Выбрать главу

Si tienen un túnel, tendrán más. Observó Jack.

¿Estás a salvo? Tarde o temprano llegarán a los alrededores enviando a los perros a buscar a alguien, estate en el lado seguro. No creo que Whitney de mucho por sentado.

Estoy bien, le aseguró Jack. Sabes que tiene que tener un par de rutas de escape. Cuando este lugar caiga, él no tiene la intención de estar aquí. Debe de tener más de una docena de laboratorios como éste.

Me figuro que más.

Hubo un pequeño silencio mientras escuchaban las llamas rugir con cólera, amenazando el follaje y los cercanos árboles.

Es un hermoso fuego infernal, comentó Jack.

Quiero que se quemen las paredes por fuera y por dentro. Tenía fotografías desde el suelo hasta el techo de todas ellas, Jack. Incluso de cuando eran niñas. Whitney no sólo lo sabía, sino que lo animaba. Ha sido una de las cosas más enfermizas que nunca había visto.

Es una maldita buena cosa que el hijo de puta esté muerto entonces.

Ken dio una última mirada a las furiosas llamas, deseando que se le quitase la mala sensación del estómago, pero su vientre todavía se rebelaba y tuvo que luchar para no vomitar cada vez que se acordaba de la pared desde el suelo al techo donde estaban las fotografías de Mari. Su vida hecha una crónica por un pervertido extravagante.

Le era indiferente ceder ante sus violentas emociones. Cuando salía de una asignación, era siempre un negocio. Estaba completamente desprovisto de todo sentimiento, no preocupándose por nada de eso para conseguir hacer el trabajo. Cuando alguien intentaba matarlo, raras veces se lo tomaba como algo personal; esto era parte de quien y de lo que era. Pero esto…

Estás enamorado de esta chica.

Vete al infierno, Jack. No es eso. Ella necesita protección.

Entonces hazlo por las otras mujeres. ¿Sientes lo mismo por ellas?

¿Cómo puedo haberme enamorado de alguien que acabo de conocer?

Eres superficial. Siempre te lo dije pero nunca me escuchaste.

Esto no es amor. Ella sólo… lo dejó bruscamente. Esto no era amor. No se atrevía a amar. El amor podía convertirse en algo realmente feo en un hombre como él. La quería… quería cuidarla y ver que tenía una vida mejor.

¿Estaba de broma? Quería despertarse con ella en sus brazos, con las piernas rodeándole la cintura, el cuerpo avanzando lentamente con fuerza contra el suyo, la boca en sus pechos y besarla, calentarla, largos besos que no acabaran nunca.

Esto es sexo. Solamente. Me pongo duro sólo de pensar en ella. Solamente es sexo.

Eres un bastardo mentiroso. Jack bufó mofándose. Caminas hacia el sexo. Ella no sólo es sexo para ti, hermano. Ella es el jodido Cuatro de julio y la Navidad envuelto todo en un atractivo paquete. Kenny está enamorado.

Sigue con ello, Jack, y le diré a Briony que golpeaste con un arma la cabeza de su hermana.

No te atreverás.

Maldita sea. Rechazaba amar a una mujer. No lo haría. No iba a arriesgarse que se pudiera volver peligroso para ella. Sólo la mantendría. La ataría a él. Tenía mucha experiencia con el sexo y ella no. La mantendría caliente para él, queriéndolo. Esta era la llave. Olvidarse del amor. Jack estaba lleno de ello. Por lo que era un desastre. De esta manera podría mantenerla siempre y nunca sentiría la punzada de los celos. Guardaría sus emociones y se mantendría a salvo.

Ken se limpió el sudor de la cara y comenzó a caminar por el estrecho pasillo de cemento, encontrando el camino por el laberinto tan sólo con el toque de Mari dirigiéndolo, porque por un camino u otro… tenía que localizarla.

Capítulo 15

Mari agarró los barrotes de la ventana de la puerta y los sacudió, la mirada fija sobre los dos hombres que se rondaban el uno al otro.

– No necesitamos las armas -dijo Sean.

– No. Puedo golpearte hasta la muerte con mis manos desnudas -contestó Brett.

– Alto -suplicó Mari-. Brett, detente.

– Cállate. Mari. -Brett golpeó un puño como un martillo contra la puerta, provocando que el corazón de ella se acelerara-. Me ocuparé de ti más tarde.

La cámara en la esquina hizo un leve zumbido al cambiar de ángulo para capturar mejor la lucha entre los dos hombres. El aliento de los hombres contenido en los pulmones.

En aquel momento ella de pronto entendió lo que pasaba. El recinto entero era un experimento de laboratorio, y cada uno de ellos era un participante. Whitney quería emociones fuera de control. Quería ver si podía manipular a los hombres en un frenesí asesino. Quería ver si podía adiestrarlos para asesinar a sus propios hijos, si el niño no cumplía las rigurosas normas para ser súper-soldado. Y quería ver si las madres eran lo bastante fuertes para contener a los hombres para impedirles hacerlo. Ponía a prueba la naturaleza humana. Tal vez quien quiera que lo financiaba no conocía los extremos a los que llegaba, pero él ya había matado a una de las siete mujeres que había comenzado a entrenar, y si Whitney se salía con la suya, las demás fácilmente podían morir.

Mari y sus hermanas no eran soldados. Esto nunca había sido su hogar. Ellas eran experimentos de laboratorio, nada más, y si querían sobrevivir con el cuerpo y el alma intacta, tenían que escapar. Tenían que dejar de hablar de ello, hacerlo, y pronto. Inmediatamente.

– Sean, no lo hagas. Es lo que quieren, lo que él quiere. -Ella sintió la necesidad de salvarle, un compañero soldado, un hombre que había jurado cumplir su deber y obedecer órdenes. Ella siempre lo había respetado como soldado, había respetado sus capacidades incluso cuando se había hecho evidente que él no las consideraba a ella y a las otras mujeres parte de la unidad. Whitney le había hecho algo terrible para cambiar su personalidad, para convertirlo en otro Brett, brutal y sin la capacidad de discernir el bien del mal.

– Atrás, Mari -siseó Sean, los ojos sobre su enemigo.

– Si haces esto, no hay vuelta atrás. Él te tendrá para asesinar. No lo ves, estarás tan prisionero aquí como yo. -Era ya muy tarde para él; lo supo casi al momento en que había venido hacia ella y había actuado de modo diferente. El hombre de sonrisa fácil había desaparecido, y un extraño había tomado su lugar.

Él había hecho su elección; aún después de ver lo que los experimentos de Whitney hacían a los hombres, Sean había hecho la elección de participar.

– Ya lo estoy -dijo Sean, apretando los dientes-. Él no va a torturarte más.

Mari sintió las lágrimas quemar tras los ojos. Los cuchillos habían substituido a las pistolas y no había ningún modo de parar lo que iba a pasar. En algún sitio, todo estaba siendo registrado como si fuera un videojuego en vez de la vida real. Un hombre con los ojos apagados los miraba sin más compasión que la que tendría por unos insectos. Él jugaba con sus vidas y lo registraba todo con diligencia, todo en nombre de la ciencia y el patriotismo. Sean estaba equivocado. Whitney todavía la torturaba. Él había apartado lejos de ella a otra persona por la que se preocupaba.

No conocía ninguna otra vida, ni ninguna de las otras mujeres. Habían hablado de escapar, habían planificado durante meses, pero hasta ahora siempre encontraban una razón para esperar, para permanecer un día más. A pesar de su entrenamiento y sus capacidades físicas y psíquicas realzadas, la simple verdad era que tenían miedo de lo que encontrarían fuera del complejo.