– Puedo oír el helicóptero. Suena raro.
– Le di. Esa maldita cosa se tumbó hacia un lado y echó a perder mi disparo. No oí que Jack acabara con él.
– ¿Podrías decirme si Luther estaba en el helicóptero? -preguntó ella ansiosa.
– No lo vi, pero Jack le disparó, así que probablemente esté buscando atención médica. Espera -Ken le puso una mano en el hombro y se calló.
Briony contuvo el aliento para evitar hacer ningún ruido mientras escuchaba con atención. Pequeños sonidos penetraron en el túnel de zarzas un lagarto escurriéndose por la roca, el zumbido de unas abejas cercanas, el canto de un pájaro, y el parloteo de una ardilla a lo lejos.
– Sólo tenemos que gatear unos minutos más y llegarás a una sólida pared de arbustos. No es fácil quitar la maraña del camino, ya que están llenos de espinas. Si puedes déjame pasar.
– ¿Estás loco? No hay espacio para que pases. Lograré abrirlo.
– Y luego cuando Jack descubra que estás cortada en pedacitos, se pondrá desagradable conmigo. ¿Has notado que en lo que se refiere a ti tiene una veta protectora bastante grande?
Ella rió en voz baja.
– He notado que tiene una veta protectora con todo el mundo. Sólo que no parece darse cuenta -Briony lo miró por encima del hombro, agradecida que estuviesen lejos de las ondulantes nubes de humo-. Siempre cuidas de él, ¿no es así?
Ken se encogió de hombros.
– Puedo manejar algunas cosas mejor que él, y él me cuida las espaldas en otros asuntos, así todo sale bien.
Y justo en este momento, Ken, estás protegiendo lo que más quiero. Nunca podré compensarte por lo que estás haciendo hoy.
Cierra la boca, vas a hacerme llorar. Le devolvió Ken con sarcasmo, pero la verdad era que la desnuda emoción en la mente de Jack fue suficiente para que le ardieran lágrimas detrás de los ojos.
Cuando Briony llegó hasta lo que parecía un gigantesco laberinto de zarzas, se le ocurrió de pronto que Ken no se sentía cómodo en compañía de otros más de lo que se sentía Jack, pero por el bien de su hermano se obligaba a lidiar con cosas cotidianas.
Briony le brindó una breve sonrisa.
– Tú le arrastras al bar para mantenerlo civilizado, ¿no?
– Viviría en una cueva si no lo hiciera -dijo Ken.
Y tú también lo harías, añadió su hermano a la conversación.
Briony estudió su cara.
– Al igual que harías tú.
Él sonrió débilmente, pero la sonrisa no alcanzó sus ojos, y murió inmediatamente.
– No soy tan diferente a Jack. Mi padre también está dentro de mí. Sé que Jack te ha hablado de él. Ambos tenemos que vivir con lo que podríamos llegar a ser en las circunstancias adecuadas, y los dos tenemos que esforzarnos para evitar cualquier situación que pudiera sacar a nuestro padre de nosotros.
– Él no está dentro de ti, Ken.
– Lo está. Lo siento aquí, agazapado como un monstruo, simplemente esperando a que lo deje salir. Jack puede que sea el que lo mató, pero yo lo habría hecho de haber podido. Lo ataqué con el bate cuando estaba apaleando el cuerpo muerto de mi madre. Él me quitó el bate y me rompió los brazos.
– Fue en defensa propia. Todos tenemos derecho a protegernos a nosotros mismos. No entiendo como ninguno de los dos se puede comparar con ese hombre. No habéis sido más que amables conmigo, protegiéndome.
– Jack es bastante capaz de ponerse violento, al igual que yo.
Ella negó con la cabeza
– Eso no es noticia de última hora, Ken. Yo también lo soy. Muchas personas lo son, en las circunstancias requeridas. Ambos tenéis una visión retorcida de quienes sois. Os aguanto más que a mucha gente cualquier día de la semana.
– Eso es sólo porque te estamos salvando el culo ahora mismo, no dándote órdenes -Ken le tendió un par de guantes.
– Póntelos, te ayudarán.
– Gracias. Y sabes, Ken, que los hombres no pueden ordenar a las mujeres si no se lo permitimos. Le dejé a Jack tomar la iniciativa porque quería aprender de él. Sabe cómo sobrevivir, y puede enseñarme, y eso me permitirá mantener a los niños a salvo, pero créeme, siempre he sido de esa clase de chicas que hacen lo que quieren y al diablo con las consecuencias. Mis hermanos siempre sintieron una falsa sensación de seguridad porque yo accedía a la mayoría de lo que querían. Si algo no es lo suficientemente importante para mí de alguna forma -se encogió de hombros-, pero es importante para la otra persona, ¿por qué no dejarles hacerlo a su modo?
– ¿Esa es la razón por lo que actuabas en público aunque te causase dolor?
– No, tonto. Lo hice porque quiero a mi familia. ¿Vas a la tienda de comestibles y te encargas de la leñera cuando podrías al menos sacar las uñas?
– De acuerdo.
Briony tiró de los bordes de dos briznas de gruesas y enmarañadas enredaderas hacia ella y las empujó a su derecha.
– Nunca he sido amante de los matorrales de bayas.
– Abrir una brecha puede ser particularmente desagradable si resulta que algún oso está tomando un pequeño aperitivo.
– Gracias por el aviso.
– Me ofrecí a ser valiente e ir primero.
– Cierto, lo hiciste. Afortunadamente, no huelo ningún oso cerca, aunque creo que tu hermano se nos acerca rápidamente.
Debes apestar. Briony ya puede olerte, le informó Ken a su hermano.
Puro afrodisíaco, le contestó Jack.
Jack se deslizó a través del túnel a toda velocidad, deseando volver con Briony. Había sentido tal estallido de amor, de orgullo y admiración cuando ella había tomado la decisión de confiarle su vida. Se había sentido humilde ante su fe en él, por el amor que vio en los ojos de ella justo antes de que se girara y corriera por el campo abierto lleno de humo.
Necesitaba llegar hasta ella para limpiarle la laceración en el costado. La última cosa que ella necesitaba era una infección, y con la herida abierta podría coger una con facilidad. Pero más que eso, quería encontrar un lugar donde estar protegidos y que ella pudiera descansar. Jack le había dicho que los bebés estarían bien, pero no estaba demasiado seguro. No había tenido oportunidad de leer por completo el libro sobre embarazos, y estaba preocupado.
Briony apartó las zarzas y salió con cuidado. El humo negro flotaba en el aire y se rizaba alrededor de las crestas de los arbustos y la maleza. Ken se levantó frente a ella, el arma lista, sus ojos recorriendo el área alrededor de ambos con metódica paciencia. Detrás de ellos, Jack hacía lo mismo.
– Sigue a Ken, cariño. Te guiará a través de la maleza. Tenemos montado un pequeño campamento no muy lejos de aquí. Allí podrás descansar hasta el anochecer.
– ¿No crees que vendrán tras nosotros?
– Esa es la idea. Pensarán que estamos atrapados aquí, y tarde o temprano se pondrán en marcha.
– Necesito encontrar a Luther, Jack. Puede llevarnos hasta Mari.
– ¿Estás completamente segura de que tienes una hermana? Whitney podría ser capaz de implantar recuerdos como lo es de hacerlos desaparecer.
Briony alargó la mano hacia él, mente con mente, intentando hacerle sentir lo que ella sentía, el vacío, la alegría del descubrimiento, el sonido de dos voces entremezcladas. Jack y Ken usaban la telepatía al igual que Briony y Mari.
– Inténtalo. Inténtalo ahora -le sugirió Jack. Le cogió del brazo mientras caminaban por un arroyo poco profundo-. Las piedras son peligrosas, aquí, Briony. Vigila donde pisas.
Briony se concentró en recordar a su hermana lo que se sentía al estar con ella, al verla y relacionarse con ella. Sentía las rocas afiladas y resbaladizas bajo los pies y el agua fría filtrándose en sus zapatos, pero su mente ya estaba alejándose, alargándose hacia Mari. ¿Dónde estás? No puedo encontrarte. ¿Sabes quién… me recuerdas? Mari. Contéstame.