Sujeto Wynter. Algo ocurrió esta noche mientras estaba ausente. El sujeto dejó la residencia, por lo que me hace creer que el virus tuvo poco efecto en ella. Casi me atrapó. Estaba a punto de girarme en el camino cuando se me acercó por delante. Para evitar delatarme continué alejandome de la residencia. Creo que comienza a sospechar que está bajo vigilancia. Creo que vamos a necesitar otro par de ojos y oídos para mantener adecuada…
Dejó de dictar abruptamente.
No quería a nadie alrededor para presenciar cualquier diversión que pudiera tener mientras recogía información- después de todo, ese era su negocio. Borró la cinta entera. No era su noche para la vigilancia. Si ella había salido de la residencia y no había sido atrapado, entonces no estaba sobre él. Nadie se enteraría de que había querido echar un fugaz vistazo a su ventana, que algunas veces se sentaba a escuchar su voz en la cinta y miraba fijamente al dormitorio con la esperanza de vislumbrarla momentáneamente. Encontraba estimulante sentarse simplemente debajo de ella, a simple vista, creando sus planes para la pequeña y sexy sirena… tenía tantos.
CAPÍTULO 5
– Levántate, Saber -dijo Jess desde el fondo de la escalera-. Sé que puedes oírme. Ven aquí abajo.
Tenía que verla. Era patético lo mucho que la necesitaba, la alegría que traía a su vida.
– Lárgate -su voz sonaba amortiguada, confirmando sus sospechas de que ella tenía las mantas sobre la cabeza para bloquear la luz del sol-. Acabo de acostarme.
Saber no estaba segura de poder mirarle a la cara. La idea de que hubiese intentado matarle, la había mantenido despierta toda la noche. ¿Y que si no hubiese intentado usar el cuchillo? Él nunca lo habría sabido, nunca habría sido capaz de defenderse a sí mismo.
– Es culpa tuya que no te acostases anoche. Y puedes olvidarte de cualquier muestra de simpatía por mi parte. No después de la manera en que me despertaste a las cinco de la mañana con esa porquería a la que llamas música.
Ella le respondió con total silencio. Estaba avergonzada de su falta de control. Cubrió su cara con las manos y podría haber llorado de desesperación.
Escaleras abajo, Jess suspiró.
– En serio, cara de ángel, si no bajas en cinco minutos, subiré por ti. Y si me das algún problema, no te gustarán las consecuencias. -Amenazó.
La oyó revolverse, refunfuñar. Algo golpeó la pared y sonrió. Saber bajó al vestíbulo descalza, frotándose somnolientamente los ojos con sus puños. Apoyó la cabeza en el pasamanos, su brillante pelo, una intrigante masa de rebeldes rizos. Llevaba puesto lo que parecía ser una de sus viejas camisas, una que estaba seguro haber tirado recientemente. Pensar en ello le hizo sonreír.
– ¿Qué quieres exactamente Rey Dragón? Porque esto es un comportamiento totalmente incivilizado -acusó ella-. Incluso para ti.
Ella se veía increíblemente pequeña y femenina, sus enormes ojos tan somnolientos que parecían ser una abierta invitación a la tentación. Parecía pecaminosa y sexy, las dos cosas juntas, su cuerpo respondió del modo ya habitual, endureciéndose y doliendo con una demanda que temía, nunca sería completamente satisfecha.
– Mi fuerza de voluntad se está acabando -refunfuñó él.
– ¿Qué? -Saber lo miró más confusa que nunca-. Jess, lo que estás haciendo no tiene ningún sentido. No es que piense que lo que haces normalmente tenga sentido, pero es que es sólo mediodía. Para mí mediodía es lo mismo que las tres de la mañana para cualquier otro. Estoy en el modo "sueño profundo". No me importa lo mono que te veas, lárgate y deja de molestarme.
– Para de quejarte y baja aquí. Patsy está de camino. -¿Mono? ¿Ella le encontraba mono? Como algún osito de peluche. Lo que era peor que si le hubiese llamado dulce. Iba a enseñarle lo mono que era, si seguía mirándolo de esa manera.
– ¿Patsy? -Saber gimió y sacudió la cabeza-. Oh, Jess, no. No puedo enfrentarme a tu hermana sin haber dormido. Ella piensa que tengo diez años y que eres un pervertido que arruina mi virtud.
– Bueno, no te sientas mal. Normalmente, ella piensa que la mujer es una vampiresa que anda tras mi virtud, por lo que tú eres la afortunada esta vez.
Ella se sentó en lo alto de la escalera, alisando el faldón de la camisa sobre sus rodillas, su pelo cayendo salvaje y sus pestañas entrecerrándose.
– Pobre Patsy. Ella siempre intentando buscar a alguien, me gusta, realmente me gusta, pero es… -se paró, buscando la palabra correcta para describir a su hermana mayor.
Él se encontró sonriendo. Ella siempre lograba hacerle sonreír.
– ¿Un cartucho de dinamita? Vamos, pequeña, tómate una ducha y come algo. En el tiempo que echa en llegar hasta aquí, estarás en plena forma.
– Nunca estaré en plena forma con Patsy cerca -refunfuñó-. ¿No podemos fingir que no estoy aquí? Puedo permanecer aquí arriba durmiendo -Patsy era maravillosa y muy cariñosa, pero quería cuidar de Saber. Nadie había intentado nunca cuidar de ella. Era una persona muy solitaria y la gente que la rodeaba siempre evitaba tocarla, por una buena razón. Patsy, sin embargo, no tenía ni idea de lo que era el espacio personal. Abrazaba y besaba y generalmente trataba de dirigir la vida de Saber, de la manera más agradable posible por supuesto, y quizás ese era el mayor problema. Saber era cada vez más cariñosa con ella también.
– ¿Y dejarme enfrentarme a ella sólo? -Se burló Jess-. De ninguna manera. Ni de coña. Vístete y trae tu muy imponente culo aquí abajo -Jess se frotó la sombreada mandíbula pensativamente-. Debería afeitarme.
– Jesse -lloriqueó Saber, intentando no estar demasiado encantada con su comentario de "muy imponente culo"-. Porqué me arrastras a esto. Ella es tu hermana. -Él se veía estupendo. Traía la luz del sol a su vida. Y la hacía sentirse especial, como si no pudiese vivir sin ella. Ella le quería. Le amaba. Le deseaba.
– Eres mi ama de llaves. Echarme una mano con los invitados, es parte de tu trabajo. Y ahora deja de ser una pequeña caprichosa y baja aquí.
Saber le lanzó una mirada furiosa cuando lo que quería era echarse a reír, sólo porque él era increíblemente guapo y no le guardaba ningún rencor porque hubiese intentado apuñalarle.
– Me debes una buena por esto, Jess.
Jess, con pesar, se giró dándole la espalda, aunque la visión de ella permaneció en su mente. Saber no podía haber estado más bonita aunque hubiese pasado todo el día encerrada en un salón de belleza con un equipo de expertas estilistas. La vista de sus esbeltas, desnudas piernas, y su suave y fresca piel, ponía demasiados pensamientos eróticos en su cabeza.
Saber estaba enamorada de él, sólo que no lo sabía. Se frotó la mandíbula, esperando tener razón. Era feliz cerca de ella. Amaba sus extrañas conversaciones y sus causas. Le encantaba ver las expresiones pasar por su cara. Tenía que estar enamorada de él. Ella corría en todas direcciones excepto hacia la única hacia la que debería ir. Ella encajaba con él, y fuese el momento oportuno o no para cualquiera de los dos, iba a asegurarse de que permanecía donde pertenecía.
Patsy Calhoun era una mujer alta, curvilínea, con una generosa boca y abundante pelo oscuro derramándose alrededor de su cara en un suave barrido femenino que enfatizaba sus pómulos. Normalmente, estaba sonriendo y parecía sofisticada y en absoluto control, pero cuando Saber abrió la puerta, se apoyó contra la pared llorando.