– Mejor. ¿Te parece que deberíamos conseguirle un gatito?
– No, ahora no, tal vez dentro de unos meses. Dejemos que se reponga de su dolor.
Sandra posó su mirada en el laboratorio.
– Cuánto lo siento, Eve. Todos tus archivos y tus equipos.
– Me los repondrán.
– Este es un barrio tan lindo y tranquilo. Nunca sucede esta clase de cosas. Me da un poco de miedo. -Frunció el entrecejo. -¿Crees que deberíamos poner algún sistema de seguridad?
– Ya hablaremos de eso. -Abrió la puerta de la cocina. -Hay café. ¿Quieres una taza?
– No, ya tomé una con la señora Dobbins. -Hizo una pausa. -Llamé a Ron. Me propuso que saliéramos a almorzar para distraerme. Le dije que no, por supuesto.
Pero era tan evidente que quería ir, pensó Eve. ¿Y por qué no habría de hacerlo? Había tenido una mañana endiablada y necesitaba consuelo.
– No hay motivo para que no vayas. Aquí no hay nada que hacer.
– ¿Estás segura?
– Sí. Ve a llamar a Ron.
Sandra vaciló.
– Sugirió que vinieras tú también. Dijiste que querías conocerlo.
– Ahora no. Va a venir la gente de la compañía de seguros.
– Volveré enseguida.
Eve dejó la caja sobre la mesada de la cocina.
– Quédate todo lo que quieras.
Sandra sacudió la cabeza con decisión.
– Dos horas y nada más.
Esperó a que la puerta se cerrara detrás de su madre antes de dejar que su sonrisa se esfumara. Era egoísta y tonto de su parte sentirse tan abandonada. Sandra había hecho todo lo posible para ayudar. Simplemente no se daba cuenta de lo sola que se sentía Eve.
Deja de quejarte. Estás sola, es algo que ya sabes. Y en ocasiones, Sandra era más una responsabilidad que una compañera, pero no tenía problemas con eso. No iba a empezar a sentir lástima de sí misma solamente porque un delincuente había tratado de asustarla.
Fraser.
¿Por qué le venía a la mente todo el tiempo?
Porque se sentía indefensa y aterrada como en los días después que él había invadido su vida. Había matado a su hija y ella se había visto obligada a suplicar a las autoridades que no lo ejecutaran. Hasta había ido a verlo a la cárcel y le había rogado que le dijera dónde estaba Bonnie.
Y él, esbozando esa sonrisa encantadora con la que había llevado a doce niños a la muerte, había sacudido la cabeza y se había negado a responderle. El mal nacido hasta se había negado a apelar para que los libros se cerraran y nunca se encontraran los niños. Eve sintió deseos de despedazarlo con sus propias manos, pero terminó atrapada por las palabras que él se negaba a decir.
Pero ahora no estaba indefensa, tampoco tenía por qué ser una víctima. Podía actuar y eso le provocaba una intensa satisfacción. Logan podría averiguarle quién le había destrozado el laboratorio.
Si ella pagaba su precio.
¿Y estaba dispuesta a pagarlo? Antes no había estado segura. Quería pensar fría y racionalmente en la propuesta antes de darle una respuesta.
Logan, sin duda, apostaba al hecho de que no pudiera pensar en forma fría ni racional en este momento. Se aprovecharía de todas sus debilidades.
Entonces no dejes que vea debilidades en ti. Toma lo que necesites y evita las trampas. Lograrlo no era imposible. Era tan inteligente como Logan y como lo había dejado en claro, sabía cuidarse sola.
No era una víctima.
– Lo haré -anunció Eve cuando atendió el teléfono-. Pero las condiciones las pongo yo. La mitad de mis honorarios por adelantado y toda la suma de la Fundación Adam depositada en la cuenta de ellos antes de que salga de esta casa.
– Perfecto. Haré la transferencia electrónica hoy mismo.
– Quiero pruebas de que la ha hecho. Llamaré a la fundación dentro de cuatro horas y me aseguraré de que hayan recibido el depósito.
– Me parece bien.
– Y quiero que vigilen la casa y a mi madre mientras no estoy.
– Ya te dije que ibas a contar con agentes de seguridad.
– También me prometió que iba a averiguar quién destruyó mi laboratorio.
– Ya tengo a alguien trabajando en eso.
– Y si descubro que lo que estoy haciendo me convierte en cómplice de cualquier delito, no sigo.
– De acuerdo.
– Se muestra muy dócil.
– Te dije que pusieras tu precio. -¡Había aceptado! Qué diablos, si hasta le hubiera prometido la luna. -Prepara una maleta. Te pasaré a buscar a la noche.
– Siempre y cuando reciba la confirmación de la Fundación Adam.
– Por supuesto.
– Y tengo que decirle a mi madre adónde vamos.
– Dile que irás de un lado a otro y que la llamarás noche por medio.
– ¿Y es cierto? ¿Iré de un lado a otro?
– Es probable. Estaré allí para las diez de la noche.
Logan cortó. ¡Fantástico! La había conseguido. Después de conocer a Eve y evaluar su resistencia, había creído que le llevaría mucho más tiempo. Todavía podría haber estado discutiendo con ella si el hecho de que le hubieran destrozado el laboratorio no la hubiera puesto tan furiosa. Quizá tuviera que agradecer a ese canalla de Timwick. Autorizar esa estupidez había sido una muy mala jugada de su parte. Utilizaron suficiente violencia para hacer enojar a Eve, pero no como para asustarla del todo.
Y el incidente le había hecho saber a Logan que Timwick sospechaba algo y posiblemente poseía información sobre sus acciones. Qué interesante.
Timwick era inteligente y no era habitual que cometiera errores. Cuando se enterara de que Eve no se había asustado lo suficiente como para rechazar la oferta de Logan, corregiría el error y subiría la apuesta.
Y la próxima vez Timwick se aseguraría de que no fuera un gato el que muriera.
A una cuadra de la casa de Eve, Fiske sonrió mientras se quitaba el auricular electrónico de la oreja y lo dejaba sobre el asiento junto a él. Era fanático de todo tipo de dispositivos y estaba sumamente satisfecho con la potencia de este amplificador x436. El concepto de escuchar a través de las paredes era fascinante. En realidad, en este caso, no era a través de paredes sino de hojas de vidrio, pero la sensación de poder y control era la misma.
El hecho de que Eve Duncan hubiera pedido su cabeza como parte del precio para ir con Logan lo hacía sentirse halagado. Era prueba de lo bien que había hecho su trabajo. El gato muerto había sido un toque maestro. Matar mascotas era una forma de pegar donde más dolía. Lo aprendió al matar al perrito de su maestra de quinto grado. La muy bruja había ido a la escuela con los ojos hinchados durante una semana.
Él había cumplido su misión y no era su culpa si a Timwick el tiro le había salido por la culata. Fiske le había advertido que tenían que hacer algo más drástico, pero Timwick había alegado que era prematuro y que tal vez no fuera necesario.
Qué cobarde.
– La luz del porche está quemada -dijo Logan cuando Eve abrió la puerta-. ¿Tienes una lámpara? La cambiaré.
– Creo que hay una en el armario de la cocina. -Eve se volvió y avanzó por el corredor. -Qué extraño, la cambié la semana pasada.
La luz estaba encendida cuando volvió instantes más tarde con la lámpara nueva.
– ¿La encendió?
– Estaba floja, nada más. ¿Tu madre está en casa?
– Sí, está en la cocina. -Eve frunció la nariz. -Tomó muy bien noticia de mi partida. Ya está planeando cómo va a pintar el laboratorio.
– ¿Me permites presentarme?
– Por supuesto. Iré a…
– ¿Señor Logan? -Sandra venía hacia ellos. -Soy Sandra Duncan. Me alegra mucho que se lleve a Eve en este momento tan duro. Necesita unas vacaciones.