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– Sí, lo sé. -Abrió la puerta del laboratorio y la dejó pasar. -Pero Margaret se pondría furiosa si la hiciera trabajar a ella y yo me quedara sin hacer nada.

CAPITULO 04

– Mucha sangre -comentó Logan sin perder la compostura-. Pero el personal de limpieza se encargará de dejar todo impecable. -Hizo un ademán hacia la pila de artículos en el suelo, junto a la biblioteca destrozada. -¿Por qué no te fijas si hay algo de allí que pueda salvarse? Veo un par de fotografías.

Eve asintió y se arrodilló junto a la biblioteca. Tuvo que admitir, sorprendida, que estar allí con Logan lo hacía más fácil. Su serenidad iluminaba la oscuridad. Cuánta sangre: había que limpiarla. Cuánta destrucción: fíjate qué se puede rescatar.

Y las fotografías de Bonnie y de su madre se podían rescatar, notó con alivio. Solamente tenían rota una punta.

– Están bien.

– Me alegro. Entonces quienquiera que hizo esto no es tan inteligente como pensé. No se dio cuenta de cómo podía lastimarte rompiendo esa foto. -Estaba junto al escritorio. -Revisaré los cajones para ver si hay…

– ¡Espere! Hay una… -Demasiado tarde. Logan había abierto el cajón donde estaba la rata muerta.

La rata había desaparecido. La policía se la debía de haber llevado, pero el cajón seguía lleno de sangre.

Logan hizo una mueca.

– Me alegro de haber abierto esto antes que los que vendrán a limpiar. Podríamos haber tenido problemas para que se quedaran. -Sacó el cajón y lo llevó a la puerta. -Voy a tirar la sangre afuera.

Ni siquiera parecía haberse sorprendido.

– Se toma todo esto como algo normal.

– Hazme acordar que te cuente lo que pasó en mi oficina después de la primera vez que adquirí una empresa. Por lo menos, aquí nadie defecó. Sigue buscando lo que se pueda salvar. Volveré enseguida.

No había mucho que revisar. Los libros tenían las hojas arrancadas, el reloj de arena que le había regalado su madre estaba roto, la base del pedestal estaba partida en dos y…

El pedestal. Mandy.

¿Por qué habían llevado a Mandy hasta el otro extremo de la habitación antes de hacerla pedazos? Eso ya le había llamado la atención antes, pero había estado demasiado aturdida como para entender. Todo los demás actos de vandalismo parecían fríamente calculados. ¿Qué sentido tenía que el cráneo…?

Se puso de pie y dio la vuelta al escritorio. El único objeto que había sido destrozado allí era la computadora. Se quedó mirando la computadora y de pronto, hizo la conexión.

– ¡Ay, Dios!

– Me parecía que ibas a entender el mensaje una vez que lo pensaras -Logan estaba en la puerta, observándola.

– Usted lo sabía.

El asintió.

– Cuando me dijiste dónde habían encontrado el cráneo, me di cuenta. Lo quisieron dejar bien en claro ¿no te parece? La computadora Logan. El cráneo. Una advertencia.

– ¿Quién pudo haber sido?

– No lo sé. Es evidente que hay alguien que no quiere que utilice tus servicios.

La mirada de Eve recorrió la habitación.

– ¿Entonces todo esto fue por eso?

– Así es.

Eve lo miró.

– ¿Y usted no pensaba decirme nada?

– Si no te dabas cuenta sola, no -respondió él sin rodeos-. Temía que te pusieras en contra de mí. Todo esto fue para asustarte, y lograron lo que querían.

Sí, vaya si la habían asustado. La habían asustado, asqueado y entristecido. Además de la destrucción de su propiedad, habían matado a Tom-Tom y le habían robado a Mandy su identidad para siempre.

Y todo para obligarla a no tomar un determinado camino. Recordó la expresión de la señora Dobbins esa mañana y sintió que ardía de furia.

– Maldito cretino -dijo con voz temblorosa por la ira-. Que se pudra en el infierno.

– Voto a favor. -Logan la miró a los ojos. -Espero que signifique algo el hecho de que lo estés maldiciendo a él y no a mí.

– Cretino desgraciado. -Eve salió del laboratorio. No recordaba haberse sentido tan furiosa con excepción del día en que atraparon a Fraser. Sentía deseos de matar a alguien. -¡Qué le importa a él! No se puede ser así. ¿Cómo pudo…? -Sabía cómo podía haberlo hecho. Seguramente era un loco de atar como Fraser. Cruel, frío y despiadado. -Quiero que pague por lo que hizo.

– Entonces averiguaré quién lo hizo -declaró Logan.

Eve giró hacia él.

– ¿Cómo puede hacerlo? ¿Acaso mintió cuando dijo que no sabía quién fue?

– No, no sé quién fue, pero sé quién fue el que, probablemente, lo contrató.

– ¿Quién?

Logan negó con la cabeza.

– No te lo puedo decir, pero averiguaré quién hizo esto. -Hizo una pausa. -Si vienes conmigo.

– Dígame quién lo contrató.

– Lo averiguarás tú misma si vienes a hacer el trabajo. ¿Por qué no vienes? Llevará tiempo armar un laboratorio nuevo. Te quedarías perdiendo el tiempo aquí. Te aumento la oferta para la Fundación Adam en doscientos mil dólares y además te agrego al mal nacido que te hizo esto.

Una idea cruzó por la mente de Eve.

– Tal vez fue usted el que hizo esto para convencerme de que acepte el trabajo.

– Demasiado riesgoso. Podrías haberte negado a dirigirme la palabra otra vez. Además, no mato animales indefensos.

– Pero está más que dispuesto a sacar provecho de lo que sucedió.

– Claro que sí. ¿Trato hecho?

Eve paseó la mirada por la habitación ensangrentada y sintió otra llamarada de ira en su interior.

– Lo pensaré.

– ¿Y si aumento la…?

– Déjese de presionar. Dije que lo pensaría.

Levantó del piso una caja en la que había habido papel para la impresora y la empezó a llenar con los fragmentos del cráneo de Mandy. Notó que todavía le temblaban las manos por la furia que sentía. Tenía que mantener la calma.

– Váyase. Lo llamaré cuando haya tomado una decisión.

– Necesito darme prisa con…

– Lo llamaré.

Sentía la mirada de Logan sobre ella. Esperó a que tratara de seguir convenciéndola.

– Estoy en el Ritz-Carlton Buckhead. -Hizo una pausa. -No debería decirte esto, pues no favorece mi posición para negociar. Pero estoy desesperado, Eve. Necesito tu ayuda en esto. No hay nada que no esté dispuesto a hacer para conseguirla. Llámame y dime cuál es tu precio. Lo pagaré.

Cuando Eve levantó la vista, él ya no estaba.

¿Qué podía llevar a un hombre como Logan a ese estado de desesperación? Hasta ese último instante había disimulado su ansiedad más que bien. Tal vez la aparente vulnerabilidad fuera una treta.

Pues bien, pensaría en eso más tarde. Ahora tenía que volver a la casa para que su madre no viniera a buscarla aquí. Recogió las fotografías y la caja donde había puesto los trozos del cráneo de Mandy y se dirigió a la puerta. Podría tratar de volver a armar el cráneo. Aun si no lograba una estructura absolutamente precisa, podría alcanzar para que la computadora obtuviera una imagen…

Otra oleada de furia e impotencia la sacudió. No iba a poder hacerlo. Joe le había dicho que no tenían idea de quién podía ser Mandy, de manera que ¿cómo iba a obtener una fotografía? Su única esperanza había sido la de construir un rostro y utilizarlo para encontrar a alguien que pudiera identificar a la niña… Y esa esperanza había sido destrozada por el canalla que había despedazado el cráneo adrede, a modo de advertencia.

– ¿Eve? -Su madre venía bajando por el sendero. -Llamó la compañía de seguros. Ahora mismo enviarán a un inspector.

– ¿De veras? -Era evidente que la Margaret de Logan se había movido con eficiencia. -¿Cómo está la señora Dobbins?