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Examinó la pierna de Mari una segunda vez, poniendo una atención más estrecha en la herida.

– Necesita más descanso. Trata de mantenerla durmiendo lo más posible, y necesitará beber muchos líquidos. Realmente oblígala con el agua. El cuarto de baño está ahí. -Señaló una puerta a su izquierda-. Camina con ella para que pueda probar la pierna, pero solo hasta el cuarto de baño y vuelta hasta que le tome una radiografía. Parecía bien cuando la he sentido pero la habilidad psíquica no siempre puede captar los pequeños matices.

– Gracias Lily. La vigilaré.

Ken esperó hasta que Lily lo dejó de nuevo solo con Mari.

– ¿En que estás pensando?

Mari abrió los ojos, y su corazón reaccionó con un pequeño salto. Tenía los ojos marrones oscuros, un flequillo largo y pesado. No lo había notado antes porque había estado demasiado ocupado fijándose en su boca, pero un hombre podría estar seriamente perdido en sus ojos. Estaba en problemas y entrando más profundamente por momentos.

– Brett actúa más como un animal que como un hombre. No se preocupa en absoluto por lo que quiero o no quiero. No le importa realmente más que coopere con él. Cuando no lo hago, se enfurece. No siempre fue así. No quiere decir que no tenga un comportamiento bruto. Creo que le gusta ser fuerte y busca peleas, y a ninguno de nosotros nos gusta lo suficiente, pero su comportamiento es incluso peor ahora.

Ken respiró profundamente y lo dejó salir. Jack y él siempre habían estado mejor de visión que la media, pero ahora ambos podían ver mejor no solo de noche, sino en grandes distancias más como un águila podía ver que como un hombre. Habían asumido que fue debido al realce genético de visión y oído, simplemente incrementando sus propias capacidades, pero ambos podían ver fuentes de calor también. Podían cambiar el color de la piel y mantener la temperatura externa de su piel a diferentes temperaturas que el calor interno del cuerpo, lo que anulaba la habilidad de cualquier otro para ver sus imágenes de calor. ¿Quería esto decir que Whitney había insertado ADN animal en ellos? ¿Era esa parte de la razón por la que había sido tan firme en que Briony tuviese al bebé de Jack?

– ¿Qué es? -Mari giró la cabeza para mirarle directamente a los ojos. Su dedo trazó el fruncimiento de sus labios.

– Jack y yo siempre hemos tenido personalidades dominantes -dijo Ken, ¿Whitney no pudo haber añadido ADN animal a nuestro código genético, podría mentir, Jack? ¿Es posible que nos hiciera incluso más agresivos, conociendo nuestra historia?-. Ambos somos agresivos y no tenemos respaldo. Tenemos ciertos rasgos, tanto física como mentalmente mucho antes de que nos presentáramos voluntarios para el programa psíquico de Whitney.

Ken, hay posibilidades. No quiero considerarlo, pero nuestra visión no es como la visión humana. Y ambos nos hemos convertido demasiado como osos peludos gruñendo en el bosque. Hubo un rastro de humor en la voz de Jack, y los duros nudos en el vientre de Ken se relajaron un poco. Incluso si el bastardo insertó ADN animal, hemos vivido con ello unos cuantos años y no nos hemos comido a nadie.

Nos habría dado algo difícil de controlar, algo que se mezclaría con los celos y la agresividad y aumentaría aquellos rasgos.

Probablemente.

Jack sonó satisfecho. Podía estar satisfecho. Tenía a Briony atada a él y estaba embarazada de gemelos. Estaba totalmente comprometida con él. Jack era un hombre guapo con un físico por el que cualquier mujer se sentiría atraída.

Mari, por otro lado, estaba atraída sexualmente porque Whitney los había emparejado. Tenía la cara de un monstruo y su cuerpo era una colcha de retazos cosida más bien al azar. Mari no querría ser vista andando por la calle con él, sin hablar de bailar con él, si Whitney no hubiera intervenido.

Jack había logrado escapar del legado de violencia, celos y comportamiento asqueroso que su padre les había legado, pero Ken no lo hizo. Sabía que no lo haría, y Mari tarde o temprano sufriría sus malos tratos si estuvieran juntos.

La autocompasión era un pasatiempo miserable e inútil. Se negaba a darse el gusto.

Las yemas de Mari eran ligeras como plumas en su cara cuando trazó el patrón de sus cicatrices.

– Eres tan tonto a veces, Ken. No te ves a ti mismo como realmente eres en absoluto.

– ¿Cómo me ves? -Quería hundir los dientes en su dedo, hacerlo entrar en el calor de su boca, pero se quedó completamente quieto, no atreviéndose casi a respirar, por las dudas que parase de tocarle.

– Eres extraordinario. Absolutamente extraordinario.

Su boca se curvó en una semblanza de sonrisa, la cicatriz se estiró rígida. Le asombró como aquella piel brillante podía estar tan tirante y no sentir en absoluto hasta que se estiraba, y entonces podía ser doloroso. No parecía haber un punto medio.

– Estás dopada.

– Lo sé. Estoy flotando. Pero eso no lo hace falso. Si tienes ADN animal, pareces ser capaz de manejarlo mucho mejor que cualquiera de los demás.

– No querrás decir eso cuando estés durmiendo y te despierte croando como una rana y mi lengua salga disparada y encuentre esa perfecta orejita tentadora tuya.

– ¿Mi oreja te tienta? -Se metió las hebras del pelo detrás de la oreja.

– Demonios si. Todo acerca de ti me tienta.

Mari sintió que se ruborizaba. Ningún hombre le había prestado tanta atención de la forma que él lo hacía. La hacía sentir casi tímida, cuando no era una mujer tímida. El calor se extendió por su cuerpo, y cuando estaba cerca de ella, apenas podía respirar. Su útero se apretó, y entre sus piernas se puso caliente, húmeda y palpitó con impaciencia, como si su cuerpo tuviese una mente propia. Ella estaba sobreestimándose. Sabía que hacer en una situación de combate, y sabía como rechazar las atenciones no deseadas, pero no tenía ninguna pista de cómo seducir a Ken Norton para que la deseara con la misma intensidad febril con que ella le deseaba.

Tragó con fuerza y cambió de tema, decidiendo que la seguridad era preferible cuando no tenía su ingenio con ella.

– ¿Está Jack realmente con mi hermana?

– Cobarde. -Atrapó su mano contra sus labios de nuevo, esta vez, introdujo su dedo seductoramente en el calor aterciopelado de su boca.

Su corazón saltó y empezó a golpear deprisa. Él hacía que el gesto más pequeño pareciera sumamente erótico. Había tenido sexo, lo odiaba, y había decidido que nunca participaría de buen grado, incluso con el más simple chupetón de su boca, sus pechos hormiguearon y los músculos se apretaron con urgente necesidad.

– Si lo soy -estuvo de acuerdo-. No tengo mucha experiencia.

– Yo si

Esta vez su estómago dio un vuelco. Su voz fue baja, un susurro que se deslizó sobre su piel en una tentación demoníaca. Por un momento no pudo apartar la mirada de su boca y la manera en que tiraba de su dedo. Sus pechos reaccionaron como si pudieran sentir sus labios, lengua y dientes deslizándose sobre su cremosa piel, chupando sus pezones hasta que le dolieran y suplicaran por él.

Le gustaba mirar su cara, su forma, las cicatrices solo llamaban la atención sobre la perfección de su estructura ósea y la manera en que sus labios estaban sensualmente cincelados. No podía ayudar el hecho de que estuviera atraída por sus anchos hombros y su pecho densamente musculado. Le gustaban sus brazos grandes y musculosos y sus estrechas caderas. El hombre estaba construido exactamente de la forma en que pensaba que un hombre debería estar formado.

Mari tragó con fuerza y trató de no sentir el baile de su lengua o imaginar la caricia de ella a lo largo de su piel. Era el hombre más erótico que nunca había encontrado. Todo sobre él, incluyendo ese borde de peligro, le atraía.