Maldición, sabes bien que es mucho más. No te escondo nada, tanto como quiero. Que se joda Whitney. No tiene nada que ver con nosotros. Ken pasó su mano sobre su cara y suspiró otra vez. Tal vez lo hizo al principio. Tal vez su manipulación permitió que me aceptaras sexualmente cuando podrías haber tenido miedo de mí.
Mari lo dio vueltas en su mente. ¿Era verdad? Lo había aceptado “sí”, pero eran mucho los sentimientos en esto. La decisión definitivamente era suya y no todo fue sexo. Entonces ¿Qué fue lo que le atrajo emocionalmente? ¿Cómo se habían unido tan rápido y tan fuertemente? No creo que sea así, Ken. Realmente no lo hago. Tienes razón. Independientemente de lo que hay entre nosotros no se trata de Whitney.
Ansiaba sostenerla en sus brazos. No soy un buen hombre, nunca voy a serlo. Tienes que saberlo. No te dejare ir una vez que seas mía.
¿Qué significa esto, Ken? No sabes si serás feliz conmigo. Ninguno tiene idea de lo que será nuestro futuro. No puedo concebir estar fuera de este lugar. La idea es espantosa. No sé nada sobre la vida en el mundo verdadero ¿Cómo puedes saber que pasará o no, si estuviéramos juntos?.
Mari, representas mi esperanza. Dejé mi vida hace tiempo y todo lo que implica, incluso el sexo. Me devolviste todo eso y no soy lo suficiente hombre para alejarme de la tentación.
Esperanza. A Mari le gustó la palabra. Y le gustó la idea de ser la esperanza de alguien. Tal vez esto era todo sobre su extraña relación. Mari nunca había tenido esperanza, ni aún cuando salió con su equipo para hablarle al senador. Peter Whitney parecía tan invencible. Nadie podría derrotarlo alguna vez, sobre todo el Senador Freeman. Él nunca superaría el argumento de Whitney. Pero Ken la había hecho sentir de manera diferente. Le había dado el gusto de la libertad.
Ken juró en su oído. Yo nunca te liberaría. Mari, piensa en eso, piensa en lo que soy. Sería posesivo y celoso y querría que estuvieras al alcance de mi vista cada minuto de cada día. Estaría aterrorizado si te perdiera, querría tocarte, comerte viva, besarte sin parar, y tomarte siempre que quisiera, que, a propósito, sería todo el tiempo.
Te dije que no hablaras de eso. Harás que me ponga caliente. Trató de no estremecerse cuando el doctor tocó su pecho, supuestamente para conseguir un mejor ángulo con la cámara, pero sus dedos se demoraron.
Ken se congeló, la cólera lo recorría como si fuera un volcán en erupción. Podía entrar a pesar de la seguridad. Entrar y cortar la garganta del doctor y luego ir a por Whitney. Era un Caminante Fantasmas y pocos podían detectarlos, y muchos menos detenerlos.
No, cálmate. En serio, Ken, no es gran cosa. Mari estaba mintiendo. Odiaba esta humillación, pero trató de respirar a través de él y concentrarse únicamente en él. Mientras se dirigía a él, no pensaba en lo que le hacían. Y si no pensaba en eso, tampoco él. Sigue dirigiéndote a mí. No te quiero cortando gargantas. Eres tan violento.
Era un hombre violento. ¿No lo entendía? Casi gimió por la frustración. No podía cambiar lo que era o quien era, ni por ella. A veces apenas colgaba en su cordura. Su fea infancia lo había formado, y su padre le había dado una herencia oscura de celos conectados con un fuerte paseo sexual. Ekabela había añadido capas a la oscuridad y rabia, de modo que esto pudiera hasta amenazar con consumirlo. Lo había escondido, hasta de Jack, pero estaba allí, poniéndose en cuclillas como una bestia, esperando a destruirlo, y a quien se atreviera a amarlo.
¿Cómo podría realmente amarlo? Podía atarla con el sexo, sabía que podía, ¿pero cómo podría mirarlo a la cara todos los días y amarlo? ¿Cómo podría ella saber lo que él era y todavía sentir todo menos miedo y desprecio?
Incluso mis hijos se apartarían de mi, Mari y no podría culparlos. ¿Realmente se compadecía? ¿Era tan lamentable cuándo ella estaba estirada en una mesa de exámenes? Que el diablo lo condenara por su egoísmo. La quería sonriendo, y aceptándolo. Quería que lo amara a pesar de las cicatrices de su alma que mostraba tan claramente en su cuerpo.
Ahora estas siendo un tonto. Un niño te amaría Ken. Piensas que no muestras ternura, pero la siento cada vez que toco tu mente. Me has mostrado más respeto y me has dado más de lo que alguna vez tuve, y no puedes saber lo mucho que significa. Si no salgo, nunca lamentaré haber estado contigo. Whitney puede llevarse muchas cosas, pero no puede tomar lo que me has dado.
Bien. Que se lo llevara el diablo. Esto es todo que había. No iba ser noble y dejarla. Por ninguna razón. ¿Cómo podía el universo darle a alguien tan perfecto y luego esperar que la devolviera? Ella tenía bastante tolerancia, compasión, y bastante coraje, para ambos.
Sabía amar. ¿Cómo había aprendido a amar cuando nunca la amaron? Brevemente, había tenido a su madre y siempre había tenido a Jack, pero a Mari la habían alejado de su gemela, dejándola completamente sola en las frías condiciones del laboratorio. Lo humillaba con su capacidad de aceptación incondicional.
Sintió el tirón de su mente lejos de él, de repente consciente de que el doctor tocaba sus partes íntimas. Sentía la repugnancia y la humillación en aumento, el disgusto completo cuando el hombre sondeo más profundo y movió su mano dentro de ella. Repentinamente trató de cortar con Ken, haciendo todo lo posible para protegerlo de lo que le pasaba. La bilis se elevó en su garganta. Una persona que debería ser capaz de proteger, tenía que quedarse inmóvil cubierto con hojas y ramitas, y dejar que la torturaran. Le dio lo único que tenia, aunque le costara lo que quedaba de su orgullo.
Mari estoy medio enamorado de ti. Tal vez más que medio enamorado, es difícil de confesar. Quiero hacer lo mejor para ti, no sacarte al sol y rebajarte completamente a un nuevo nivel, pero no soy bastante hombre para sacarte y alejarme. Maldición voy a llevarte conmigo.
Ella lloraba por dentro. Llanto. Lo sentía como un cuchillo atravesando su corazón. Descansó su cabeza en su brazo. Estaba a unos pies de un guardia, y el hombre no se había movido en la última media hora. Estaba sentado en una roca leyendo un libro. No había alzado la vista o mirado a su alrededor y no tenía ni idea que Ken estaba a un golpe de distancia y que ahora mismo, cada emoción estaba siendo conducida despacio por Ken entonces no sintió nada en absoluto cuando fue por su presa.
Quiero ir contigo. Solo estoy siendo un niño, no te disgustes. Puedo sentirte separándote de mí. Las mujeres somos emocionales a veces, eso es todo.
Esa no es toda la mierda, Mari. Que el bastardo tenga su mano dentro de ti y que no vivirá otro día. ¿Qué demonios piensa Whitney que es, sujetándote a esta clase de mierda? ¿Y qué tipo es tu amigo Sean que lo permite?
Sean solía estar de pie siempre con nosotras. Me ayudó a salir para ver al senador, pero ahora parece diferente. No sé cómo o por qué hace y dice cosas, pero no es él.
Whitney de alguna manera lo sometió. No confíes en él, Mari.
No lo hago. ¿Estás bien ahora?
Mierda, no me preguntes si estoy bien cuando ese bastardo te está tocando. Yo debería preguntártelo, pero no tengo… sé que no estás.
Me toca de un modo completamente impersonal, de forma médica. Mari trató de calmarlo mintiendo, mordiendo su labio inferior, esperando que el doctor se diera prisa en su examen. Prauder era un pervertido. Siempre sentía gran placer tocando a las mujeres íntimamente en cuanto le era posible, fotografiarlas en las peores posiciones, sabiendo que no podían hacer nada para evitarlo. Todas trataban de fingir que era impersonal, porque era el único modo que tenían para sobrellevarlo.