Выбрать главу

Por un lado, Jess era un Caminante Fantasma, y estar los dos en el mismo sitio y al mismo tiempo no podía ser casualidad. Por otro el coche de Patsy había sido golpeado y había venido llevando un receptor específicamente sintonizado para buscar los sonidos de Jess. Él dirigía una investigación encubierta que molestaba a un montón de gente, lo que significaba que probablemente tenía más problemas que ella. Si tuviese un poco de sentido común, se largaría.

– Eres idiota, Saber -murmuró-. Idiota.

Se había mantenido por delante de Whitney siendo lista, permaneciendo en movimiento y no dejando rastro alguno. Sabía cómo ocultarse bien al descubierto, y aún estaba libre porque siempre, siempre jugaba con inteligencia. Por eso ¿qué hacía considerando regresar a la casa?

Permaneció en el jardín delantero, contemplando la casa de Jess, su corazón palpitando, y comprendió la verdad. Le amaba. Se había permitido enamorarse de él. Y era su enemigo ¿Sabía él algo de ella? ¿Cómo podría no saberlo? No había semejantes coincidencias, no en su mundo. ¿Con cuántos hombres y mujeres había experimentado Whitney, abriendo sus mentes y quitando sus filtros realzando sus capacidades psíquicas y alterándolos genéticamente? Ciertamente las casualidades de tropezar accidentalmente con uno en Sheridan, Wyoming, eran muy pequeñas.

– Marchate, Saber. Métete en casa, empaca tus cosas, coge tu equipo de emergencia y lárgate mientras puedas. -Se dijo en voz alta tan firmemente como le era posible-. Él era un Caminante Fantasma, en silla de ruedas o no, esa era la situación. Si él tenía un problema, era su problema. No puedes regresar con Whitney. Tienes que mirar por ti misma. Tienes que hacerlo. A sí que esfúmate ahora.

Su corazón dolía, un dolor real que se parecía al que producía un cuchillo apuñalando profundamente. Sacudió su cabeza y se obligó a entrar. Sería casual. Entraría y le hablaría sobre el coche, se excusaría y saldría.

Se llevó la mano al pecho cuando caminaba por la sala de estar. Amaba la casa. Amaba todo sobre ella. Amaba el modo en que el aroma de Jess llenaba cada rincón. Masculino. Picante. Inhaló para olerle cuando se paró en la entrada y miró hacia él. Incluso en silla de ruedas era una figura imponente. Él alzó la vista, sus ojos encontraron los de ella, y su corazón casi se paró por lo que allí vio.

El crudo deseo se mezcló con algo más, algo que ella nunca había visto antes. ¿Podría él amarla? ¿Era posible? Se pasó una mano por el pelo, de repente no segura de lo que debería hacer.

– ¿Pequeña? ¿Qué pasa? Pareces tan trastornada como Patsy.

La caricia de su voz arrastrando las palabras la calentó cuando ni siquiera sabía que tenía frio. Sacudió la cabeza.

– Hay pintura negra, así como arañazos y una gran abolladura en su coche, Jesse. Alguien la golpeó.- Y hay un dispositivo de escucha en algún lugar de su persona. Saber tenía que encontrarlo y destruirlo-. ¿Fuiste a algún sitio hoy además de a la emisora de radio? -ella se sirvió té y añadió un poco de leche, dejando la taza delante de Patsy. Estaba siendo muy casual, rodeando a la hermana de Jesse para pararse a su lado, así podría posar de nuevo su mano en el hombro de Patsy como consuelo.

– Llamaremos a la comisaría de policía para informar del accidente.

Saber asintió.

– Tal vez deberías haber ido al hospital y dejarles que te hiciesen un chequeo. No te golpeaste la cabeza, ¿Verdad? ¿Te has dañado el cuello?

Ahora lo tenía. La energía de bajo nivel venía del bolsillo de la chaqueta de Patsy. Cualquiera pudo haberla dejado caer cuando pasó junto a ella en una acera.

Estaba bastante segura de que no había sido ningún accidente que alguien hubiese golpeado el coche de Patsy y luego hubiera huido. Pero ¿por qué?, Saber analizó la cara de Jess. Él parecía frío, hasta que miró en sus ojos y sintió el volcán que hervía a fuego lento justo bajo la superficie. Estaba furioso, y eso significaba que había llegado a la misma conclusión que Saber: alguien había tratado de hacerle daño a su hermana. Pero si eso era así ¿quién había puesto el dispositivo en su bolsillo? Miró de nuevo a Jess mientras se inclinaba hacia su hermana, confortándola.

Había estado con él cerca de once meses. Cuando estaba cerca de él, apaciguaba los demonios que la acosaban. No porque fuese un Caminante Fantasma y un ancla, sino porque todo dentro de ella estaba en paz cuando él estaba cerca. La hacía sonreír. No una falsa sonrisa amable, sino una genuina sonrisa. Más que eso, él le gustaba, le gustaba estar con él. Era inteligente y podía hablar sobre cualquier cosa en la que ella estuviese interesada. Jess era su mejor amigo.

No podía creer que realmente la estuviese engañando. No podría soportarlo, si estaba implicado en una conspiración contra ella. Cogió aliento y lo soltó para mantener la compostura. Había algo tan atractivo en verle consolar a su hermana, en aquella mirada de amor en su cara, en su gentileza.

Pero el hecho era que era un Caminante Fantasma, ella estaba huyendo y Whitney haría cualquier cosa para atraparla. Pero ¿podía dejar a Jess cuando él podría necesitarla aún más? Había un dispositivo de escucha sintonizado con la frecuencia exacta de su voz, ella había trabajado con el ritmo y con el sonido lo bastante como para conocer el de Jess cuando lo oía. De todos modos, su boca estaba seca, su corazón luchaba por la aceleración, lo que significaba que su cuerpo estaba preparado para huir.

Jess eligió ese momento para alzarla vista hacia ella y sonreír. El calor en sus ojos, su ternura, la hundió.

OK. Intentaría juntar más información, y simplemente estaría en guardia a cada momento. Lo que significaba verle probar su comida y su bebida por si pusiese alguna droga en ellas para sedarla. Introdujo una mano en su pelo y suspiró. Las complicaciones eran enormes y ella estaba loca por quedarse.

– Saber -preguntó con voz suave-. ¿Pasa algo?

– Estoy disgustada por lo que le pudo haber pasado a Patsy -dijo Saber, no era totalmente una mentira. Odiaba que Patsy pudiese estar en peligro también.

Patsy inmediatamente extendió la mano y agarró la suya.

– Estoy bien, sólo un poco alterada. Si no hubiera sido el punto exacto, estaría bien. Voy allí a menudo y pongo flores sobre la barandilla. No tenía ni idea de que el camino de tierra estaba allí o de que alguien lo usaba. Es un peligro al que temer, pues sale justamente en medio de una curva cerrada de la carretera.

Saber tomó la oportunidad de situarse cerca de Patsy, centrándose en el aparato auditivo. Un diminuto estallido y el aparato estaba frito, pero si no lo dirigía exactamente, podría destruir todo aparato eléctrico en la casa. Peor, estaba preocupada por el corazón de Patsy. Algo no funcionaba, el ritmo no era el adecuado. Si fallaba podría matar a Patsy, y no podía soportar el pensarlo.

– Dinos lo que era tan importante antes de que todo esto pasara -animó Saber, sabiendo que abría una lata de gusanos, pero determinada a que Patsy dejase de llorar-. Dame tu chaqueta, relájate tomando tu té y dinos que hay de nuevo.

Patsy se enderezó inmediatamente.

– Sí. Yo tenía algo muy importante que deciros a ambos.

Saber ofreció su mano para ayudar a Patsy con su chaqueta, no dejándole más opción en el asunto. Jess arqueó una ceja hacia ella, no del todo complacido con que estuviesen a punto de charlar. Ambos sabían lo que se avecinaba y Saber lo había incitado deliberadamente.

Patsy levantó su barbilla y fulminó con la mirada a su hermano, lo que era difícil de hacer cuando él había estado mimándola hasta entonces.