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– Cálmate. Estás temblando, Mari. Whitney es un burro. Por supuesto que querría a nuestros hijos. Es un chiflado y piensa que podemos tener un superbebé. No sabe lo que puedo o no puedo hacer, además de lo que deliberadamente realzó. -Usó la esquina de la camisa que ella llevaba para limpiar la sangre que goteaba constantemente de su pierna.

¡Date prisa, Jack!

– ¿Cuándo apuntó a ciertos talentos psíquicos, reforzó otros también, verdad? -preguntó Mari-. Eso es lo que pasó con todos nosotros. No le dijimos todo tampoco, pero Ken, este es un talento importante. Lo querría más que cualquier otra cosa. Querría a un niño que lo tuviera. Puede formar y modelar niños dónde tiene más problemas con los adultos. Los adultos no tienen muchos efectos secundarios, pero no puede controlarlos tan fácilmente. No puede averiguar lo que haces.

Ken estuvo en silencio un momento, escuchando el sonido de sus propios latidos.

– Lo sé, si se revelase, querría decir que tuvo acceso a un archivo mío que fue registrado, haría un agarre para mí, ¿verdad?

– Movería cielo y tierra para tenerte. Tiraría de cada hilo que tiene en el ejército y de cada funcionario que le debe favores para tener acceso a ti. -Sacudió la cabeza-. No pienses en eso. Le he visto desmontar a gente para ver si su cerebro es diferente. Pasarías el resto de tu vida enganchado a máquinas para que pudiera estudiar la actividad de tu cerebro.

Ken no contestó. Sabía que era un hijo de puta enfermo para hacer las cosas que había hecho a Mari. A pesar de lo que Mari y Jack creían, Ken estaba seguro de que Whitney tenía la capacidad psíquica y había descubierto el monstruo escondido en él. Sus dedos se enterraron en el pelo de Mari, inclinó la cabeza para rozar un beso en lo alto de la cabeza.

– Tienes que dejar de tratar de escaparte. Podías haberte matado, lo sabes. Te tiraste de un coche en marcha sin saber donde ibas a aterrizar. Podías haber golpeado un árbol. Así es, estás sangrando otra vez.

– No lo hago. Y habrías hecho lo mismo.

– Es diferente.

– ¿Por qué soy una mujer? -resopló-. Primero que nada soy un soldado. Es mi deber escaparme.

Cerró los ojos brevemente y entonces los abrió para encontrar su mirada fija. Tuvo que decir la verdad, sólo una vez. Le debía tanto.

– Porque eres mi mujer. No podría ser capaz de tenerte, pero no quiero tu muerte. -Sus dedos se movieron sobre su mano herida y la dejó caer hasta su pierna-. O que seas herida.

Mari lo miró.

– No puedo ser tu mujer si planeas escaparte de mí, Ken. Destruye la vida de todo el mundo. Tiene que ser detenido. No soy sólo yo. Hay otros, hombres y mujeres, los mantiene encerrados por su estúpido programa de cría. Podemos acercarnos con un plan para hacer esto bien.

– No soy un producto de su programa de cría, Mari; desearía serlo. Desearía tener esa excusa para mi comportamiento, pero no la tengo. La gente nace con cosas malas en ellos, pequeños fallos que mucha gente ignora o no pueden nunca ver. El mío es peligroso. Puedo estar atraído por ti físicamente porque Whitney nos emparejó, pero es más que eso, e independientemente de lo que sea, está creciendo fuerte.

– Conmigo también. Cuánto más cerca estoy de ti, más parezco preocuparme por ti. El sexo y las emociones se entretejen juntos. Whitney nunca habría sido capaz de obligarme a hacer lo que no quiero hacer. No puedo controlar mi mente o las emociones, así que no está haciendo esto. Nos ata juntos, química y sexualmente, pero no podría hacerme querer hacer todo lo mejor para ti.

– No hay ninguna preparación mejor para mí, Mari. Cuanto más pronto ambos lo aceptemos, mejor estaremos. La única cosa que puedo darte es la seguridad de que no estaré con otra mujer. Independientemente de lo que pase en tu vida, te lo juro, no puedo pensar en ti con otro hombre porque me volvería loco, pero independientemente de lo que pase, donde quiera que estés, siempre sabrás que no hay nadie más conmigo.

– Tiene que haber una forma para hacer esto bien.

– Mari. -Su voz fue baja e irresistible, moviéndose a través de su cuerpo como un toque de los dedos en la piel-. Estas asustada, y tienes buenas razones para estarlo. No confió en mí mismo y no voy a joder tu vida más de lo que Whitney ya lo ha hecho. La última cosa que necesitas es estar atada a un hombre que puede volar a una rabia celosa y hacerte daño físico.

– Soy capaz de protegerme a mí misma, Ken y no creo que seas el tipo de hombre que pegue a las mujeres.

– No, sólo pierdo la razón y estoy cerca de violarte porque otro hombre te miró. -Pasó una mano a través de su cabello, dejándolo más despeinado que antes.

– Te deseo. No me preocupan las circunstancias, o la excusa. Te deseo.

– Hay cosas que no sabes de mí, nada de ello bueno. Has tenido suficiente con Whitney y su programa. Te estamos llevando con Lily. Se asegurara que estás sana y te ayudará a empezar una nueva vida.

– ¿Lily Whitney, la hija del doctor?

– No digas su nombre así. Es tan víctima, tal vez más, que el resto de nosotros.

– ¿De verdad confías en ella? He trabajado con Whitney cerca y lejos durante años y seguro que no confió en él o en sus amigos. Ellos saben lo que esta haciendo; no lo aprueban, pero no lo detienen o le dicen a alguien más alto lo que esta pasando.

– Dinos donde esta el complejo, Mari. Sacaremos a las mujeres.

Ella sacudió la cabeza.

– Sabes que habrá una pelea. Los hombres protegerán los laboratorios. Demonios. Están bajo órdenes. Tienen que proteger la base.

– Entonces haremos que el almirante lo cierre.

– En el momento en que las órdenes bajen, Whitney moverá a todo el mundo. Tiene lugares por todas partes, y nunca permitiría de buena gana que le cerraran. Está protegido, Ken. No puedes entrar y cogerle.

– Pero pensaste que el Senador Freeman sería capaz de ayudarte.

– Lo esperaba. Su padre tiene mucha influencia con Whitney. Pensamos que si hablaba con él y le explicaba lo que estaba pasando, intercedería por nosotros. Sabemos que su padre está disgustado con el experimento. Whitney quiere bebés. Está seguro que puede producir el arma perfecta, psíquica y físicamente, de modo que nadie sospechará alguna vez de un niño traído al país y hacer lo que se necesite ser hecho.

– Whitney no te daría esa información así como así.

– No, pero tengo amigos. No todos los implicados están de acuerdo con lo que está haciendo. Una de las mujeres está embarazada de verdad, Ken. Él va a llevarse a su bebé si no la sacamos de allí. Tengo que volver y ayudarlos.

– No tendrías que hacerlo si dejo que Whitney me capture.

– ¡No! Nunca te dejaría cerca de los otros. Te tendría en un laboratorio y te disecaría tan rápido que no sabrías qué paso.

Jack volvió, dándole a Mari los vaqueros, su mirada estrechándose cuando vio la sangre corriendo por su pierna.

– Esta pensando en permitir que Whitney lo tome prisionero -dijo Mari-. No puedes dejar que haga eso.

– Realmente es una opción, pero pienso que tal vez el almirante pueda asignarme al complejo. Si usa al ejército como cobertura, y tiene soldados vigilando el lugar, entonces seremos capaces de conseguir la asignación -dijo Ken-. Pon tu brazo alrededor de mi cuello. Voy a levantarte un poco para poder ponerte los vaqueros. No es necesario que estés desnuda con un grupo de hombre alrededor.

– Está sangrando de nuevo. ¿Por qué demonios está sangrando tanto? -preguntó Jack.

– Ten cuidado -advirtió Ken mientras veía a Jack limpiar la herida-. ¿Se hirió de nuevo?

Jack fue suave mientras deslizaba los vaqueros por la escayola ligera de su pierna. El médico había puesto más una tablilla que una escayola actual porque quería que la herida de bala tuviera aire.