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Ken se bajó la camisa, cubriendo la serie de cicatrices de su estómago, desapareciendo cada vez más hasta llegar a sus pantalones vaqueros. Se recostó sobre ella. Su mano extendiéndose a lo largo de su garganta, señalaba con el dedo haciendo una cruz, haciéndole una caricia sobre su piel sedosa. Un susurro suave, sus labios en su oreja, su respiración se volvió cálida, como ráfagas de calor a través de su cuerpo.

– No vivo con las reglas de nadie. Tengo mis propias reglas.

Ella envolvió los dedos alrededor de su muñeca, un brazalete que le daba media vuelta, pero sus dedos excavaron en su piel, en las cordilleras de sus cicatrices que bajaban como látigos.

– No dejes que nadie más me vea. Especialmente Briony.

Ken cerró sus ojos y presionó su frente contra la de ella. Era un infierno para él estar así de cerca y no poder tocarla. Aún con sangre, sudor y las drogas, su perfume le volvió loco. El experimento de Whitney de atraer a una pareja a través del perfume era más que un éxito. Pero más que una necesidad física, sentía la urgente necesidad de protegerla. Tal vez había sido la visión de su cuerpo quebrado y estropeado cuando habían cortado totalmente su ropa. Tal vez había sido el sonido de Nico y el cirujano jurando, o el siseo de rabia de Jack. Todo lo que podía recordar fue sentir el impacto como un punzón en su intestino, y entonces más tarde, cuando la habían girado para examinar su espalda, sintió que su corazón estaba rasgando su cuerpo.

Sabía que había monstruos en el mundo, se había encontrado unos pocos, y destruido otros tantos, pero ¿Quién querría hacerle esto a una mujer? Alguien como su padre. Abruptamente empujó su mente en esa dirección.

– ¿Estás bien, Ken? -preguntó Jack, tocándole el brazo.

– Te lo juro Jack, es como volver a pasar por eso otra vez. Primero los venados y luego Mari. No creo que vuelva a cerrar los ojos otra vez.

– Tenemos que salir de aquí. No nos aventuremos a estar aquí más tiempo.

– Me quedaré atrás. Llévala a un lugar seguro y descansa. Me aseguraré que no puedan venir a buscarnos.

– No puedes matarlos a todos, Ken. Y en todo caso, no conocemos quiénes son los tipos malos. Dijo que no estaban allí para matar al senador, se supone que le protegen. Si la orden fue dada de ese modo, entonces no eran tan diferentes de ellos. La quieren de vuelta ¿por qué no dejamos atrás a un Caminante Fantasmas?

– Uno de ellos le hizo esto.

– No sabemos cuál de ellos.

Ken se incorporó lentamente y giró la cara hacia su hermano.

– No quiere que Briony lo sepa.

– Briony no es ninguna cría. No le miento, ni siquiera por ti, y no me preguntes, Ken. -Jack extendió sus manos-. Dejémosla en el helicóptero y ordenemos todo esto después. La llevaremos a la casa pequeña que Lily nos alquiló y nos quedaremos unas cuantas horas. La furgoneta nos irá a buscar allí y podremos desaparecer con ella.

– ¿Vas a traer a Briony?

Jack negó con la cabeza.

– Es demasiado peligroso. Está embarazada y Whitney la quiere. No estoy dispuesto a arriesgar su vida, aunque quiera ver a su hermana. Se queda ahora con Lily en la casa grande. Kadan y el equipo de Ryland la protegerán mientras salimos a toda prisa.

– Quieres decir que mientras, averiguaremos cómo usar a Mari en nuestro pequeño juego con Whitney.

Jack empujó la camilla hacia la puerta, ignorando el tono de voz de su hermano.

– Regresará a la primera oportunidad que tenga. Ken, no puedes confiar en ella. La has oído, la has visto. No es Briony, aunque se parezcan tanto. Es tan sencillo como que te puede arrancar el corazón con las uñas si le quitas los ojos de encima. No olvides eso. En este punto, no le confiaría la vida de Briony, y mucho menos la tuya.

– No lo he olvidado -Ken se colgó el rifle alrededor del cuello, comprobó sus armas y su cinturón de municiones-, simplemente no estoy dispuesto a darle la espalda para que alguien le haga daño.

– No te impliques con ella. Es nuestra prisionera. Y fácilmente podría cortar tu garganta o la mía. No sabemos nada acerca de ella. Es capaz de funcionar con lo justo. Está adiestrada como un soldado, así que su prioridad es escapar.

– Entendido, papá -dijo Ken.

Jack paró tan de repente que Ken cayó sobre la camilla. En sus ojos se reflejaba un destello de espadas aceradas blandiéndose sobre la cabeza de Mari.

– Voy a cuidar de ti, Ken, te guste o no. ¿Piensas que no sé cómo te alteró cuando vimos los restos de los huesos de los venados? Te estabas identificando con ellos.

– Tal vez, pero no dejaré que nadie lleve a esta mujer ante Whitney.

– Si regresa, entonces la podremos seguir, podremos rescatar a los demás, y podremos sellar el culo de Whitney -señaló Jack-. Todo eso me suena muy bien.

– ¿Alguna vez alguien te ha dicho que eres un hijo de puta sediento de sangre? -preguntó Ken.

– Sí -asintió Jack-. Más de una vez.

– Pues bien, es cierto.

Ken cogió a Mari entre sus brazos mientras Jack balanceaba su pierna cogiendo el instrumental médico.

El helicóptero estaba a unos metros. Nico esperaba, rifle en mano, investigando el área de alrededor en busca del enemigo.

– Tú siempre piensas en términos de matar, Jack. Pensé que una vez que estuvieras con Briony, lo dejarías.

Jack se encogió de hombros.

– Es más fácil que hablar de estupideces con todo el mundo de la forma que tú haces. Cuando terminas de dirigirles la palabra, nos percatamos de que tenemos que matarlos de todos modos. Así te ahorro el problema.

Ken frunció el ceño a su hermano.

– Te darás cuenta de que todo el mundo piensa que eres un niño bonito, ahora que mi cara está llena de cicatrices. No va bien con tu imagen de “Doctor Muerte”.

– ¡Niño Bonito! -Exclamó Jack-. Si no tuviera las manos ocupadas, te pegaba un tiro por ese comentario.

– ¿Quieres decir que Briony no te dijo lo guapo que eres cuando estuvisteis los dos solos anoche?

– No pienso decírtelo. -Amenazó Jack.

Ken sonrió repentina y genuinamente esta vez.

– ¿Lo hizo, no?

– Piensa que parezco grosero y duro -corrigió Jack.

– Oye, Nico -gritó Ken cuando se subían al helicóptero, no era nada fácil intentar tratar de resguardar la pierna de Mari con tanta sacudida-. ¿Crees que Jack es aquí el niño bonito?

Nico recorrió con la mirada la cara de Jack y sonrió abiertamente.

– Si, estoy de acuerdo, es un ardiente bebé que vuelve locas a todas las mujeres.

– Iros los dos al infierno -dijo Jack.

Ken se marchó dando media vuelta, dejando a Mari en su sitio, cuidadosamente asegurada en la pequeña camilla. Jack aseguró el equipo médico y Nico se sentó en el asiento del piloto. Esperaron al doctor, el cual corría tras ellos llevando el resto de suministros que necesitaban. Eric Lambert era un buen doctor y a menudo auxiliaba a los Caminantes Fantasmas, aunque no estaba realzado físicamente ni psíquicamente. Sabía mucho de terapia genética y estaba interesado en los experimentos de Whitney, era muy brillante, así que, era a menudo el hombre al que Lily mandaba fuera, al campo para proteger a los Caminantes Fantasmas. Fue el cirujano que salvó la vida de Jesse Calhoun cuando recibió varios disparos deliberadamente en las dos piernas. Jack y Ken fueron amables con él, simplemente porque Jesse era su amigo y ellos no habían tenido muchos amigos reales.