– No nos asesinarías, Jack. Es increíble que puedas concebir eso. No podrías. No está en ti. Desde luego que intentarías detenernos si nos amaras. Cualquier hombre lo haría. Eres un hombre decente, idiota. Solo eres un hombre difícil. Hay una diferencia. ¿Y se te ha ocurrido que tienes tanto miedo de parecerte a tu padre que examinas tus motivos demasiado? La gente se pone celosa, posesiva e intentan aferrarse demasiado fuerte. Conoces tus debilidades y fuerzas. Tal vez te desbordarías un poco para mantener a la mujer que te gusta contigo, pero no le harías daño. Nunca, Jack. No lo pienso, lo sé con absoluta certeza.
– A veces te asusto.
– Todos me asustan a veces. Me avergüenza admitir que soy la gallina más grande sobre la faz de la tierra. Eres un hombre que intimida un poco por el lado despiadado y nunca sé lo que vas a hacer.
– O de lo que soy capaz de hacer.
– No puedo saber de lo que eres capaz, Jack, pero sé de lo que no eres capaz. Soy una buena jueza sobre los caracteres y he estado en tu cabeza. No eres capaz de asesinar a una mujer sobre todo si te gusta. En cuanto a los bebés, Jack, nunca dañarías a tus propios niños. Morirías por protegerlos. Eres muy diferente de tu padre pero aun no lo sabes.
– Te amo sólo por cómo eres, pero yo querría dominarte, insistiría en que lo hicieras a mi modo.
– ¿Cómo no voy a ser consciente de eso? Crecí con cuatro hermanos, Jack. Mientras no me consideres sumisa, tampoco discutiré por ello. Si es realmente importante para mí, te avisaré y si no te echas atrás, probablemente lo haré de todos modos y podrás gritar todo lo que quieras.
Sus ojos se encontraron con los suyos, y había algo allí en el oscuro y peligroso parpadeo; pero mirando más allá, había algo más. Algo profundo y duradero, una emoción en la que quería envolverse.
– Te doy una última oportunidad Briony. Conseguiré otro equipo que cuide de ti. Puedes quedarte con Lily en la fortaleza. Ella es un ancla. No sentirás ningún dolor alrededor de los demás.
– No estoy contigo porque seas un ancla.
– Maldita sea, Briony, ¿has escuchado algo de lo que te he dicho? Si te quedas conmigo, nunca te dejaré marchar. Te volveré loca…
– Es una agradable clase de locura, pero si no me quieres aquí…
Él en realidad gruñó, como un lobo. Ella escuchó el gruñido de cólera y su mano cogió la suya y lo obligó entre sus piernas a rozarse sobre la dolorosa y llena erección.
– ¿Sientes esto como que no te quiero? No puedo pensar claramente con el deseo por ti, y maldita sea, todo esto no es sobre el sexo tampoco. Whitney puede pensar que nos sobre-medicó directamente con las feromonas, pero este es un infierno mucho más complicado. Mi necesidad por ti, esta monstruosa erección, viene desde el corazón, no solo de la lujuria.
Hubo un momento, un latido del corazón, cuando ella no pensó que tendría el coraje para seducirlo, tomar lo que quería, pero entonces lo consiguió, conquistando el temor como siempre hacía. No dejaría a Jack Norton escabullirse de ella porque tuviera miedo a lo desconocido. Ella lo quería con cada respiración que tomaba, no debido al ansia que le atenazaba el cuerpo y el hecho de que sintiera que sus pechos aumentaban y dolían, si no por lo que veía dentro de él y amaba y necesitaba qué y quien era.
– Jack -dijo suavemente-. Siempre vienes a la cama con demasiada ropa encima. ¿Piensas que podrías hacer algo sobre esto por mí?
Él no llevaba camisa, pero llevaba puestos unos suaves pantalones de cordel de franela en concesión a su modestia. Él soltó el aliento retenido y su cuerpo suspendido, los ojos grises moviéndose sobre su cara con algo cercano a la esperanza, algo cercano a la desesperación y una intensidad tan oscura de crudo deseo que le quitó el aliento.
– Tienes que estar segura que esto es lo que quieres, nena -le dijo mientras se quitaba el ofensivo material de su cuerpo.
No era lo bastante fuerte para mantenerla a salvo. La quería tan fuerte que quería sentirla en los huesos, directamente sobre su piel. La había querido desde el momento en que la vio por primera vez y más después de que estuvieron juntos, es más, sabía que ella era la correcta para él.
Parte de él, la parte sana, casi la apartó, sabiendo el resultado, pero su instinto de conservación lo pateó y lo echó hacia atrás, dejando que sus manos le acariciaran el cuerpo, con suavidad, barriendo los golpes que le enviaban los estremecimientos de placer hacia su espina. Sálvame, entonces, Briony, pero Dios te ayude, espero que sepas lo que estás haciendo.
El aliento se deslizó sobre él, provocando sus sentidos, aumentando sus necesidades sexuales. Ella le besó la barbilla, mordisqueándolo por un momento y luego dejó un rastro de besos hacia su pecho, sobre las cicatrices, bajando hacia el vientre, hasta que él no pudo encontrar el modo de respirar adecuadamente. La lengua salió revoloteando, humedeciendo sus labios como un sedoso tobogán. Él no podía pensar claramente, sólo pudo jadear cuando su lengua se rizó alrededor de la gruesa longitud de su erección y comenzó con largos y lentos lametazos, como si saboreara un helado. Realmente nunca he hecho esto, si lo hago mal, dímelo.
No hay nada mal hecho. Si no disfrutas con ello… Ella lo estaba matando con aquella boca caliente, ahora mojada, tan apretada, el movimiento de la lengua y los diminutos golpecitos juguetones que casi lo llevaron a perder la cabeza. Ella besó el camino de su eje y a través de sus apretadas pelotas, la lengua continuó la pequeña incursión, tuvo que mantener apretados los dientes y aun así se le escapó un gemido. Para alguien que no sabe lo que está haciendo, está haciendo un maldito buen trabajo.
Solo sigo la pequeña fantasía de tu cabeza.
Infiernos. No sabía que podía fantasear sobre eso tan bien. Su imaginación nunca podía haberlo tomado del modo que su boca lo hacía. Ella hizo una pequeña figura en forma de ocho sobre su rígido eje y de repente se hundió en él, amamantándose, dibujando el aliento desigual sobre su cuerpo. Su boca se apretó otra vez, aspirando y atormentándolo, esta vez deslizándolo despacio casi hasta la garganta. La electricidad chisporroteó a lo largo de su endurecida polla. Estaba tan duro que pensó que explotaría, pero no hizo nada para pararla.
Esto era algo más que las sensaciones que creaba su boca, era su placer, el obvio placer que ella tenía amándolo. Él lo sentía en ella, aquello no era falso y definitivamente Briony disfrutaba de ello. Más que gozar ella misma, estaba caliente y mojada, sus caderas moviéndose al automático ritmo del deslizamiento de su boca.
La lengua lo azotó con calor, rodeándolo y explorándolo y luego chupándolo otra vez y él no podía detener los rayos de relámpagos que le atravesaban el cuerpo o la necesidad de tomar el mando. Su mano tomó el pelo en un puño, tirando la cabeza hacia atrás solo para tener el ángulo perfecto para poder ver como empujaba más profundamente en su boca, entonces podría asumir la dirección y el ritmo.
Ella vaciló y él saboreó el miedo en su mente ante la pérdida del control de la situación. Esto es muy bueno, nena, muy bueno. Relájate para mí, tú puedes hacerlo. Él se retiró, gimiendo cuando las sensaciones eróticas le subían vertiginosamente a través del cuerpo. Él empujó más profundamente, manteniéndola en el lugar, la vista de su polla desapareciendo en el calor aterciopelado de su boca casi lo condujo al borde. Más fuerte. Eso es, nena. Más fuerte. Ella lo mataba y él no podía parar, no podía ser apacible con ella con las pelotas en tensión y los truenos rugiendo en los oídos. Le iba a explotar la garganta.
Él quería saborear este momento, mantenerlo en la memoria para siempre, pero era demasiado tarde, le acariciaba el saco, agarrando la base de su eje mientras él empujaba profundamente, sintió la carrera de fuego a través de su columna extendiéndose y extendiéndose caliente y penetrante, hasta que explotó, gritando con voz ronca, cuando su eje hizo erupción en caliente, a chorro. Incluso entonces no podía dejarla ir, manteniéndola, hasta que francamente no supiera si lo dejaba seco o la obligaba a aceptarlo.