Llegaron los helados y se pusieron a comer.
– ¿Cuánto costará? -preguntó Fisk.
– Tres millones de dólares.
– ¡Tres millones de dólares! ¿Por unas elecciones al tribunal supremo estatal?
– Solo si quieres ganar.
– ¿Y podéis reunir tanto dinero?
– Visión Judicial ya dispone de las garantías. Y si necesitamos más, obtendremos más.
Ron se llevó la cuchara de helado a la boca y, por primera vez, se preguntó por qué una organización estaba dispuesta a gastarse una fortuna para suprimir a un juez del tribunal supremo estatal con muy poca capacidad de acción en cuestiones sociales. Los tribunales de Mississippi rara vez tenían que presidir causas relacionadas con el aborto, los derechos de los homosexuales, las armas o la inmigración. Trataban continuamente con la pena de muerte, pero no se esperaba de ellos que la abolieran. Los casos de mayor importancia siempre pasaban al tribunal federal.
Tal vez los temas sociales fueran importantes, pero tenía que haber algo más en todo aquello.
– Esto tiene que ver con la responsabilidad civil, ¿verdad? -preguntó Fisk.
– Va todo junto, Ron. Pero, sí, la limitación de la responsabilidad civil es una de las mayores prioridades de nuestra organización y de sus grupos afiliados. Vamos a encontrar un caballo para esta carrera y esperamos que seas tú. No obstante, si no es así, visitaremos al siguiente de la lista, y cuando encontremos a nuestro hombre, esperaremos de él un compromiso en firme para limitar la responsabilidad en los contenciosos civiles. Hay que parar los pies a los abogados litigantes.
Doreen preparó café descafeinado entrada la noche. Los niños dormían hacía rato, pero ellos seguían muy despiertos y no parecía que fueran a irse a la cama pronto. Ron la había llamado desde el despacho en cuanto Zachary había salido por la puerta, y desde entonces no habían podido pensar en nada más que en el tribunal supremo estatal.
Primera cuestión: tenían tres niños pequeños. Jackson, sede del tribunal supremo estatal, estaba a una hora de camino, y la familia no iba a irse de Brookhaven. Ron calculaba que solo tendría que pasar un par de noches a la semana en]ackson, a lo sumo. Haría el trayecto todos los días, la carretera era buena. Además, podría trabajar desde casa. En el fondo, para él, la idea de alejarse de Brookhaven un par de noches a la semana tenía su atractivo. En el fondo, para ella, la idea de tener la casa para sí sola de vez en cuando era un alivio.
Segunda cuestión: la campaña. ¿Cómo iba a dedicarse a la política durante el resto del año mientras seguía ejerciendo la abogacía? Estaba convencido de que su bufete lo apoyaría, pero no sería fácil. Sin embargo, quien algo quiere algo le cuesta.
Tercera cuestión: el dinero, aunque tampoco era una de las grandes preocupaciones. El aumento era significativo. El tanto por ciento que le correspondía del reparto de beneficios anual del bufete aumentaba cada año, pero no contaba con que le concedieran grandes incentivos. Los salarios judiciales de Mississippi subían periódicamente con cada legislatura. Además, el estado ofrecía un plan de pensiones y un seguro médico mejores.
Cuarta cuestión: su carrera. Después de catorce años haciendo lo mismo, y sin visos de cambio, encontraba estimulante la idea de dar un súbito giro profesional a su carrera. La perspectiva de dejar de ser uno entre un millón y convertirse en uno entre nueve era emocionante. Pasar del juzgado comarcal a la cima del sistema legal estatal de un solo salto mortal era tan excitante que le entraban ganas de echarse a reír. Doreen no reía, pero estaba muy contenta y totalmente volcada en la cuestión.
Quinta cuestión: el fracaso. ¿y si perdía? ¿y si la derrota era aplastante? ¿Los humillarían? A pesar de su humildad, no dejaba de repetirse lo que Tony Zachary había dicho: «Tres millones de dólares garantizan ganar la carrera y nosotros conseguiremos el dinero».
Lo que les llevaba a la cuestión más importante de todas: ¿quién era Tony Zachary? y ¿podían confiar en él? Ron se había pasado una hora entera navegando por internet buscando información sobre Visión Judicial y el señor Zachary. Todo parecía legal. Llamó a un amigo de la Facultad de Derecho, un hombre de carrera que trabajaba en la oficina del fiscal general, en Jackson, y tanteó sobre Visión Judicial sin revelarle el verdadero motivo de su llamada. Su amigo creía haber oído hablar de ellos, pero no sabía mucho más. Además, él se encargaba de los derechos de extracción de crudo más allá de la costa y se mantenía al margen de la política.
Ron había llamado a la oficina de Visión Judicial en Jackson y cuando al final consiguieron pasarle con la secretaria de Zachary, esta le informó de que su jefe estaba fuera, de viaje, por el sur de Mississippi. Después de colgar, la secretaria llamó a Tony y le informó de la llamada recibida.
Los Fisk se encontraron con Tony para comer al día siguiente en el Dixie Springs Café, un pequeño restaurante cerca de un lago, a unos quince kilómetros al sur de Brookhaven, lejos de los curiosos que podrían encontrarse en los restaurantes de la ciudad.
Zachary adoptó una postura ligeramente diferente para la ocasión. Ese día sería el hombre abierto a otros candidatos. El trato era el que era, o lo tomaba o lo dejaba, porque tenía una larga lista de jóvenes abogados blancos y protestantes con quienes hablar. Se mostró educado y encantador, sobre todo con Doreen, a quien no le costó superar sus recelos iniciales.
El señor y la señora Fisk habían llegado, cada uno por su lado, a la misma conclusión en algún momento de la noche que habían pasado en vela. Llevarían una vida mucho más holgada en su pequeña ciudad si el abogado Fisk se convertía en el juez Fisk. Su posición social mejoraría considerablemente. Estarían por encima de los demás y, aunque no buscaban ni el poder ni la fama, el atractivo era irresistible.
– ¿Cuál es vuestra mayor preocupación? -les preguntó Tony, al cabo de un cuarto de hora de conversación banal. -Bueno, estamos en enero -empezó Ron- y durante los siguientes once meses estaré liado con la planificación y la puesta en marcha de la campaña, es normal que me preocupe mi carrera de abogado.
– Tenemos la solución para eso -dijo Tony, sin vacilar.
Tenía soluciones para todo-. Visión Judicial es el producto de una labor conjunta muy bien coordinada y concertada. Contamos con muchos amigos y adeptos, y podemos derivar trabajo hacia tu bufete. Madera, energía, gas natural, clientes importantes con intereses en esta parte del estado. Tu bufete tendría que contratar un par de abogados más para que llevaran los asuntos mientras tú te ocupas de otras cosas, lo que también aliviaría la carga. Si decides presentarte a las elecciones, no tendrás que preocuparte por la parte económica. Todo lo contrario.
Los Fisk se miraron. Tony untó una galleta salada con mantequilla y le dio un mordisco.
– ¿Clientes legítimos? -preguntó Doreen, aunque deseó haber mantenido la boca cerrada.
Tony frunció el ceño mientras masticaba.
– Doreen, todo lo que hacemos es legal-dijo, con dureza, cuando hubo tragado-o Para empezar, somos completamente honrados, nuestra misión es la de limpiar los tribunales, no la de arrojar más basura. Además, todo lo que hagamos será examinado con lupa. Estas elecciones van a ser muy reñidas y atraerán mucha atención. Nosotros no damos traspiés.
Escarmentada, Doreen levantó el cuchillo y abrió un panecillo.
– Nadie puede cuestionar el trabajo legítimo y los honorarios pagados por los clientes -continuó Tony-, ya sean grandes o pequeños.