Una suave risa tocó su mente.
Ahora simplemente estás siendo tonto.
Involuntariamente se había conectado con ella y compartido sus pensamientos.
Bueno, tú te recuperaste primero, cuando deberías estar desmayándote, o algo así. Eso es un desafío, Mari. Me has desafiado. No puedo dejar que creas que después del sexo me quedo incapacitado. Me tomaré mi tiempo la próxima vez. Lenta tortura. Haré que me desees tanto que de nuevo gritarás por mí.
Tienes tanto ego.
Con buena causa. Deliberadamente sonó engreído. ¿Cuál es tu plan? ¿Tienes un plan, verdad?
Hemos estado trabajando en uno. Abruptamente se calló.
La alarma se extendió por él. ¿Mari? Juró.
– Creo que alguien nos ha oído. Mantuve el vertido de energía en un mínimo, pero Mari no tiene tanta experiencia con eso. Sean está cerca de ella. Puede que haya captado la oleada de energía. Maldición. Que Logan nos dé un informe.
– Ken -advirtió Jack-. No queremos arriesgarnos a que Sean descubra a Logan. Tenemos hombres por todas partes. La tripulación de Ryland nos está ayudando. Whitney no tiene esto o acceso a ello. Relájate un poco. Ella no se va a escapar de nosotros.
– No me importa si toda la marina está mirando. Quiero que uno de nosotros la observe directamente y me haga saber que está viva y bien, y nos mantendremos justo sobre ella.
El filo en su voz hizo que Jack le lanzase otra mirada rápida, como si evaluara su humor. Empezó a protestar, encontró la brillante mirada enfurecida de Ken y se encogió de hombros.
– Se lo haré saber. Pero si lo fastidian, tendremos problemas.
– Ya tenemos problemas -por lo menos Ken los tenía. Su estómago era una serie de duros nudos que no se relajaban. Nunca había tenido ningún problema realizando una misión, pero nunca había sentido nada antes cuando las hacía. Siempre -siempre- estaba emocionalmente alejado. Ahora mismo tenía miedo de que si alguien decía o hacía algo incorrecto en sus cercanías, no sería capaz de controlar la violencia que golpeaba por salir libre.
Había despertado de pesadillas con el corazón latiendo con fuerza contra su pecho y su cuerpo empapado de sudor. Se había despertado con una pistola en la mano. Incluso había apuñalado un par de veces el colchón, y una vez, cuando los recuerdos habían sido particularmente malos, había rajado su edredón tanto que había estado quitando plumas del suelo durante semanas. Ninguna de esas veces se había sentido como esta.
Su boca estaba seca, le ardían los pulmones, sus palmas se sentían sudorosas. Se estaba quemando en el infierno por sus pecados y había cometido demasiados para contarlos. Ninguno de los otros lo sabía, pero Jack sí. Jack siempre lo supo. Lo había cubierto, siempre se cubrían el uno al otro, pero era horrendo tener que enfrentarse repentinamente a la aterradora comprensión de que alguien sobre el que no tenías control podía cambiar tu vida para siempre.
– Logan tiene a Mari visualmente -informó Jack-. Sean debe haberla dejado inconsciente. Está tumbada en el asiento, doblada, pero la está esposando.
Ken maldijo, una abrasadora sarta de obscenidades que habrían asombrado a un marinero.
– Sabía que me tendría que haber encargado de ese bastardo. ¿En qué demonios estaba pensando Mari para confiar en él?
– No sé si ella confiaba en él, Ken. Todo lo que capté fue su necesidad de volver con las mujeres que ama… su familia.
– Debería haberla detenido. Podría haberlo hecho. Simplemente la dejé volver al campamento enemigo -su mirada destelló intensamente, su boca formó una línea severa e implacable-. Ella es la misión principal, Jack. Asegúrate de que los otros entienden eso. No quieren tener que cazarme, y eso es lo que pasará si fastidian esto. Es lo principal. Las otras mujeres y Whitney son algo secundario.
– Está entendido, Ken -le aseguró Jack-. Estás permitiendo que esto te afecte. Es un soldado y actuará como tal. Confía en ella. Demonios, Ken, salvó nuestras vidas y te superó, incluso te hizo caer de culo. Mari actúa con rapidez, golpea con fuerza y hace lo inesperado. Nos dio suficiente información para engatusarnos a una falsa seguridad, pero nada que le pusiera la zancadilla a su equipo o nos llevara de vuelta a su base. -Había respeto en la voz de Jack-. Le puse una pistola en la cabeza, Ken, y ni siquiera se estremeció. ¿Notaste eso? Su mente estaba trabajando en todo momento. No se deja llevar por el pánico y determina todas las posibilidades con rapidez. No hay reserva en ella.
– Debe haber vuelto loco a Whitney. A él no le gusta ningún tipo de oposición, pero quiere esos mismos rasgos en sus súper-soldados. Querría controlarla, pero no romper su espíritu -dijo Ken-. Estoy planeando usar sexo. Montones y montones de sexo.
– Sí, buena suerte con eso. -Jack enarcó una ceja hacia él mientras giraban hacia la carretera que llevaba al pequeño campo de aviación donde Lily tenía transporte privado esperando-. ¿Me estoy perdiendo algo o no tuviste ya sexo con ella, realmente sexo genial, y su respuesta fue dejarte inconsciente? ¿Estoy equivocado? ¿No pasó eso?
– Cállate, joder.
Ken se colocó la mochila al hombro y caminó a zancadas por el asfalto hacia el avión que esperaba. Jack lo siguió a un paso más relajado, silbando desafinadamente.
Kadan, el segundo al mando de Ryland, se unió a ellos, mirando de uno a otro.
– ¿No habéis cambiado de papeles con nosotros, no? -preguntó-. Porque sinceramente, Ken tiene un aspecto algo hostil.
– Sí. Yo soy el Norton despreocupado -dijo Jack, golpeando a su hermano con su cartera-. ¿No es cierto, Ken? Una chica le dio una paliza y está enfurruñado.
– Sigue así, Jack -dijo Ken-, no vas a llegar a tu siguiente cumpleaños.
– Pero entonces Briony estará toda disgustada y llorará todo el tiempo. Probablemente nunca saldrá de la cama, y tú tendrás que ocuparte de los bebés.
La ceja de Kadan subió.
– Alguien te debe haber dado una píldora de felicidad, Jack.
Jack se encogió de hombros.
– No hay nada como ver a una mujer atrapar a mi hermano alrededor de su pequeño dedo. Está azotado… -sonrió ampliamente-. Literalmente.
Ken farfulló una sugerencia que era anatómicamente imposible.
– Si estás aquí, Kadan, ¿quién está vigilando a Briony? No me extrañaría que Whitney intentara volver a capturarla.
Jack le lanzó rápidamente una mirada de advertencia.
– Ya puedes parar ahí, Ken. La he puesto en otro lugar muy seguro, un sitio que Whitney nunca pensará en mirar.
– Sabe donde viven todos los Caminantes Fantasmas, Jack. Probablemente también conoce las casas seguras. Ahora mismo deberías estar en casa con Briony, protegiéndola.
– Whitney no conoce esa casa.
Ken estuvo en silencio durante un momento.
– Ella no está con un Caminante Fantasmas.
Jack negó con la cabeza.
– Primero la mandé a casa de Lily, y luego se suponía que tenía que ir a visitar a Nico y Dahlia. Lily la sacó a escondidas y está segura con la señorita Judith. Quise que se conocieran, por lo que Jeff acompañó a Briony a su casa. Me ha prometido que no dejará la casa y se mantendrá fuera de la vista. Tengo dos guardias con ellas, pero Whitney nunca pensará en buscarla allí.
La señorita Judith era la mujer que le había dado la vuelta a sus vidas y que los mantuvo a ambos fuera de prisión. Había sido una voluntaria, trabajando en el grupo de la casa donde habían sido colocados, y había visto la cólera bajo el helado y muy espantoso comportamiento de los dos chicos que habían sido arrastrados constantemente de una casa de acogida a otra. No le habían disuadido sus malas reputaciones o el hecho de que se habían vengado de una pareja de padres adoptivos por maltrato, o el hecho de que se negaban a que los separaran, escapando cada vez que el sistema había insistido en dividirlos. Había mirado más allá de su horrible pasado, el hecho de que habían matado a su padre y se habían negado a que los separaran, sin importar lo que dijera el sistema.