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– Lideraste el equipo en territorio enemigo para liberar al senador y a su gente, pero las cosas no salieron bien. -Su mirada vagó por las terribles cicatrices.

– Estaban esperándonos. Nos tendieron una emboscada y quedé aislado de mi unidad. Estaban definitivamente detrás de mí, dejándome solo y enviando a tantos soldados que no tuve ninguna oportunidad. Mis hombres liberaron a los prisioneros y yo fui capturado.

Otra vez, le chocó la completa falta de inflexión en su voz. No mostraba ninguna emoción cuando ella sentía las emociones como un volcán furioso agitándose bajo la tranquila superficie. No podía imaginar lo que tenía que haber sido el dolor, o el miedo.

– ¿Cuánto tiempo te tuvo?

– Una eternidad. Sabía que Jack vendría a por mí. Más tarde averigüé que habían sido hechos tres intentos de rescate, pero los rebeldes me movían constantemente de un campo a otro. Cuando Jack me encontró, estaba en bastante mala forma. No recuerdo nada excepto ver su cara. No habían dejado mucho de mí.

– ¿Ekabela te cortó?

– Me cortó en pequeños trozos y entonces despellejó mi espalda. La peló, como esos ciervos en el porche del senador.

– Así que tenías razones para que querer muerto al Senador Freeman. -Hizo la declaración en voz baja, mirando su cara en busca de una reacción.

– Todavía lo quiero muerto.

Capítulo 3

– Bien, por lo menos no me mientes.

Mari contuvo la respiración, temiendo moverse. Había pasado de la sospecha a la certeza y ahora tenía que retroceder.

– ¿Por qué sería alguien lo suficientemente estúpido enviando a un experto tirador a proteger al senador cuando él claramente tenía una razón para verle muerto? Tiene poco sentido.

Ken encogió sus anchos hombros.

– ¿Por qué voy a negarlo? Pensé en matarlo y así ahorrarle a todo el mundo la molestia. También Jack. Pero apestaba demasiado, como algo preparado para mí. Si alguien había ordenado matarle, entonces estábamos justo allí, los tontos para ver la caída. ¿Por qué se nos ordenó a nosotros proteger a ese hombre?

– En efecto, no tiene sentido -contestó ella evasivamente.

– Por curiosidad, ¿cómo puedes estar adiestrada como francotirador cuando no tienes un ancla? Briony no puede usar un arma contra nadie sin terribles repercusiones.

– Tengo un ancla. Me hace olvidar las secuelas de la violencia.

– Tu centinela.

Ella inclinó la cabeza, observando su cara. Las sombras oscilaron en sus ojos plateados, volviéndolos gris oscuro, dándoles una apariencia infernal, como si de un momento a otro pudieran soltar llamas.

Apretó la mandíbula. No estaba hecho de piedra, como quería hacérselo creer.

– ¿Tu centinela está emparejado contigo?

¿Había irritación en su voz? No, realmente. Pero la alerta se había intensificado.

– No, es un amigo. ¿Mataron a alguno de mi unidad?

– No pregunté. Puedo hacer que Jack lo averigüe. Fue extraño que en el momento en que te dispararon, todo el mundo en tu unidad hiciera retroceder al senador y regresaran para tratar de protegerte. ¿Por qué harían eso?

Sean tenía que haber resultado herido. Era el que había estado más cerca de ella y debería haber logrado posicionarse antes que el enemigo. Elevó una silenciosa oración para que todavía estuviera vivo. Era un buen soldado y lo más cercano a un amigo masculino que había tenido.

– No puedo contestar a eso.

– Me parece haberte dado un montón de información, pero tú no me das nada a cambio.

Ella daba más de lo que recibía, y los dos lo sabían.

– Si fuera simplemente mi vida la que arriesgaba, entonces te diría lo que quieres saber. No le debo lealtad a Whitney, o no habría salido sin permiso y tratado de acercarme al senador.

– ¿Proteges a los demás, a las mujeres, no es cierto? -preguntó con un hilo de voz.

El hielo se resquebrajó un poco, lo suficiente como para dejar escapar una ola de calor.

– Las lastimará si no regresas.

Ella no dijo nada, su corazón palpitaba. ¿Era tan transparente? Whitney mataría a alguna de ellas. Había comenzado con siete, todas conviviendo juntas en ese miserable complejo, una vida de deber y disciplina donde pocas cosas del mundo exterior estaban permitidas y todo se grababa. Habían aprendido a moverse entre las sombras y a cronometrar las cámaras para evitar ser detectadas. A hablar bien entrada la noche, reuniéndose en el cuarto de baño con el agua corriendo y conversando con señas, hasta que Marigold descubrió que podía construir un puente telepático y así poder comunicarse entre ellas. Esas mujeres eran su familia. Había aceptado su vida y estaba orgullosa de sus habilidades, hasta que Whitney cambió todo.

Cami protestó y trató de escapar. Fue atrapada y Whitney ordenó que diera un nombre. Una de las otras mujeres, Ivy, salió fuera, y unos pocos minutos más tarde se oyeron disparos. Hubo sangre en las paredes, pero nadie vio el cuerpo. Trataron de auto-convencerse que realmente no la habían matado, pero nadie trató de escapar a partir de entonces.

– Por eso intentaste suicidarte. Si estuvieses muerta, entonces no tendría una razón para castigar a las demás. Y tu unidad sabía que podía matar a una de las otras mujeres, una mujer con quien podrían ser emparejados. -Soltó suavemente una maldición conteniendo el aliento-. Alguien tiene que matar a ese hijo de puta y rápido. ¿Por qué pensaste que el senador te ayudaría? Es amigo de Whitney. Ha estado ayudándole.

Ella arqueó la ceja.

– Tú no sabes nada acerca del senador.

Ken estudió su cara. Le había causado una serie de rápidos sobresaltos. Estaba dopada, sus ojos desencajados, y las noticias sobre su hermana la habían dejado totalmente fuera de juego. Las revelaciones acerca de Whitney le dieron un poco de confianza. Sus suposiciones acerca de las amenazas hacia las otras mujeres habían sido correctas. Whitney no se preocupaba por los sujetos humanos ya que todos ellos eran prescindibles. Frunció el ceño. Tal vez no las mujeres. Podría hacer más súper-soldados, pero sería difícil encontrar a mujeres sobre las cuales tuviera datos casi desde su nacimiento.

– Cuéntame acerca del senador Freeman.

– No es amigo de Whitney. No se llevan bien. Creo que fueron juntos a la escuela, pero el padre del senador y Jacob Abrams son buenos amigos. Ambos han tratado de evitar que Whitney hiciera numerosos experimentos. Han hablado con él muchas veces. Los he oído. Le dijeron que se detuviera, que estaba haciendo peligrar todo.

– El senador Freeman desaprueba rotundamente las cosas que ha hecho Whitney -continuó ella-. Delante de Whitney, reprobó a su padre por formar parte de los experimentos. No hay manera de que el senador pudiera traicionar a nuestros hombres y a nuestro país por Whitney. Si su avión aterrizó en el Congo, y allí hay algún tipo de conexión entre Ekabela y Whitney, sucedió porque Whitney quería al senador muerto. Jacob Abrams probablemente dio la orden para que tú entraras y rescataras al senador, no Whitney.

¿Has oído hablar de Jacob Abrams? Ken localizó mentalmente a su hermano.

Gran banquero. Forrado. Tal vez más que Whitney. Definitivamente un billonario que tiene mucho que ver con el mercado de valores mundial. Considerado un genio. No sé mucho acerca de él, pero le haré vigilar por Lily. Ella lo sabrá. ¿Por qué?

Mari descartó su nombre, dijo que es un amigo del senador y ambos no están demasiado contentos con Whitney, quien va a poner todo en peligro. Lily deberá comprobar si el padre del senador, Whitney y Abrams fueron juntos a la misma escuela.