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Sin embargo, la verdad era que, por mucho que lo amara, por mucho que lo deseara, no estaba segura de que él sintiera lo mismo hacia ella. Sí, era un maravilloso amante, pero ¿era algo más? Le habría gustado saberlo.

– ¿Dónde está el tío Jesse? -preguntó Mia mientras se ponía de pie sobre el regazo de su padre para mirar el mar.

– Ahí-le indicó Bella señalando el surfista que estaba esperando la siguiente ola-. ¿Lo ves? Cuando venga la siguiente ola, se pondrá de pie y cabalgará sobre ella hasta llegar a la playa.

– ¿Y puedo yo hacerlo? -le preguntó Mia.

– Claro -respondió su padre-. Cuando tengas treinta años.

Casey le guiñó un ojo a Bella.

– Es un padre demasiado protector -le dijo.

– A mí me parece muy bonito -respondió ella.

– A mí también -admitió Casey-. Sus hermanos y él protegen a sus hijos como si fueran perros de presa. Realmente es sorprendente. Cuando los niños están todos juntos, ver a todos los hermanos cuidando de ellos resulta increíble.

– Te aseguro que es muy estresante -dijo Jackson.

– A mí me parece maravilloso-comentó Bella sonriendo, pero Casey la miró con compasión.

Se acercó a ella y le susurró:

– Enamorarse de un King no es fácil, Bella. Te vuelven loca si se lo permites, pero te prometo que merece la pena.

Bella asintió, pero no pudo evitar pensar que merecería la pena si el King en cuestión correspondía los sentimientos que se le profesaban. Si no era así, resultaría una tortura.

– ¡Ahí va! -exclamó Mia mientras saltaba de emoción sobre las piernas de su padre y señalaba muy emocionada a Jesse.

Bella apartó sus pensamientos y centró su atención en la última ola que Jesse iba a cabalgar ese día. Fue una demostración perfecta. Cuando llegó a la playa, vio cómo cientos de mujeres en biquini iban corriendo hacia él. Todas trataban desesperadamente de captar su atención. Sin embargo, él pasó corriendo al lado de todas ellas como si no las hubiera visto. Bella contuvo el aliento al ver que se dirigía directamente a ella. El corazón comenzó a latirle con fuerza en el pecho cuando vio que él dejaba la tabla delante de ella y le preguntaba:

– ¿Qué tal lo he hecho?

– ¡Genial! -gritó Jackson. Cuando su esposa le dio un buen codazo en las costillas, la miró muy sorprendido-. ¡Eh! ¿A qué ha venido eso?

– No estaba hablando contigo -le dijo Casey.

Jesse sonrió.

– Tiene razón, Jackson -dijo-. Bella, ¿cómo lo he hecho?

– Estuviste maravilloso -respondió ella. Era consciente de que todo el mundo los estaba observando.

– Eso es lo que me gusta escuchar. Ahora, necesito mi premio.

– Hoy no hay trofeos, ¿es que no te acuerdas? -respondió Bella, riendo.

– ¿Y quién está hablando de un trofeo? -preguntó Jesse. La hizo levantarse de su asiento y la tomó entre sus brazos-. Esta es la única recompensa que me interesa.

La besó larga y profundamente, con un gesto tan romántico que todos los presentes comenzaron a lanzar vítores de aprobación.

Vagamente, Bella escuchó los aplausos y los clics de las cámaras. No le importó. ¿Cómo le iba a importar cuando los brazos de Jesse la rodeaban mientras la besaba? Sintió que la electricidad le recorría todo el cuerpo.

Había ido a buscarla. La había besado delante de todo el mundo. Por primera vez en su vida, Bella se sintió como una princesa, como si importara de verdad. El corazón le dio un vuelco en el pecho. Se sintió más enamorada que nunca, algo que jamás hubiera creído posible.

Por fin, después de lo que le pareció una eternidad, Jesse rompió el beso y levantó la cabeza para mirarla a los ojos. A Bella le pareció ver… amor brillando en ellos.

Entonces, él sonrió. El momento pasó y ella no pudo ya estar segura de que hubiera pasado realmente. Inmediatamente, los espectadores los rodearon para felicitar a Jesse por su victoria. El rodeó los hombros de Bella con un brazo y la mantuvo a su lado.

¿La amaba? No lo sabía, pero el sol brillaba. Jesse la tenía abrazada y, por el momento, esto le resultaba del todo suficiente.

Más tarde, en casa de Bella, los dos estaban sentados en el primer escalón del porche, observando cómo las nubes ocultaban la luna y oscurecían así aún más la noche. Desde la casa de su vecina, la señora Clayton, se escuchaba un concurso de televisión que estaban poniendo en aquellos momentos. Por el contrario, la casa de Kevin estaba sumida en el más absoluto silencio.

Jesse respiró el aroma de los crisantemos, que ya siempre asociaría con Bella, y le rodeó a ella los hombros con un brazo. Esta se reclinó sobre él y le apoyó la cabeza sobre el hombro.

– Ha sido un buen día…

– Sí -afirmó ella-. Estuviste sorprendente en el agua.

– No está nada mal para un depredador empresarial, ¿verdad?

– No vas a dejar que me olvide nunca de eso.

– No. Creo que eso vale al menos seis meses de meterme contigo.

– ¿Seis meses?

– Por lo menos.

– Entonces, ¿crees que seguiremos juntos dentro de ese tiempo? -le preguntó ella,

– Bueno, sí. ¿Por qué no íbamos a estarlo?

Ella echó la cabeza hacia atrás y le miró el rostro.

– Simplemente no sabía lo que sentías. Lo que esperabas.

– No espero nada, Bella. Nos va bien juntos, ¿no?

– Sí.

– El sexo es genial.

– Sí -dijo ella, con una sonrisa.

– En ese caso, ya está -concluyó él. Era tal y como le había dicho a Justice. Le gustaba el hombre que era al lado de Bella. Sin embargo, sentía que ella dudaba y sabía que había vuelto a pensar demasiado. Estaba tratando de crear un plan. O de ver el futuro-. ¿Por qué deberíamos poner una etiqueta temporal a lo nuestro o definirlo de algún modo? Mira, nadie sabe lo que va a pasar de un día a otro, y mucho menos dentro de seis meses. Sin embargo, aquí, esta noche, no me imagino en ningún otro lugar.

Aquello era lo más cerca que había estado de decirle a una mujer que no quería perderla.

Ella lo miró durante un largo instante y sonrió.

– Yo tampoco.

Jesse sonrió también. Problema resuelto. Al menos por el momento.

Bella cambió de tema de repente. Jesse se preguntó sí lo habría hecho a propósito.

– Me han caído muy bien tu primo y su familia.

– Sí. Siempre resulta muy agradable verlos a ellos y a las niñas.

– Te envidio por ello.

– ¿Cómo dices? -le preguntó. Le dio un beso en la coronilla, animándola a seguir con aquel sencillo gesto.

– Tu familia. Estáis todos tan unidos… Además, a ti se te daban tan bien esas niñas.

– Son estupendas. No resulta difícil divertirse con ellas.

– Eso es cierto, pero muchos hombres no se molestarían en sentarse en el suelo con ellas para montarlas a caballito durante más de una hora.

Jesse se echó a reír. Al ver que ella se limitaba a mirarlo, la sonrisa le desapareció rápidamente de los labios.

– ¿Qué ocurre?

– He estado pensando mucho últimamente.

– Bien -susurró.

Ella tenía una expresión seria en el rostro, casi solemne. Jesse se preparó mentalmente para lo que pudiera acaecerle.

– Y he llegado a la conclusión de que no eres el hombre que yo creía que eras al principio.

– Me alegro de saberlo -afirmó Jesse con una sonrisa.

– Hay más, Jesse, ya sabes que yo nunca tuve deseos de expandir mi negocio.

– Sí. Me lo dejaste muy claro desde el principio.

– Bien. Pues he cambiado de opinión.

– ¿Cómo?

Eso sorprendió tanto a Jesse que no pudo evitar preguntarse si alguna vez podría entender a Bella. La observó, tratando de determinar sus sentimientos, pero ella estaba ocultando demasiado bien lo que pensaba.