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Lo sé. Fue terrible lo que hizo, y lo lamenta. He hablado con él, le hice ver al monstruo que es Whitney.

Mari cerró sus ojos. Ed Freeman era directamente responsable de la captura y tortura de Ken por Ekabela. Ken fue al Congo para rescatar al senador. Había puesto literalmente su vida en peligro para salvarlo. Y Freeman lo engañó por un lugar en la votación vicepresidencial. Ni Violet ni su marido podían concebir los daños, Ed Freeman había hecho tal daño a Ken, que duraría toda la vida. Esto puso enferma a Mari, que Violet pudiera amar a tal hombre.

Ken se consideraba un monstruo. Temía la violencia en él, pero Mari sabía que un Ken era mejor que un millón de Ed Freeman. Ken nunca, en ninguna circunstancia, entregaría a otro hombre al enemigo, sobre todo sabiendo como era de sanguinario y brutal Ekabela. Todos sabían de su reputación para el genocidio, para la tortura, para el asesinato de masas por oponerse a sus fuerzas. Aunque Whitney había hecho un trato con él, el Senador Ed Freeman había aceptado aquel trato por su carrera política. De repente sospechaba que Freeman fuera capaz de engañar a un soldado por la ganancia política, sólo podría tener su propia orden del día al venir a este lugar.

Mari rompió el contacto con Violet. Ken, siento tanto que oyeras esto.

Estoy bien, nena.

Pero no lo estaba. Sabía que no estaba bien. Las lágrimas quemaron sus ojos por él. Ed Freeman es un asno, Ken, y Violet una idiota si realmente puede amar a semejante hombre. No estoy segura de que decirles.

Es una trampa, Mari. No sé lo que esperan sacar de esta visita, pero quieren algo, y no debe sacarte nada, ni a las otras mujeres. Adviérteles a las demás que no se dirijan a ella en absoluto, que no le den ninguna información.

No lo harán. Mari podía sentir tirar a Violet en su mente, tratando de abrirse camino entre ellos. Mari no la dejó pasar. Pero no era fácil. Su cabeza palpitó, y sintió un chorrito delgado de sangre en su oído.

Dime lo que quieres hacer, nena.

Ella se decidió. Tenían que irse ahora. Independientemente de lo que pasara, no podían esperar, tenían que intentar la fuga.

Ken, ve hacía las otras mujeres y abre sus celdas. ¡Hazlo ahora!

Comprendido. Le daré a Jack la señal de que ellas salen.

Violet empujó con fuerza en su mente y Mari la dejó entrar. Mari, dulzura, tengo miedo por ti. El Doctor Whitney parece realmente disgustado contigo. No quiso que Ed te hablara. Ofreció permitirles el acceso a todas las otras mujeres, pero lo convencí de insistir en hablarte.

Mari se hundió en su cama. Cerró de golpe su mente otra vez a Violet. Ken, Violet es consciente de que cualquiera de las mujeres podría decirle a su marido lo que pasa. Esto no es sobre el programa de súper-bebés, es seguro.

Vamos a seguir tus instintos, amor. Cubro tu espalda.

Mari soltó el aliento. Por supuesto que lo hacia. Podía contar con Ken. Rápido abre las celdas antes de que Whitney saque su as de la manga. Violet está jugando con una cobra y puede ser mordida.

El pequeño grupo llegó a la esquina, el Senador Freeman y Violet rodeados por su equipo de seguridad. Whitney mostraba el camino y su disgusto, Sean caminaba al lado de Whitney.

Whitney se paró delante de su celda, con la misma pequeña sonrisa en su cara.

– El senador quiere hablar contigo, Mari.

Retrocediendo ante la puerta de la celda, echó un vistazo a Sean. Su mirada estaba fija en las señales y fresas de su garganta y bajó hacia el escote de su blusa. Su expresión mostraba satisfacción, y se dio cuenta que creía que había cooperado con él y que era él el que había dejado las señales de posesión en su cuerpo. Por alguna razón, esto la avergonzaba y encontró más difícil girarse a mirar a Violet y a su marido.

El Senador Freeman se movió en el círculo de sus guardias de seguridad.

– He oído rumores sobre su programa de cría. Por lo que he oído me cuesta darle crédito. El Dr. Whitney está obligando a las mujeres psíquicamente realzadas a reproducirse contra su voluntad con soldados realzados para producir descendencia y usarlos como armas.

Ken, suena como si lo hubiera ensayado repetidas veces. Mari humedeció sus labios y echó un vistazo hacia Whitney.

– Está bien, Mari -aseguró Freeman-. Soy un senador de los Estados Unidos. El Doctor Whitney no va a hacerle daño por decir la verdad. Conoce a mi esposa, Violet. Mi palabra es buena. Procuraré que no le hagan ningún daño.

Alejándose más de la puerta, hacia el fondo de la celda, sacudió su cabeza.

– Tiene miedo de que el Dr. Whitney les haga daño a las otras mujeres -ofreció Violet voluntariamente-. Tratamos de ayudarte -añadió-. Sólo dile la verdad.

Con los ojos fijos en Violet, Mari dijo claramente:

– Sí, Senador, todo es verdad. Hay varias mujeres. El Dr. Whitney las tiene amenazadas a fin de asegurar la cooperación del resto de nosotras. -Ya lo sabe, Ken. Puedo verlo en sus ojos. Parece triunfante y Violet también. No pueden ser tan estúpidos como para pensar que Whitney los dejaría salir de aquí si pensara durante un minuto que lo delatarían. ¿Qué se traen entre manos?

– ¿Me dices que estas mujeres están contra su voluntad? ¿Qué el doctor envía a soldados para forzar su cooperación?

– No tienes que actuar como si estuvieras ultrajado, Ed, sabes lo que está en juego. Lo que tratamos de conseguir. Además, has hecho más, ayudaste a entregar a un soldado de las Fuerzas especiales estadounidenses a Ekabela para que lo pelara vivo. Y en cuanto a ti Violet, mi querida, realmente deberías haber hecho un mejor trabajo en guardar la atención de tu marido correctamente enfocada.

– Nos llevamos a Mari -dijo Freeman, con una voz innecesariamente fuerte y exigente.

Había sido todo definitivamente ensayado. Whitney nunca dejaría al senador llevársela, por su importancia.

– No, no es así. Decididamente no iré con usted. -Violet, independientemente del trato que tienes con él no lo vas a conseguir, lo sabes, no puedes confiar en Whitney. Si nos revendes otra vez bajo cuerda para permanecer en la boleta electoral…

Amo a mi marido, Mari. No lo quiero muerto.

El entendimiento alboreó. Mari parecía una tonta. Es tú idea. Hiciste el trato con Whitney. Independientemente de lo que quiera a cambio de la vida de Ed. Sabías quién fue el que alejó el éxito de él. No había otra explicación. Whitney quería algo de Violet y de Ed Freeman, y quería hacer un trato. A cambio, Whitney suspendería el golpe y los amigos de Freeman lo ayudarían por la vicepresidencia. ¿Qué tuviste que hacer, Violet? ¿Qué vendiste?

A ti, por supuesto, Mari. Es todo sobre ti, tu hermana y los Norton.

Ken había estado corriendo por el laberinto para regresar con Mari. Cuando oyó la respuesta de Violet, su corazón saltó. ¡Jack! Si no llego a ella a tiempo la sacarán con el grupo del senador. Maldición. Maldición todo se irá al diablo.

El Senador Freeman caminó hacia la puerta.

– Vendrá con nosotros.

– Cuando corte su garganta, Senador, voy a hacerlo lentamente, entonces podrá sentirlo, justo del mismo modo en que Ekabela lo hizo con Ken Norton.

Los ojos de Freeman se dirigieron a sus guardias y luego a Whitney.

– Entonces realmente conoce a Ken Norton.

– No diga su nombre -silbó-. Se lo advierto. No se atreva. -Dejó la promesa de muerte arder sin llama en sus ojos.

El senador retrocedió, echando otra mirada rápida alrededor para asegurar que sus guardaespaldas estaban en posición. Violet caminó protectoramente delante de él.

Mari extendió la mano telepáticamente a su hermana más vulnerable. Rose. ¿Está despejado? ¿Puedes salir?

Kane me lleva hasta el nivel de tierra. Usamos los elevadores de servicio. Me ayuda a escaparme porque tiene miedo de lo que Whitney le hará al bebé.

Violet aclaró su garganta.