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En distintas ocasiones Michael y yo recorrimos una carretera estrecha y precaria que bordea un valle algo más grande y termina remontando una pequeña pero pronunciada montaña para llegar al pueblo de Torroja del Priorat, donde en 1984 María Ángeles Torra fundó la bodega de su familia en un antiguo monasterio. Lo llevan sus hijos, Albert y Jordi. Sus vides están plantadas cerca de allí, algunas en laderas pronunciadas, y algunos de sus muy preciados vinos se obtienen de uvas cuyas parras han perseverado durante más de cien años en suelos pizarrosos. Agradezco extremadamente a los hermanos Albert y Jordi Rotllan Torra su lectura del manuscrito de este libro.

En junio de 2006 obtuve un premio literario especial que otorgaba la ciudad de Zaragoza y, mientras estaba en la zona, el novelista y periodista Juan Bolea me aportó su amistad y su orientación, además de su ayuda para visitar dos bodegas. Estoy agradecido a Juan; a los miembros de la Asociación Internacional de Escritores de Misterio, que me hicieron sitio -junto con el pequeño grupo que me acompañaba- en su autobús; y a Santiago Begué Gil, presidente de la Denominación de Origen de Cariñena, por su hospitalidad y su sabiduría acerca del vino.

En la finca Aylés, una vasta propiedad de 3.100 acres en la que se empezó a hacer vino en el siglo xii, la Bodega Señorío de Aylés ha plantado 70 hectáreas de uva y los rosales señalan ambos extremos de cada hilera. Me emocionó ver águilas en repetidas ocasiones, así como saber, por boca de su dueño, Federico Ramón, que ese lugar encantador ha sido designado por la Unión Europea como zona especial para la protección de pájaros. Le agradezco su hospitalidad.

En un valle enorme que me recordaba algunos de los grandes del oeste norteamericano, visitamos las Bodegas Victoria. Agradezco a José Manuel Segura Cortés, presidente del Grupo Segura Serrano, que nos invitara a un almuerzo de comidas regionales y nos mostrara su viñedo.

Agradezco a Alfonso Mateo-Sagasta, premiado autor madrileño de novelas históricas, la información sobre cómo se celebraban las elecciones en los pueblos en el siglo xix.

Agradezco a Delia Martínez Díaz que me llevara a la ciudad de Terrassa, donde pasé algún tiempo en uno de los museos más especiales que he conocido. Alojado en los desparramados edificios de ladrillo visto de una antigua fábrica textil, el Museu de la Ciencia i de la Técnica de Catalunya pone al visitante en contacto directo con la revolución tecnológica. Se puede caminar entre objetos expuestos que en su momento representaron las entrañas y la maquinaria de una fábrica antigua, y tuve la ocasión de ver cómo la llegada de las máquinas de vapor había generado trabajos parecidos al que desempeñaba Donat. Por su infinita paciencia a la hora de responder a mis preguntas, doy las gracias al director del museo, Eusebi Casanelles i Rahola, a la conservadora Contxa Bayó i Soler, y a todo su personal.

Agradezco a Meritxell Planas Girona, miembro de los Minyons de Terrassa, sus respuestas a mis consultas sobre los castellers.

Ángel Pujol Escoda respondió con dulce paciencia incontables preguntas sobre caza y naturaleza, mientras que su esposa, Magdalena Guasch i Poquet, me explicó distintas maneras de cocinar un conejo.

En el maravilloso mercado central de Sabadell, María Pérez Navarro robó tiempo a su negocio de charcutería, Cal Prat, para hacerme un dibujo y aclararme en qué parte exacta de un jabalí podían encontrar Josep y Jaumet la mejor pieza de carne.

Lorraine Gordon convivió conmigo y me aportó un sustento mejor que cualquier comida.

Mi hija Lise Gordon, se convirtió una vez más en mi primera editora, aportando razonamientos, su capacidad para pulir y sus soberbias habilidades para la corrección, gracias a las cuales este libro es mejor.

Mi hijo Michael es el mejor compañero para el camino, alegre a veces, siempre responsable, con una mente entusiasta y razonadora, además de un brazo fuerte. Nunca le da pereza hacer una llamada para averiguar algo, o perseguir un dato.

Mi hija Jaime Beth Gordon, Lorraine, Michael y mi amigo Charlie Ritz leyeron también el manuscrito y aportaron comentarios y sugerencias.

Mi nuera, Maria Palma Castillón, nunca rehuyó la investigación de un dato y le agradezco, así como al Centre de Promoció de la Cultura Popular i Tradicional Catalana, en Barcelona, las respuestas a cuantas preguntas ella les hizo en mi nombre, que podían versar sobre las campanadas de una iglesia a la práctica de contratar plañideras.

Roger Weiss, yerno y experto en tecnología, mantuvo en buen funcionamiento mi ordenador y, de vez en cuando, me rescató del fracaso y la desesperanza. Agradezco sus conocimientos y su disposición a responder a mis peticiones de auxilio.

Dan Tuccini, espléndido ebanista, me describió el proceso de creación de una puerta.

Agradezco a mis agentes literarios, Samuel Pinkus en Estados Unidos y Montse Yánez en España, su paciencia y su orientación.

Cuando acudí a España por primera vez, la directora de la editorial era una mujer inteligente, profesional y gentil llamada Blanca Rosa Roca. Ahora, como directora de su propia editorial, se ha convertido de nuevo en responsable de mis libros. Además, se ha rodeado de una serie de gente que me permite disfrutar de una reunión editorial de amigos. Enrique de Hériz, a quien conocí por primera vez como intérprete y más adelante como director editorial, y que hoy se ha convertido en escritor premiado, me hizo el honor de traducir este libro del inglés original. Silvia Fernández Álvarez, reina de las relaciones públicas, trabaja en mi nombre con la prensa, como ha hecho ya en tantas otras ocasiones. Mi antigua y valiosa editora, Cristina Hernández Johansson, vuelve a ser mi editora española, y cuando voy a España mi intérprete es Mercé Diago, con quien he compartido ya unas cuantas campañas promocionales.

Todas las personas mencionadas hasta aquí me han ayudado. Sin embargo, este libro es mío y, si contiene defectos o errores, míos serán también. Ofrezco esta historia a cada uno de mis lectores con amor y respeto.

Noah Gordon

Brookline, Massachusetts,

11 de julio de 2007

Noah Gordon

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