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Mari no había notado que tuviera cicatrices en sus muñecas y tobillos, pero con este pequeño vislumbre de su pasado, estaba segura que las tenía. ¿Por qué no había notado algo tan importante?

Bebé. Susurró con cariño como una caricia física. No podrías notarlo con todas las demás cicatrices. Siento haberte llevado ahí. Fue un accidente.

Lo sé. Lamento que yo no pudiera confortarte. Porque al lado de lo que él había aguantado, los castigos humillantes de Peter Whitney eran cosas de niños. Y esta era una forma de castigo más que un registro documentado para Whitney. Había dejado el complejo sin permiso, y esto era una cosa que ella sabía que él odiaba. Pero no se agachaba delante de ella, desapasionadamente cortando con un cuchillo muy afilado su piel mientras los demás se agrupaban a su alrededor riéndose y burlándose.

Mujer, se supone que te consuelo, no que compartimos recuerdos.

El recuerdo me estabilizó. Puedo pasar por esto. Odiaba la idea de que vieran las marcas que me dejaste en el cuerpo y que supieran como las habías puesto. Pensé que convertirían algo especial en algo totalmente diferente, pero estoy orgullosa de las marcas que me dejaste. Que se joda Whitney. No va a alejarte de mí.

Otra vez sintió la caricia de sus dedos a lo largo del cuello, como si la acariciara como a un gatito. Bien por ti. Ese hombre no puede llevarse nada de lo que hicimos o tuvimos juntos, no es nada Mari, nada en absoluto. Estoy contigo. Aquí mismo. No puede separarnos ahora, no importa cuanto lo desee. Te tomé en la selva, y puedo tomarte en algún sitio mucho mejor. Pero, amor, tengo que ser capaz de imaginarte con ropa. Me estás matando.

Otra vez quiso reírse y tuvo que mantener su expresión exactamente igual. Le costó mucha disciplina, pero lo consiguió. No podía creer que la hiciera querer reírse cuando estaba expuesta y vulnerable con Whitney y su doctor disecándola como un bicho, bien quizás no disecándola. Ken había sido disecado, cortado en trocitos, despojado de su dignidad y luego de la piel de su espalda. No se imaginaba el dolor o la rabia o la completa desesperación. Era la peor desesperación, sentirse totalmente indefenso.

Whitney estaba loco. Le había tomado años reconocerlo -para todos ellos admitirlo- porque eran totalmente dependientes de él para todo. No tenían verdaderamente ningún contacto con el mundo exterior ni podían ir a alguna parte para evitar las demandas interminables y los experimentos. Con el recuerdo del pasado de Ken, se sentía más relacionada con él, y la unión se sentía más íntima. Se agarró a su mente, queriendo que la mantuviera centrada.

El sexo es grandioso contigo. Estaba alegre con todo su ser -habían tenido buen sexo y esperaba tener más- pero por otra parte, quería importarle más que en ese nivel.

Sí, el sexo es grandioso mientras es con mi compañera. No he tenido exactamente mucho de eso últimamente. No pensé que pudiera.

Había tal honestidad en su voz, que sintió que las lágrimas la quemaban otra vez y tuvo que luchar para no traicionarse. No tenía que decírselo, pero lo entendía. Había sido lastimado y cortado, cuando él estaba totalmente erguido, tenía que doler. ¿Es doloroso?

Hubo un pequeño silencio y se encontró conteniendo su aliento. Sabía que no quería contestar, que sopesaba sus palabras.

Ken suspiró y miró arriba al cielo. Sabia que llegaría el momento en que le tendría que explicar esto, confesarle que no era sólo su cara la que revelaba al monstruo, que Ekabela había traído a aquel monstruo a cada aspecto de su vida.

Maldición no se lo iba a decir, no cuando estaba estirada en una mesa y algún hijo de puta fotografiaba las marcas que había dejado en el interior de sus muslos.

No tienes que decírmelo…

No es eso. No quiero que te alejes de mí.

Hubo una impresión de risa. Estoy amarrada en este momento.

Le envió una impresión de un gemido. No digas amarrada. Sabes lo que me pasa al minuto en que lo dices. Las cosas que podría hacerte, el modo en que podría hacerte sentir.

La risa en su mente fue como una caricia, frotando todo su cuerpo hasta que lo sintió por todas partes, hasta que lo sintió en su alma. Sí, hay dolor, pero de un modo bueno. No hay mucha sensación por regla general, y cuando estoy lleno y listo, la piel se estira tan firmemente apretando que me toma mucho para estimularme. Soy áspero y tengo que serlo. La cosa es, Mari… Se sentía como un pervertido. Era la última persona que ella necesitaba a su alrededor.

Sólo dime. No soy exactamente una virgen, Ken.

Su mano se cerró en un puño y golpeó la tierra a su lado. Sí, lo eres. No sabes nada de hacer el amor. Alguien debería hacerte el amor. Suave, sensible, lento, y fácil. Un hombre debería atesorar cada momento contigo, saborearte y hacerte gritar de placer. Quería todo esto para ella, desesperadamente lo quería para ella, aún si él nunca fuera ese hombre.

La impresión de risa vino otra vez. Como lo hiciste.

Ken frunció el ceño. Ella no lo entendía. No exactamente como lo hice. Fui demasiado áspero, Mari. Si estás conmigo, siempre seré áspero. Querría cosas de ti; querría que aprendieras a tener la clase de sexo que necesito, y no es lo mejor para ti.

Parecía un idiota meditando cada palabra en su mente antes de enviársela. ¿Qué demonios podría decirle? ¿Quería hacerla su esclava sexual? Lo hizo. Desde que había tocado su piel, había querido hacerle todo, atándola, como nadie más se lo haría. No se opondría a atarla y tenerla a su merced. Podría amarla durante horas.

Empujó su cabeza con la palma de su mano. Ella estaba atada a una mesa, y él pensaba como podría traerla a tal placer que se ahogaría. Tal vez estaba tan enfermo como Whitney o Ekabela.

No seas ridículo. Nadie está tan enfermo como cualquiera de ellos. Y fantasear con lo que me harías si me tuvieras atada -a lo mejor como veterano te dejó decírmelo- pero me pondría caliente y Whitney sabría que estás aquí conmigo. Nada de sexo en la mesa y ningún pensamiento sobre amarrarme. Puedes hacerlo después.

Otra vez su suave risa lo recorrió. Las lágrimas quemaron sus ojos y en su garganta. Condenada. Lo mataba con su aceptación. ¿Si no se podía aceptar, cómo podría aceptarlo ella? Caería enamorado de ella. Era un gran paso, caería con fuerza y estaba asustado como el infierno. No tenía sentido y no quería que pasara. ¿Qué demonios iba a salir de este trato?

¿Mari? No fue solo sexo.

Su corazón se aceleró. Sabía que Whitney daría vueltas a este punto, pero Ken la hizo sentir viva otra vez de un modo que hacia mucho tiempo no sentía. Le dio esperanza y tenía el derecho de esperarla, entonces.

¿Si no fue solo sexo, entonces qué fue? No sé que pensar. Ninguno de los hombres emparejados con alguna de las mujeres parecía sentir emoción por ellas, además de posesividad. No les podía preocupar menos si realmente sacamos cualquier placer de ellos tocándonos. ¿Lo que pasó entre nosotros parecía más que algo que Whitney hubiera hecho, o he leído yo más que lo que había?

Ella esperó su respuesta, su boca de repente se seco. Apenas sintió los dedos del doctor sondeándola cuando empujó en ella. Parecía que pasaba más tiempo examinando las contusiones y las marcas rojas en su piel que la herida del arma o la muñeca rota, pero la respuesta de Ken era más importante que su modestia. Contuvo el aliento.