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– Ha estado jaqueando nuestros ordenadores desde el día en que desapareció. Flame encontró la manera de meter un programa en su ordenador por lo que podemos espiarle. Por sus anotaciones puedo ver que su estado mental se deteriora cada vez más con cada nuevo proyecto. No tengo ni idea de cómo vamos a pararlo.

Había un gran cansancio en su voz. Líneas de preocupación bordeaban su hermosa cara. Sus ojos contenían pena, demasiada pena y responsabilidad para una mujer de su edad. Ken se estiró para tocar la mano de Lily.

– Lo haremos. -Lo dijo con convicción, esperando que le creyese, queriendo aliviar su sufrimiento.

Mari cogió su brazo y tiró, un gesto débil pero insistente. Giró la cabeza hacia ella. Le estaba mirando.

¿Qué está mal?

Parpadeó, su expresión cambio a una de confusión. No lo sé. No me gusta eso, tu tocándola, lo que es totalmente absurdo. Solo la estás consolando, y su marido está justo ahí, así que no tiene sentido sentirse enfadada por ello. Sonaba perpleja, desprotegida y de repente muy frágil.

La alarma se extendió a través de su cuerpo. Ken quiso cogerla entre sus brazos y sujetarla fuertemente, asustado de perderla. La vida ya se estaba escurriendo de ella. La sangre corría por su boca y su nariz. Estoy aquí, Mari, justo a tu lado. Pasaré contigo por esto.

Sé que lo harás. Trató de sonreírle, pero sus ojos se cerraron y se quedó floja.

– ¡Maldita sea! Necesito más tiempo. Jack, acaba aquí. -Ordenó Lily-. No tenemos suficiente antídoto dentro.

– Háblame, Lily -dijo bruscamente Ken-. Dime que está pasando.

– ¡Esta chocándose! -La voz de Lily era tensa-. ¡Jack!

Jack montó a horcajadas a Mari y empezó con el masaje cardiaco mientras Lily agarraba una jeringuilla con una aguja muy larga y de aspecto horroroso del maletín médico.

– Abre su camisa, Jack -instruyó Lily. Sonó calmada y controlada.

Tomó el sitio de Jack, sentándose encima de Mari, conduciendo la aguja a través de su pecho, al corazón, para administrar el estimulante.

El estómago de Ken se sacudió. Por un momento hubo silencio. Escucho el tic-tac del reloj. La respiración de Lily. Alguien arrastrando los pies. A su lado, Mari resolló, tomando una difícil bocanada de aire, sus ojos se abrieron rápidamente, el terror en su cara, su mano apretó su muñeca como si su vida dependiese de su contacto, y entonces se quedó floja otra vez.

Lily se inclinó sobre ella, sintiendo su pulso, escuchando a su corazón.

– Está de vuelta. Ponle el antídoto y tanta sangre como podamos. Podemos necesitarte antes de que todo esto acabe, Jack.

Mientras trabajaba en Mari, Lily siguió echándole un vistazo a Ken.

– Dijiste que creías que tenías una manera de detenerle. Mientras le permitan mantener sus experimentos, ninguno de nosotros está a salvo. ¿De verdad tienes un plan?

– Puedo controlar las acciones de la gente con mi mente -dijo Ken, su mirada cambió hacia su hermano para captar la mirada de sorpresa que sabía estaría allí. No admitas que tú puedes hacer lo mismo. Tienes que pensar en Briony y en los niños.

– Eso no es posible. -Lily retrocedió, sacudiendo la cabeza, mirándole con un repentino miedo en los ojos-. No pudo encontrar la manera de hacer eso.

– ¿Sabías que lo estaba intentando? -le preguntó Ryland amablemente a su esposa.

Se estiró hacia ella, cogiéndola en sus brazos, y sujetándola, la ternura era evidente en su cara mientras trataba de consolarla. Limpiar lo que había hecho su padre, la estaba costando un precio muy caro.

– Por supuesto. Ese sería el triunfo final, ¿verdad? -Se soltó de los brazos de su marido para volver a trabajar en Mari, aunque su cara estaba muy pálida-. Hay muchas discusiones sobre el asunto. Mi padre creía que el control mental era posible y podía ser usado con una multitud de propósitos. Trató de vender la idea de que el control mental podía ser usado para hacer que los líderes extranjeros vieran la luz, incluso en adolescentes problemáticos cuando sus padres no podían conseguir que cooperasen.

– ¿Discutiste a menudo con tu padre sobre el asunto, o alguien más lo hizo? -pregunto Ken.

– Argumenté contra ello, pero de hecho, un par de sus amigos eran firmes en que no debía intentar desarrollar el control mental. Jacob Abrams a menudo argumentaba contra ello. Creo que estaba preocupado porque mi padre tuviera control sobre ese tipo de poder. Nadie sería capaz de permanecer contra él. A Jacob no le gustaba la idea en absoluto, y a menudo tenían discusiones acaloradas cuando salía el tema. Estaba aterrorizada de que realmente pudiera encontrar una manera de hacerlo.

– No lo hizo. Tenía la habilidad natural y la he desarrollado por mi mismo.

Ella le frunció el ceño a Ken.

– ¿Cuándo supiste que podías hacer esto?

Se encogió de hombros y se estiró, tratando de parecer casual mientras cerraba los bordes de la camisa de Mari. Odiaba que estuviera expuesta a cualquiera.

– He sido capaz de hacerlo desde que puedo recordar. Cuando era un niño lo usaba sobre todo en los profesores y los padres de adopción, pero mi control no era del todo fiable. -Hizo una mueca-. Finalmente fui capaz de conseguir controlarlo, aunque requiere una completa concentración y si se usa por una gran cantidad de tiempo, o para una tarea complicada, me quedo totalmente incapacitado. Tampoco puedo usarlo en más de una persona a la vez, o en algo de verdad significativo, sin enormes repercusiones. Puedo hacer que los guardias miren hacia otro lado, pero todos nosotros tenemos esa habilidad para influenciar. El control mental real me deja inútil por horas.

– ¿Por qué no está en tu archivo? No probaste esta habilidad.

– Me imagine que era mejor retener algunas cosas. Ponlo en mi archivo ahora como si acabases de descubrirlo. Estoy seguro que Whitney estará muy interesado tanto en Jack como en mí ahora, y no será capaz de resistir a mirar si ve que has estado desenterrándonos en el ordenador. Dices que supervisa tu trabajo, pero no se ha dado cuenta de que eres consciente de ello -dijo Ken. Sus nudillos se retrasaron a lo largo de la hinchazón de los pechos de Mari mientras mantenía la camisa cerrada-. Ponlo allí como si nos hubieras estudiado a ambos y cuan extraño es que yo sea capaz del control mental y Jack no, y que necesitas más tiempo para evaluarnos. Puedo imaginar un lugar para que me coja, sin poner en peligro a nadie más.

– No. -Jack dijo la palabra sola en un tono bajo que dijo más que si hubiese levantado la voz-. No voy a dejar que tiendas una trampa para que ese bastardo pueda cogerte. No va a pasar, Ken.

– Podemos atraparle, Jack. Vendrá a por mí.

– Lily, no le escuches -le advirtió Jack-. Esta un poco chiflado justo ahora. Encontrar a Mari le ha conmocionado y está en modo mártir. No voy a permitirlo, y todos tratarán de ayudarlo si va a estar en problemas.

Lily continuó el trabajo en Mari, limpiando su cara con un paño frío, añadiendo otra bolsa del líquido amarillo y controlando la cantidad de sangre que Ken la estaba dando. Viendo que Ken no podía dejar de colocar la camisa de Mari, tiro una sábana delgada para añadir privacidad a su paciente mientras Logan quitaba la aguja del brazo de Ken.

Ken se sentó y dejó que sus pies cayeran al suelo.

– Siéntate allí por un minuto y deja que Ryland te dé algo de zumo -le advirtió Lily. Su mirada se deslizo hacia Jack-. No necesitas amenazarme, Jack. No tengo intención de entregar a alguien a mi padre. Independientemente de los motivos de Ken, y estoy segura de que los tiene, nada es peor que eso.

– Podemos encontrarlo -insistió Ken-. Ahora mismo está en las sombras. Tiene todo tipo de protecciones, leyes de cobertura que no podemos atravesar. Su autorización de seguridad alcanza alarmas rojas cada vez que tratamos de cazarlo usando los ordenadores. Si pasamos por el almirante o el general, consiguen la misma evasiva. Alguien muy alto esta protegiéndole. La única oportunidad que vamos a tener alguna vez de detenerlo es hacerlo salir.