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Capítulo 18

El soldado más cercano a Whitney lo agarró y lo bajó de un tirón. La hoja cortó la parte posterior del brazo del soldado. Cuando sacó su pistola con rapidez y la apuntó hacia Sean, Whitney gritó:

– ¡No! No lo mates. Lo necesito vivo.

Sean no miró a ninguno del equipo de seguridad. Miraba únicamente a Whitney, como si fuera un robot programado para destruir. A pesar de los hombres que rodeaban al doctor se abrió paso, puños volando, intentando alcanzar su objetivo.

Mari luchó por ponerse en pie. Violet y el senador ya estaban en el ascensor, y no la estaban esperando. Se las tenía que apañar sola, enfrentarse a Whitney, a sus súper-soldados y a un demoníaco Sean. Tomó un profundo aliento y se dirigió lentamente hacia el vestíbulo. La mayoría de los guardias estaban vigilando a Sean, intentando encontrar una manera de dominarlo sin salir heridos. Era rápido y peligroso y la mayoría de ellos, en un momento u otro, habían sido vencidos por él.

No podía usar el ascensor, por lo que las escaleras eran su única opción. Avanzó seis pies antes de que Whitney desviara su atención hacia ella.

– Quédate donde estás, Mari. No quieres que Rose salga herida, ¿verdad?

¿Rose? ¿Estás fuera? Mari dudó, necesitando consuelo.

Kane me hizo correr. Luchó contra un par de guardias. Alguien, debían ser tus amigos, proporcionaron fuego de cobertura. Salté por encima de la valla y estoy corriendo libre. Alguien intentó detenerme; todo el rato gritaba que me podían sacar fuera, pero no confío en nadie. Estoy siguiendo el plan original. Dispersarse y evadirse. Puedo llegar al alijo del dinero y coger mi parte.

Mari supo que había dudado demasiado. La mayoría de los soldados de Whitney en las cercanías tumbaron a Sean en el suelo, luchando. Estaba soltando sonidos inhumanos e intentando arrastrarse, con la fuerza de seguridad a sus espaldas, hacia Whitney.

Cami. ¿Están todas las chicas a salvo y fuera?

Estamos cerca. Nos dispersaremos y nos encontraremos contigo en el punto de encuentro, confirmó Cami. ¿Estás fuera? Volveré y ayudaré.

El doctor suspiró.

– Tienes mucho más talento del que nunca sospeché, ¿verdad Mari? Y pensar que casi di la orden de eliminarte. ¿Estás embarazada del niño de Norton?

– Me enviaste a Sean la noche pasada. No lo sabré hasta que nazca, ¿no? -Retrocedió otro paso, pero dos de los guardias de Whitney estaban centrados en ella. Cada paso que daba, ellos lo imitaban, por lo que estaban bailando una danza macabra con ella.

Era extraño y muy difícil estar en una danza mortal y aún así mantener una conversación telepática con su hermana. Claro que Cami arriesgaría su vida para volver y ayudar a Mari. Mari lo haría por ella. ¡No! Sigue moviéndote. Voy a ir con Ken a su casa en Montana. Envió las imágenes de su localización, que había obtenido de la cabeza de él.

– No entiendo cómo pude perderme tus habilidades durante todos estos años. -Whitney frunció el ceño y se frotó el puente de la nariz.

– Sabía que eras psíquico. Usas el contacto, ¿no? -conjeturó ella sagazmente, esperando despistar a los guardias al hablar con Whitney. Ganó unas pocas pulgadas más, pero la entrada a las escaleras todavía estaba demasiado lejos. Era rápida, muy rápida, pero el equipo de Whitney estaba realzado.

¡No! objetó Cami. No confíes en ninguno de ellos. Sigue el plan.

Vete, Cami. Ahora estoy en una pelea. ¡Márchate!

– Muy bien, querida mía. Claro que lo hago. Tengo un cerebro superior además de ser psíquico. Hay muy pocos psíquicos verdaderos y fuertes en el mundo. -Miró a Sean. El hombre estaba pegado al suelo y asegurado con esposas flexibles en ambos tobillos y muñecas. Todavía estaba luchando por llegar hasta Whitney-. Controlaste su mente, Mari. Plantaste una sugestión, además una desagradable. No te ha tocado, ¿verdad? simplemente cree que lo hizo. Pero Brett… -dijo pensativamente, un pequeño ceño de concentración en su cara.

Mari saltó para cubrir la distancia, usando la habilidad física realzada para llegar a la escalera. Agarró la barandilla, saltó sobre ella y usándola como un trampolín, saltó medio tramo de escaleras. Corrió hasta el descansillo del tercer nivel. Escuchó a Whitney gritarles a sus hombres que fueran tras ella, agarró el segundo pasamanos y realizó un segundo salto.

Ken. Estoy huyendo. ¿Las otras mujeres lograron escapar? No le gustaba la forma en que Cami casi la había expuesto y deseaba que él estuviera con ella. Podía oír a los hombres, uno brincando tras ella, el otro subiendo las escaleras al galope, hablando por radio, y diciéndole a alguien que la interceptara. Alguien estaba esperando en la siguiente escalera: oyó la radio y el zumbido de voces masculinas.

Las guié hacia fuera por el pasillo. Tu amiga Cami las está llevando el resto del camino. Depende de ellas salir una vez que estén en la superficie. Jack dice que todo se está descontrolando. Estoy volviendo hacia ti.

Estoy en las escaleras, intentando llegar al nivel dos, pero estoy atrapada entre dos equipos de seguridad. No creo que pueda llegar hasta ti. Tendrás que irte sin mí.

Como el infierno, no seas ridícula. No me marcharé sin ti. ¿Cuán cerca estás del nivel dos? ¿Puedes vencer al equipo que te persigue?

Sí, pero estoy corriendo directa hacia los hombres que me están esperando. Mari se detuvo, incapaz de decidir qué dirección sería la más prometedora.

Sigue avanzando, dulzura. Rápido. Quieres estar en la cima; golpéalos fuerte y con intención, haz que ganemos un par de segundos.

¿Qué vas a hacer?

Voy a derribar esta casa. ¿Supongo que Sean no lo derribó?

No, y Whitney se dio cuenta de que estaba bajo una sugestión, pero cree que lo hice yo. Había corrido lo más rápido que podía subiendo la larga escalera. Sin aflojar el paso, golpeó la puerta y chocó contra el guardia de seguridad que la estaba esperando allí. Ambos cayeron, Mari golpeándolo con fuerza en la cara.

El guardia le agarró el pie izquierdo y lo giró, haciéndola rodar sobre su estómago, pero ella lo pateó con el pie derecho, golpeándolo con suficiente fuerza como para que su agarre se debilitara. Todavía usando el impulso de la caída, se dio la vuelta quedando agachada y saltó para ponerse en pie. El segundo guardia se abalanzaba sobre ella, y Mari chocó contra su pecho antes de poder evitar su movimiento hacia delante. Él rodeó con los brazos su pequeña forma, presionándole los brazos contra los costados. Mari usó las rodillas, moviéndose hacia arriba para golpearle bajo la barbilla con la cima de su cabeza.

Le clavó ambos pulgares bajo las costillas, y cuando los brazos de él se soltaron, se dejó caer, estirando los codos para ganar más preciosas pulgadas de habitación. Fue capaz de liberar un brazo y golpeó al guardia en la nariz con la palma de la mano, pivotando para lanzar su peso corporal en el golpe. Liberándose, intentó correr de nuevo, sabiendo que los otros dos guardias que la habían estado persiguiendo estaban solamente un par de pasos más atrás.

¡Agáchate!

Ella se dejó caer, ambas manos cubriéndose la cabeza, cuando una ensordecedora explosión los tumbó a todos. Ken salió bruscamente de los escombros, agarrándole el brazo y levantándola de un tirón. Mientras se giraba, golpeó el talón de su bota contra la cabeza de uno de los guardias, haciendo que cayera como una piedra.

– ¡Corre, Mari!

Ken le lanzó una pistola y un cuchillo, después retrocedió para protegerla mientras ella se abría camino entre la suciedad y los escombros. Ve a la izquierda. Sigue el pasillo, le ordenó mientras descargaba una ráfaga de balas, haciendo retroceder a sus perseguidores.