El acero en la voz de Ken le hizo rechinar los dientes. Sabía que el murmullo de ira atravesando su cuerpo lo avisaría. Tenía una obstinación de una milla de ancho, y era lo que había llevado a su separación de Briony, por su inusual infancia, y por la degradación del loco programa de procreación de Whitney.
Ken apretó el brazo a su alrededor y bajó la cara mientras su cálido aliento abanicaba su mejilla, hasta que estuvo envuelta en su aroma y su cuerpo empezó a responder. Intentó desesperadamente centrarse en el dolor de la pierna, en su desesperada situación, o cualquier cosa menos la sensación de los músculos de su brazo, el calor de su piel tan cerca de ella.
¿Estás haciendo esto a propósito? Porque es rastrero.
No me desafíes solo para probar alguna estúpida cuestión. Necesitas el agua para recuperar tu salud. Bebe.
Volvió la cabeza para mirarlo, los labios a pulgadas de los de él, la mirada trabada con la de él. Era una buena cosa que fuera telépata, porque no tenía aliento en los pulmones para respirar… o hablar
¿Te ha mencionado alguien alguna vez que eres un completo idiota?
Creo que mi hermano lo ha hecho en muchas ocasiones.
Ella asintió con la cabeza.
Bien. De acuerdo entonces. Mientras alguien lo haga.
Tomó un pequeño sorbo de agua y lo dejo gotear por su garganta, sorprendida de lo muerta de sed que estaba. Las drogas estaban empezando a abandonar su sistema, y las cosas estaban bruscamente mucho más enfocadas. El tiempo había pasado. Entendía porqué la habían tenido sin sentido mientras la movían de sitio en sitio, probablemente un paso por delante de su unidad, pero no tenía idea de si habían sido horas o días.
El pánico la oprimió por un momento y lo contuvo. Las cinco mujeres abandonadas en el campamento eran su verdadera familia. Bueno, estaba Sean y un par de los otros hombres que no habían sido cogidos en la telaraña de engaño de Whitney. Pero había sido criada con las otras mujeres. Estaban todas unidas, hermanas. No tenían padres, ni otros amigos, así que el vínculo entre ellas era fuerte. Al final no importaba si estaba del mismo lado que Ken y Jack, porque tenía que volver. No podía dejar que las otras encararan una posible muerte a manos de Whitney.
Estaba absolutamente segura de que Whitney había empezado a caer en la locura. Podría haber empezado como un brillante científico, pero en algún lugar del camino había empezado a convencerse de que era de lejos más inteligente que cualquier otro y que el fin justifica los medios. Las reglas no eran para él. Tenía demasiado poder y demasiada poca responsabilidad.
Mari bebió más agua. Tenía que recuperar fuerzas.
– ¿Cuánto tiempo me habéis retenido?
– Un par de días -respondió Jack-. No podemos dejarte llamar a tu unidad, y nos están pisando los talones.
Le dirigió una breve sonrisa, deliberadamente se recostó contra el brazo de Ken, determinada a demostrarle, y a ella misma, que podía tener bajo control sus sentimientos físicos.
– Son buenas.
– No tan buenas -discrepó Jack-. Ellas no te tienen y nosotros si. De haber estado buscándote, te habríamos encontrado.
– Eres muy arrogante.
Las cejas de Jack se arquearon
– Eso no es ser arrogante, es un hecho.
– Estoy cansada y me duele la cabeza. -Levantó la vista a Ken-. Probablemente desde que me clavaste el codo.
– Lo recuerdo. Y nunca me diste las gracias por salvarte la vida.
– Hubiera preferido que fueras un poco más gentil al hacerlo.
Estaba jugando, intentando aligerar la situación, o perder tiempo, no estaba segura de que, pero una sombra cruzó la cara de Ken. Tan cerca de él, captó aquella fugaz reacción a sus palabras.
Ken le colocó la cabeza en las almohadas.
– Has estado fuera un par de días. Hemos estado apartando a tu unidad de alguien que podía tenernos atrapados en fuego cruzado.
Mari lanzó una mirada a Jack. Tenían un plan. Con todo lo que estaban haciendo, ella no podía ser parte de eso.
– Tengo que volver. No lo entendéis. Si no vuelvo, Whitney va a herir a una de las otras. No puedo dejar que ocurra.
– Danos la localización y nosotros iremos y las sacaremos -dijo Ken.
Ella empujó su pecho.
– Sabes que no puedo hacerlo. No las traicionaré. No tengo idea de quien sois realmente.
Los relucientes ojos enfrentaron los de ella como el filo de una espada. Fríos. Posesivos. Muy aterradores. Su pulso emprendió un ritmo frenético. Él mostró una pequeña emoción, y aquello había sido aterrador, pero esto parecía peor. Bajo la máscara, su mente estaba trabajando rápido, calculando, formulando, procesando datos cada parte tan rápido, o más, que la de ella. ¿Qué otros atributos había realzado Whitney en él? Que otros códigos genéticos habían deslizado Whitney en su cuerpo, porque justo en aquel momento parecía más un depredador que un hombre.
El latido en su cabeza se incrementó. Captó el intercambio entre Jack y Ken. Una simple mirada, nada más, pero fue suficiente. Hizo una inspiración profunda y calmante y relajó mente y cuerpo.
¿Sean? ¿Alguien? ¿Estáis ahí fuera? La cabeza le dolía no por el codazo, sino porque alguien estaba ahí fuera, llamando, usando la telepatía. Y los Norton habían sido alertados.
La mano de Ken le rodeó el cuello, los dedos deslizándose al punto de presión. Intentó pararle, pero era una eternidad demasiado tarde. Sintió las olas de vértigo, la habitación girando alrededor de ella, y todo se volvió negro.
Capítulo 6
– Vienen, Ken, salgamos de aquí -dijo Jack. Abriendo la radio-. ¿Qué demonios estás haciendo para tardar tanto, Logan? Otro par de minutos y estaremos en el tiroteo. Nico trata de llevárselos, pero si no estás allí, todo esto es para nada.
– Llevo aproximadamente cinco minutos, corriendo sin luces. -Ken había entrado en la oscura habitación antes de tomar posición al lado de Mari. Sintió su pulso, las yemas de los dedos deslizándose en una caricia sobre su piel suave. Estaba enfermo por el miedo, por su hermano y por Mari. Desde que había inhalado su olor, el monstruo que tan cuidadosamente había cerrado bajo llave se había vuelto más fuerte con cada momento pasado en su compañía. Estaba celoso de aquellos hombres, Brett y Sean. Era feo, ácido y cortante como el dolor de un corte de cuchillo sobre su piel.
Conocía a Jack, sabía lo que Jack haría exactamente lo que le advirtió y matándola, Ken intentaría salirse de la ecuación. Jack había eliminado eficazmente las opciones de Ken. Y era imposible estar vivo en el mundo y saber que otro hombre abrazaría a Mari, besándola y tocándola. Casi gruñó en voz alta. Ella había traído su cuerpo dolorosamente a la vida cuando Ken y los doctores habían estado seguros de que estaba destrozado. Pero aún si la tenía, ¿qué significa esto para ambos? Maldición, solo por que su polla estuviera dura no significaba que la maldita cosa pudiera funcionar de todas formas
Jack presionó una mano sobre su cabeza. -La están llamando y no se quedaran en silencio sobre esto.
– Deben de estar buscando en cuadrículas y utilizando más de un helicóptero o no podrían cubrir tanto territorio tan rápido -añadió Ken.
La telepatía podría estar en silencio. Jack y Ken la habían estado usándola desde que eran niños, y podían enviarse fácilmente el uno al otro sin gastar demasiada energía que los delatara. Los Caminantes Fantasmas se entrenaban enviando ondas precisas de comunicación, porque cualquiera familiarizado con el extraño zumbido y palpitación en la cabeza lo reconocía por lo que era, pero no era un talento fácil de adiestrar. Ahora mismo no parecía que el equipo de Caminantes Fantasmas de Mari se preocupara de una u otra forma de que alguien más pudiera oírlos. Estaban frenéticos por encontrarla y comenzaban a llamarla a gritos.