapó durante solo un momento y sus ojos brillaron como la plata, fríos como el hielo y desprovistos de emoción, como si se hubiera distanciado de ella.
– Has estado leyendo ese libro otra vez, ¿verdad? -lo acusó ella.
– Es un buen libro, muy informativo, sobre todo con todas las nuevas adiciones. Pienso que deberíamos encontrar las específicas para llevar gemelos.
– Eres malo. Sabes que no quiero pensar en gemelos. Siempre lo mencionas y tienes a tu hermano haciendo lo mismo, tengo dolor de estómago.
Sus ojos le sonrieron. Rieron. A Briony el aliento se le quedó atrapado en la garganta. ¿Cómo podían unos ojos ser tan planos, fríos y desprovistos de emoción y al próximo momento ser calientes, brillantes y moverse sobre ella con una pasión tan cruda?
– Jack -dijo su nombre y escuchó el dolor.
Él lo escuchó también. Ella observó los cambios en la cara, la dureza, la palidez, el ligero desvanecimiento. Él se retiró, pero ella sintió como le temblaba el cuerpo.
– Briony -la voz de Jack era tensa, tal vez un poco demasiado ronca, pero no podía parecer indiferente u ocasional cuando era la última tentativa para hacer las cosas correctamente-. Quiero que me escuches hasta el final y de verdad me escuches por una vez.
Su mano encontró la suya en la oscuridad. ¿Comodidad? ¿Una oferta? ¿Miedo? No sabía, porque no le abría la mente, no cuando sabía que lo que le iba a decir haría que echara a correr. Él no sería capaz de soportar su terror hacia él, su repugnancia, la repugnancia hacia el monstruo que sabía que era. Sus dedos se enredaron con los suyos, cerrándolos como si fueran de su propiedad. Cerró los ojos y buscó la fuerza interior. ¿Por qué era más fácil hablar después de que se cerrara la noche?