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Jack asintió con la cabeza.

– Definitivamente el mejor plan. Los guardias no están alerta. Nada se les ha echado encima en los dos últimos años.

– Los hombres de Ryland pueden asistirnos, pero podemos llamar a Logan y decirle que queremos a nuestra unidad para esto.

Jack asintió con la cabeza de acuerdo.

– Está concedido, Ken, y preparado para hacerlo. Los hombres saben que esto es personal para ti, y están reunidos preparados y esperando a Inteligencia. No van a defraudarte.

Ken sabía que Jack tenía razón, pero esto no desenredaba los nudos en su vientre.

– Compruebo la casa del doctor. Acaba de entrar. -Indicó la pequeña casa pasando por alto las casitas de campo-. Descenderé poco a poco hasta ese punto y entraré por allí. Tú me cubrirás.

– ¿Comprobar la casa del doctor para qué? -preguntó Jack-. No puedes entrar allí y volar esto para nosotros.

– Le hizo fotografías.

– Ese es su trabajo. Tuvo que haberlas dejado en el laboratorio.

– Me aseguraré. Voy a averiguar donde está el laboratorio donde las dejó.

– Maldita sea, Ken. No puedes arriesgarte a informar a nadie del hecho de que estamos aquí. Sólo quédate quieto.

– Tiene fotografías y sabe dónde están las otras fotografías. La tocó, Jack. Cuando estaba desvalida y cuando se suponía que la examinaría impersonalmente, la tocó.

Mari había atenuado sus emociones, hasta arrancárselas, pero no antes de que él hubiera captado la aversión, el sentimiento de completa impotencia, la mezcla de dolor, la desesperación y la impotente rabia que conocía estrechamente. No podía dejar a Mari allí y alejarse hacia algún sitio seguro en aquel momento, pero cierto como el infierno que el doctor podría pagar con una pequeña visita. Nunca podría ser capaz de darle a Mari las cosas que merecía, como equilibrio, tolerancia de compañeros, pero podría darle las fotografías y devolverle la dignidad.

Jack se frotó la boca para abstenerse de protestar. Nada iba a detener a Ken y Jack no podía culparlo. Si fuera Briony, el hombre ya estaría muerto. Por primera vez en su vida, Jack temió por la cordura de su hermano. El hombre era un desconocido, pero ella era la hermana gemela de su esposa y la mujer escogida por su hermano, esto la hacía tan importante y una amenaza al bienestar de su familia.

Ken era, y siempre sería, un hombre peligroso. Era, por turnos, controlado y prudente, frío y eficiente pero siempre capaz de la violencia rápida y brutal si la situación lo requería. Donde Jack era fácil de leer por los que tenía a su alrededor, Ken parecía tolerante y afable. Los hombres de su unidad lo encontraban mucho más accesible. Jack siempre había sabido que en algún nivel Ken se había obligado a ser el hombre “delantero” en un esfuerzo por proteger a su gemelo. No lo había comprendido, hasta ahora, lo extraño que había sido el comportamiento a la naturaleza de Ken.

Ken tenía los mismos demonios ocultos, las mismas pesadillas y miedos y tenía una dosis aún más fuerte de la herencia de su padre, los oscuros celos y la necesidad de la venganza rápida y violenta. Ken había llevado una máscara todos aquellos años, ocultándole incluso a su gemelo la rabia que bullía debajo de la superficie. Entre el trauma de la reciente captura, la tortura y encontrar a Mari, el modo de vida de Ken había sido puesto patas abajo. La suave fachada, tolerante había desaparecido.

Jack suspiró y le echó un vistazo al reloj.

– No dejes que te atrapen. Lamentaría tener que matar a alguien antes de que empecemos.

Ken extendió la mano para golpear ligeramente los nudillos de su hermano con su propio silencioso ritual familiar. Regresó rápidamente hacia el follaje, con cuidado, impidiendo que las delgadas ramas se balanceasen por donde pasaba. Moviéndose a paso de caracol, Ken se movió poco a poco mientras bajaba por la ladera hasta que estuvo a unas yardas de la casita de campo que estaba bastante seguro que era la del doctor. La pequeña casa estaba un poco apartada de las otras y la seguridad era estricta. Los guardias caminaban por el perímetro cada diez minutos, dos de ellos, cambiaban su rutina continuamente. El doctor tenía algo que ocultar.

Ken resbaló silenciosamente por entre los setos que rodeaban la pequeña comunidad de casas cuando un guardia dio la vuelta por un lateral de la casa y se paró, los talones de sus botas a un pie del codo de Ken. El aliento de Ken quedó atrapado en los pulmones, se quedó absolutamente quieto, permitiendo a hormigas y escarabajos avanzaran lentamente sobre él. Un lagarto le hacía cosquillas mientras corría por encima de su brazo haciendo pequeños arranques y paradas, hasta que se posó sobre su hombro, moviéndose de arriba para abajo, oliendo el aire.

El guardia dio tres pasos hacia delante y se paró otra vez, girando rápidamente mientras intentaba descubrir algo o a alguien. Las cejas de Ken se unieron. ¿Había hecho algún sonido? ¿El susurro de la ropa arrastrándose por el suelo? Había tenido cuidado de que su piel reflejara el follaje de su alrededor. Su ropa sobre todo estaba diseñada para reflejar los colores de su entorno.

¿Qué había avisado al guardia? Ken deslizó pulgada a pulgada la mano a lo largo de la chaqueta hasta que alcanzó el cuchillo atado con una correa en la parte de delante. Los dedos se cerraron alrededor de la empuñadura, pero lo dejó en la vaina. Podía sacarlo y lanzarlo casi antes de que pudieran apretar el gatillo. La maniobra había sido practicada durante cientos de horas durante los últimos años y era tan mortal en el lanzamiento como con el rifle.

Lo tengo.

En la voz de Jack no había emoción, era una declaración de hecho. Si el guardia tiraba mal, moriría. Y luego todo el infierno se desencadenaría rápidamente.

Lo sacaré y ocultaré el cuerpo. Ken comenzaba a sudar. Podía oír la respiración del hombre, oler su miedo, ver los nervios cuando buscaba en las laderas con cuidado. Ha sido realzado, Jack. Usa la visión o el oído, pero no te ha enganchado. No podía permitirse que el guardia diera la alarma. Algo lo ponía nervioso, pero Ken no podía entenderlo. No había ningún signo delator donde una parte del arma de Jack podía estar mostrándose a lo largo de un lado del tronco de un árbol. Ningún objeto brillante. Jack tenía la misma capacidad de camuflar su piel, la misma ropa reflexiva. Desaparecía en el entorno hasta que se hacía invisible. Ken sabía exactamente donde estaba Jack, incluso no pudiendo descubrirlo con su vista de águila, pero tenía la maldita seguridad de que el guardia tampoco podría.

Es psíquico. No siente nuestra energía mientras hablamos, pero coge algo más, advirtió a su hermano. No muevas ni un músculo.

Ambos observaban como el guardia cuarteaba el área en una búsqueda lenta y cuidadosa. No cogió los gemelos y esto les dijo a ambos que tenía realzada la vista. Ken intentó entrar en él, con cuidado de mantener el aliento suave e incluso silencioso. Todo el tiempo mantuvo la atención sobre el guardia, no atreviéndose a arriesgarse a volver a mirar a su hermano. Si el guardia descubría a Jack, Ken tendría que matarlo rápidamente y en completo silencio, antes de que el hombre tuviera la oportunidad de dar la alarma o girar el arma a Jack.

No advirtió que el miedo de Mari le llenaba la mente. Fluyó sobre él como si se hubiera abierto de par en par sin los cuidadosos escudos construidos para protegerlo. Su cuerpo se sacudió por la sobrecarga. El aire abandonó sus pulmones rápidamente, se le secó la boca y parecía que se le había parado el corazón, después comenzó a palpitar tan ruidosamente que tuvo miedo de que el guardia lo oyera por casualidad. El sudor estalló sobre su frente, nada de ello era bueno cuando estaba a los pies de un soldado realzado.