Ella acarició con la nariz su pecho, le gustaba el ritmo constante de su corazón bajo su oreja.
– La música country es buena música.
– Después de la otra noche decidí que podría agradarme. ¿A qué demonios estabas jugando, de todos modos?
– ¿No te gusta el rap? -Su risa estaba amortiguada-. ¿Cómo iba a saber que no te gustaría ese grupo en particular?
Él tiró de un rizo un poco más fuerte como castigo, luego frotó el punto con dulzura cuando ella gritó agudamente.
– Porque escribo números uno de éxito todo el tiempo y ninguno de ellos ha sido nunca un rap.
– Maníaco egoísta -acusó-. No todo el mundo tiene que escuchar tu música.
– Eso es cierto, bebé, no me importa si el mundo entero deja de escucharla -sus labios rozaron su pelo otra vez-. Excepto tú. No sólo tienes que oírla, sino que te tiene que gustar. -Le ordenó bruscamente.
Se rió suavemente, relajándose en contra de él.
– Entonces cántame.
Hubo un largo silencio largo. Jess se aclaró la garganta.
– ¿Cómo dices?
– Canta. Ya sabes. Oh baby, baby, dum de dum. Cántala.
– No canto, escribo. La música y el texto de la canción. Escribo, Saber. Y se los vendo a otros artistas. Trabajo para la marina. No tengo una banda.
– ¿Cómo es eso, Jess? Es obvio que eres rico, tienes una reputación como compositor, pero estás todavía en el ejército. Estás en una silla de ruedas.
– No lo había notado.
– Sabes lo que quiero decir. ¿Por qué estás todavía allí?
– ¿Quién dijo que lo estoy?
– He vivido aquí diez meses. Sé que estas realizando algún tipo de trabajo para ellos. ¿O se supone que no lo sé?
– Se supone que no lo sabes.
Ella se instaló más profundamente en su pecho, contemplándole con humor en los ojos.
– Bien entonces. Seré una ignorante. Cántame, Jess. Si no puedo tener la luz encendida, y no podemos discutir lo completamente estúpido, que es para ti que te quedes en el ejército, entonces al menos puedes cantar.
– ¿Es esto lo que tengo que esperar con ilusión el resto de mi vida? -Preguntó, recogiendo su pelo con las manos.
– Un destino peor que la muerte -Saber estuvo de acuerdo adormecida.
Por lo menos no exigió saber lo que quiso decir. Jess sacudió mentalmente la cabeza. No podía permitirse más errores como ése. Saber no permanecía en un lugar mucho tiempo y últimamente había estado inquieta, mirando sobre su hombro. ¿Se disponía a dejarlo? Le había dicho que ella no huiría más. No correría el riesgo de ponerla más nerviosa, porque se juró, no iba a dejarla ir, y descubriría cada uno de sus secretos, le gustará o no.
– Jesse -Saber sonó petulante.
Él se recostó sobre las almohadas, con la cabeza de Saber en su pecho.
– ¿Una canción? -Suspiró Jess excesivamente-. Eres muy exigente.
– No pierdas el tiempo -murmuró.
Jess cerró los ojos y se permitió sentir su piel satinada, el limpio perfume femenino que se filtraba en él. Se tragó el nudo de su garganta y le cantó a Saber su canción. La única que había escrito para ella, la que latía en su corazón, en su cabeza, cada vez que la miraba o pensaba en ella. Una lenta y soñadora balada.
Ella se mueve como un artista, elegante y libre
Al igual que la pintura fluye en un lienzo fácilmente
Oh, pero esos ojos que obsesionan
Hacen que me dé cuenta
De la profundidad de los sentimientos que se agitan dentro de mi
Es la mujer con la que sueña
Un niño que juega
A hacer cruzadas por los demás, en su propia manera especial
Cuando pienso que se ha acabado, sólo es el principio
Cuando me miro en sus ojos…
Oh, pero esos ojos que obsesionan
Hacen que me dé cuenta
De la profundidad de los sentimientos que se agitan dentro de mí.
Al igual que el vuelo de la mariposa en la suave brisa
Sus delicados rasgos son tan luminosos de ver
Es una mujer, una guerrera que nunca se rinde
Oh, pero mi esquiva mariposa
Hace que me dé cuenta
De la profundidad de los sentimientos que se agitan dentro de mí.
Jess sintió sus lágrimas sobre su pecho mientras su voz se desvanecía. Las manos se apretaron posesivamente, una en el pelo, la otra alrededor de la cintura. No necesitó palabras, sus lágrimas eran suficientes. ¿Sentía las profundas emociones agitándose en él? ¿Se daba cuenta ella de que estaba abriéndole el corazón? Le permitió que se ocultara, no queriendo empujarla cuando era tan vulnerable.
Saber fue a la deriva en un sueño irregular. Él esperó hasta que su respiración fue lenta e incluso antes alcanzó el lado de la cama y encontró el cuchillo. Con sumo cuidado lo deslizó por la punta en la pequeña bolsita de su silla. Podría examinarlo por la mañana, tomar alguna huella digital, para saber si una persona aparte de Saber había utilizado ese cuchillo militar en cuestión.
La sostuvo la mayor parte de la noche, algunas veces durmiendo, otras veces simplemente yaciendo despierto, disfrutando de la sensación de ella entre sus brazos. Su fiebre disminuyo en algún momento cerca del amanecer, y con pesar, Jess se alejó de su lado, sabiendo que no estaría feliz si se despertaba para descubrirlo a él en su cama, recordándole sus lágrimas y su compartida noche emocional. Ella no sabría cómo manejarlo, y con ella tan cerca de huir, él no iba a darle ninguna oportunidad.
El sujeto Wynter llegó temprano. Dupliqué la dosis de acuerdo con lo que habíamos decidido desde un principio para infectarla. Su sistema es mucho más resistente de lo que ella cree. Buscaremos la manera de obtener más de su sangre para trabajar. Ella continúa dejando de lado su entrenamiento diario. Creo que está en lo correcto al insistir en el aislamiento y el entrenamiento diario. Mientras más tiempo pase sin ejercitar sus habilidades, más rápido será su declive. El sujeto Calhoun ha tenido visita frecuentemente. Lily Whitney y Eric Lambert le visitan de forma regular, pero casi nunca cuando Wynter está en la casa. Lily está bajo una fuerte vigilancia durante el tiempo que está con Calhoun, por lo que un rapto sería casi imposible. Veremos cómo Wynter hace frente a la infección y si Calhoun demanda atención médica.
Apagó la grabadora, deseando poder demorarse, pero no se atrevía esta noche. Se estaba arriesgando demasiado, y no podía arriesgarse a que lo atraparan. La muerte llegaba raudamente a los que fracasaban. Quería el premio que estaba delante de él. El realce, tanto psíquico como genético. Podría obtener lo que quería luego. Sí, y se estaba divirtiendo a lo largo del camino. La próxima vez tal vez volvería a traer diversión. Le gustó la mirada de la puta mientras se daba cuenta de lo que él tenía intención de hacer. Su semilla había sido untada por todo su rostro y la protesta en sus labios en el momento preciso en que ella había entendido que tomaría su vida también.
– No, cariño, no me has complacido tanto como pensaste -murmuró en voz alta y miró hacia la ventana, sonriendo con una fría y oscura promesa.
CAPÍTULO 4
Saber abrió los ojos lentamente, a regañadientes. A su lado, la cama estaba vacía. Se sintió dolorida y lastimada, pero la fiebre se había ido. ¿Qué demonios le había pasado para estar tan enferma? Nunca estaba enferma, nunca, y había sido un shock. No lo había manejado muy bien tampoco.