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Ken regresó para conducirla hasta un claro, atravesando un cobertizo hasta la mina misma. Era vieja, pero sólida. Briony permaneció en la entrada.

– Si tengo que volver a esconderme, ¿cómo encuentro la salida?

– No es un laberinto como muchas minas. Tiene dos túneles. Ambos tienen una salida. El túnel izquierdo es la mejor opción; termina en un frondoso bosque, más a cubierto. Estarás bien, dulce. Uno de nosotros vendrá a por ti. Si no te avisamos antes, dispara a todo lo que se acerque -le entregó la bolsa con su ropa-. Voy a borrar el rastro y a ayudar al idiota de mi hermano. Se nos podría volver un psicópata y sería un infierno limpiar el desorden.

Briony inclinó la cabeza, esbozando una pequeña sonrisa.

– Ten cuidado, Ken.

Ken se inclinó para abrazarla, en un torpe intento de reconfortarla, y luego se colgó el rifle al hombro y corrió de regreso hacia la casa.

Jack estaba rodeado, intentando disparar a los soldados uno a uno, pero estaba atrapado por el segundo soldado realzado. Ken se apresuró a borrar las huellas que iban desde la entrada de la mina de regreso al túnel. Estoy en camino. No me dispares.

Venga, Ken. Encárgate del hijo de puta a mi espalda. Whitney no puede permitirse el lujo de perder demasiados soldados realzados. Podría poder realzar algunos físicamente, pero tienes que partir de alguna habilidad psíquica previa que puedas fortalecer.

Tengo a algunos soldados entre nosotros.

Al tiempo que enviaba el pensamiento a Jack, un soldado se reveló delante de él, cubierto de hojas y ramas, disparando una pistola. Ken abatió su cuerpo en un giro, golpeando con el pie, para evitar los disparos, pero el cuchillo en la otra mano del soldado envió un rayo ardiente por su muslo. Atrapó al soldado por las caderas y le envió tambaleándose hacia atrás. El arma se disparó una segunda vez, la bala atravesó los árboles, arrancando algunas hojas de las ramas.

Ken saltó en el aire, dando una voltereta sobre la cabeza del soldado para evitar el siguiente disparo. Aterrizó sobre un árbol y pateó al soldado en la cabeza, metiendo la puntera de su bota en la nuca del hombre. Cayó como un ladrillo, y Ken estuvo sobre él, rompiéndole rápidamente el cuello y dejando el cuerpo caer al suelo. Le quitó las armas, munición, y una radio diminuta, y de nuevo empezó a seguir el arroyo hacia la casa, con mucha más cautela. Obviamente los soldados camuflados se habían dispersado y rodeaban la casa.

Me aproximo por el este.

Ya era maldita hora. Jack avanzó poco a poco y con dificultad para conseguir un mejor ángulo de uno de los soldados moviéndose a través del patio hacia el este. Tenía que cubrir el acercamiento de Ken, pero el soldado realzado no le daba nada con lo que trabajar.

El aire a su alrededor brilló tenuemente, se volvió opaco. Notó el impacto en el pecho y la cabeza, como si algo sacase el aire de su cuerpo. El soldado realzado estaba haciendo su movimiento, formando un escudo alrededor de Jack.

Jack comenzó a rodar, alzando el rifle, pero no tenía blanco. No estaba seguro de que una bala pudiera penetrar en el escudo psíquico. Sólo dos hombres que conociera podrían hacer tal cosa. Kadan Montague y Jesse Calhoun. Jesse trabajaba con los SEAL y Kadan pertenecía a otro cuerpo, una mezcla de varias fuerzas especiales a las órdenes del General Rainer. ¿El Almirante o el General los habían enviado? Alguien estaba trabajando con Whitney y ellos tenían que encontrar a quién, o tarde o temprano ambos equipos iban a ser asesinados. Ahora que Whitney había conseguido su propio ejército, todos ellos debían ser prescindibles.

– Así es que tú eres Jack Norton. Oigo hablar de ti todo el tiempo. La elite. Lo mejor. Tú y tu hermano sois imparables. Nadie puede disparar contra ti desde tierra. Veamos cuán bueno eres en realidad. Si me quieres, baja el rifle y luchemos.

Jack guardó silencio, intentando obtener la posición exacta por el sonido de la voz.

– Andas buscando una reputación.

– Tengo una reputación. Tú eres un modelo antiguo, defectuoso.

– Quieres decir que puedo pensar por mí mismo -Jack trató de avanzar poco a poco y con dificultad hasta el borde del techo, pero una bala se estrelló contra las tejas junto a su bota, advirtiéndole de que se quedara quieto.

– Voy a matarte -dijo el otro hombre, la confianza se reflejaba en su voz.

– ¿Quién diantres eres?

– Me llamo Will Gunthrie. Me recuerdas. Me pusiste un arma en la cabeza cuando estuvimos en la selva en Colombia. No te gustó mi actitud.

Jack le recordaba, el recuerdo le traía bilis a la garganta. El muchacho era un auténtico asesino, disfrutaba infligiendo dolor. Era más que un trabajo; quería hacer daño. No había matado directamente, aunque había dejado a dos guardas con cuchilladas en el vientre, tratando de reponer sus intestinos adentro. Los hombres como Gunthrie le ponían enfermo a Jack.

– Has estado practicando con el cuchillo, ¿no, Willie? -preguntó Jack suavemente-. Te lo quité y te puse un arma en la boca y te measte en los pantalones. Te despiertas por las noches bañado en un sudor frío, verdad, pensando en mí pateando tu penoso culo.

El escudo se expandió y se contrajo como si el temperamento de Will hubiera dado una llamarada, pero cuando habló, su voz era tan calmada como siempre.

– Quiero mi oportunidad, Jackie. Eres tan machote, el hombre del saco de los francotiradores, tú y ese hermano tuyo. Es extraño cómo nadie lo ve o lo oye hasta que es demasiado tarde. Pero tú eres el único de quien hablan. El Gran Jack el Malo.

– Sí, está allí afuera, en alguna parte en las sombras, Will, hay una gota a tu derecha. ¿Estás sudando otra vez? Empiezas a sentirlo, ¿verdad? ¿Aun tienes el tic en el ojo izquierdo? Yo apuesto por el entrecejo, pero a Ken le gusta el ojo izquierdo.

– Si quieres matarme, Jack, atácame con un cuchillo. Tus armas no van a servir esta vez.

Jack suspiró.

– No tengo el tiempo para estas tonterías, Willie, pero si tu ego necesita un empujón, hagámoslo y supérate.

¡Sabes que es una trampa, Jack! Aún no puedo ver el tejado. Hay algún tipo de luz que me deslumbra. Estoy en posición. Debería poder veros a ambos, pero la neblina cubre el techo. ¿Puedes salir de ahí?

Creo que no, Ken. Voy a tener que hacer esto a su manera. Ha estado esperando mucho tiempo. Debería haberle pegado un tiro en el culo en Colombia cuando le encontré torturando a los guardas. Debí hacerlo, pero tuvimos que combatir para salir de allí y necesitábamos a cada hombre.

¿Sabías que formaba parte de los experimentos psíquicos, Jack? ¿Le viste haciendo las pruebas?

No. Pensé que lo habían matado un par de meses después que hicimos las pruebas. Le estuve controlando y se rumoreaba que recibió un tiro en Afganistán.

Podría ser una trampa, Jack. Hay dos helicópteros, y uno está sobrevolando el tejado. Tengo una radio, y están ordenando a tu chico que se sosiegue y quite el escudo. Tan pronto como te dejes ver, podría hacerlo y dejar que los chicos del helicóptero se permitan una cacería de pavos.

Jack sacó la correa del rifle por su cabeza y dejó a un lado el arma. Dio una palmadita a la Glock en su pistolera y sacó el rifle fuera de la chimenea, dónde Will lo pudiera ver.