Выбрать главу

El la tomó entre sus brazos y la besó.

– Gracias -susurró-. Gracias.

Sus ojos oscuros brillaron de orgullo y placer. Sus brazos eran para ella, como siempre, un refugio. Kateb le había dado el mundo… y su corazón. No podía pedirle más.

SUSAN MALLERY

***