– He venido para salvar a Saber de tus tendencias de playboy, Jess. Eres perro viejo y lo sabes. Ella es una muchacha dulce, inocente que necesita mi protección y tengo la intención de dársela.
Saber escondió una sonrisa ante la mirada apenada de Jess, y llevó la chaqueta a través de la habitación hasta el recibidor, abandonando la sala de estar. Necesitaba alejarlo tan lejos de Patsy como fuese posible.
Saber colgó el abrigo en el armario y, echando un vistazo atrás hacia la cocina para asegurarse de que nadie pudiese verla, colocó su mano en el aparato auditivo y se concentró en guardar el pulso electromagnético dirigido hacia aquel pequeño objeto. La breve oleada de energía eliminó la vibración débil, entonces pudo lanzar un suspiro de alivio. Comprobaría los ordenadores y el móvil de Jess tan pronto como pudiese, pero estaba bastante segura de que había guardado el pulso centrado en el bolsillo de la chaqueta de Patsy.
– Muy graciosas, vosotras dos -dijo Jess cuando Saber entró nuevamente en el cuarto-. Menos mal que no soy muy sensible.
– Pienso que tienes que ir al hospital para un chequeo, Patsy -dijo Saber, cambiando de tema repentinamente, sabiendo que Jess seguiría su ejemplo si surgía otro tema de conversación.
– Saber tiene razón, Patsy. Podrías tener heridas internas sobre las que no sabemos nada -estuvo de acuerdo Jess.
Patsy hizo rodar sus ojos.
– Ambos sólo habláis para distraerme. Saber es demasiado joven, Jess, para vivir contigo así.
– Realmente sólo parezco joven -dijo Saber. Podía ser pequeña y parecer una niña abandonada, no alta y elegante con curvas femeninas, pero con seguridad era una mujer adulta-. Soy mayor de lo que te imaginas -aunque no podía muy bien decir su edad cuando ella misma no la sabía. Whitney no era muy dado a ofrecer aquella clase de información. No había descubierto que la gente celebraba cosas como cumpleaños, navidades y aniversarios hasta hacía poco-. Y realmente, cuando viniste aquel día y estábamos haciendo el tonto, era sólo una broma. Jess siempre es un caballero conmigo.
– Incluso cuando no quiero serlo -refunfuñó por lo bajo Jess.
Patsy se inclinó hacia delante.
– ¿Qué dijiste?
– Dije que nunca le haría daño a Saber, ni en un millón de años, Patsy -aseguró Jess.
– Estoy segura de que no le harías daño deliberadamente -dijo Patsy-. Pero ella no se parece a tus otras conejitas.
Saber apoyó su cadera contra la pared y sonrió abiertamente a Jess.
– Veo que Patsy se ha encontrado con Chaleen. Estuvo aquí recientemente, Patsy. Quería continuar donde ellos lo habían dejado.
– ¡Jess! -claramente horrorizada, Patsy tendió la mano a su hermano-. ¿Estás bien?
– Por supuesto que lo estoy. Saber la despidió.
Patsy echó a Saber una mirada de agradecimiento.
– Detestaba a esa mujer. Sólo pretendía disfrutar de todas las cosas que a Jess le gustaban. Y no le gustaba la familia.
– Las familias pueden asustar -confesó Saber.
– No la nuestra -dijo Jess, sosteniendo su mano. Notó que ella se mantenía apartada de él y eso no era buena señal-. Ven aquí.
Saber se situó a su lado, escondiendo su renuencia. Cuanto más estuviese con él, cuanto más contacto físico tuviesen, sabía que más atrapada estaría por sus sentimientos hacia él. Pero puso su mano en la de Jess porque no podía resistirse.
Jess tiró de ella hasta que estuvo cerca de él y pudo cogerla por la nuca, arrastrando su cabeza a su nivel para rozar su pelo con un beso.
– Lo siento, señoras, pero tengo una cita con mis doctores, por lo que tendré que dejaros solas. Patsy, no te atrevas a persuadir a Saber para que me abandone. No podría soportarlo.
– Justamente lo contrario. Voy a persuadirla de que tiene que hacer de ti un hombre honesto.
Jess dirigió una sonrisa rápida a su hermana.
– Te amaré para siempre si logras convencerla.
– Me amarás para siempre de todos modos -dijo Patsy.
Él salió del cuarto, oyendo como Saber intentaba convencer a Patsy para que se sometiese a un chequeo rápido, aunque sólo fuese por si acaso.
Jess entró en su oficina, disgustado por el supuesto accidente de Patsy. Las coincidencias se amontonaban y empezaban a estirar los límites de lo creíble. Y Saber, bien, estaba actuando extrañamente.
Tenía una reunión con Lily y Eric sobre la biónica y no lo esperaba con mucha ilusión. La terapia, la visualización, y las medicinas ya deberían haber funcionado, pero todavía no podía andar. No tenía por qué pasar su tiempo con doctores que no le hacían ningún bien.
Algo le pasaba a Saber y estaba aterrorizado de que ella estuviese a punto de desaparecer. Si se fuese, nunca la encontraría. Y eso lo asustaba horriblemente.
Lily y Eric le esperaban, saludándolo desde sus monitores respectivos.
– ¿Cómo te sientes? -Preguntó Lily.
– Como si no pudiese caminar -Jess replicó, con mordacidad-. ¡Demonios! Usaste bastante ADN de iguana y de lagarto como para convertirme en un reptil. Pensaba que eso regeneraría las células con o sin las medicinas que me estás metiendo sin parar.
– Tienes que tener paciencia, Jess -dijo Eric-. Te dijimos que, este tratamiento nunca había sido probado en un humano. La teoría parecía que funcionaba con los animales de laboratorio pero no tuvimos tiempo de perfeccionarlo.
– Con los animales de laboratorio -resopló Jess-. Cojonudo. Simplemente cojonudo. Si mi lengua comienza a crecer y de repente desarrollo un gusto por las moscas, dirás a los demás por qué, ¿verdad?
Lily pasó una mano sobre el montículo de su estómago. Parecía que se hubiese tragado un balón de baloncesto.
– Sé que estás disgustado, Jess. Pero funcionará. Sólo tenemos que darle un poco de tiempo. ¿Todavía tienes problemas con las hemorragias?
Él se encogió de hombros.
– A veces
– ¿Y no estás exagerando? Sólo realizas tu terapia cuándo tienes a alguien contigo, ¿verdad? -Dijo Eric.
Más que mentir, Jess les frunció el ceño.
– Empiezo a pensar que ninguno de vosotros sabía realmente lo que hacía cuando me hablasteis de esto.
– Te dije que era muy experimental -advirtió Eric-. Cuando dije que nunca había sido probado, quería decir que nunca había sido probado.
Lily se apoyó hacia delante.
– Estoy en ello, Jess. Sabes que seguiré trabajando en ello hasta que lo consiga. Tu cuerpo no ha rechazado el implante biónico, y eso era el obstáculo más grande. Simplemente aún no hemos conseguido engancharlo a tu cerebro. En el peor de los casos, siempre podemos volver a la idea del paquete de energía.
– Lo que me da unas pocas horas y luego de vuelta a la silla, un lastre muy grande si estoy en una misión.
– Entonces realmente quieres volver a la acción -preguntó Eric.
– Por supuesto -pero ya no estaba tan seguro. No quería dejar a Saber atrás-. Mira, no hay nada nuevo en lo que me dices. Me despido ahora y voy a hacer algunas otras cosas.
Lily asintió.
– Resolveremos esto, Jess.
Levantó una mano a ambos, inexplicablemente enojado con ellos y con él. Había estado de acuerdo con la cirugía. Nadie le había mentido sobre la posibilidad que no funcionase, pero él había estado tan seguro. Las iguanas y los lagartos regeneraban sus colas, ¿Por qué no encontrar un modo de regenerar sus nervios dañados así su biónica estaría dirigida por su cerebro, como si sus piernas fuesen todas suyas?
Necesitaba a Saber. Tenía que abrazarla. Estar con ella. Para respirar el limpio aire fresco y olvidar que no podría volver a caminar otra vez después de haber concebido falsas esperanzas. Fue en busca de Saber porque ella era una persona que le calmaba cuando estaba a punto de explotar de frustración o cólera. Estaba en la cocina guardando los platos en su sitio.