Выбрать главу

– Esa no fue la impresión que recibí -comentó él con ironía. -Querías degollarme.

– Hay momentos en que ése sigue siendo mi mayor deseo. Usted estuvo mal. Pero yo también me equivoqué y tengo que asumirlo. -Miró por la ventanilla. -Lo que sucede es que no quiero que nadie más salga herido por culpa de mi equivocación.

– Estás siendo sumamente generosa.

– No es cuestión de generosidad -respondió Eve en tono cansado-. Trato de ver las cosas con claridad. Hace mucho tiempo aprendí que es fácil culpar a los demás cuando resulta doloroso aceptar que la culpa la tenemos nosotros. Pero, al final, hay que asumirlo.

Logan quedó inmóvil.

– ¿Bonnie?

– Estábamos en un picnic de la escuela en un parque cercano. Ella quería ir al puesto de venta de helados a comprar uno. Yo estaba hablando con la maestra y la dejé ir sola. Había niños y padres por todas partes y el puesto de helados no quedaba muy lejos de la mesa. Pensé que no había peligro. Me equivoqué.

– ¿Por el amor de Dios, cómo podrías tener la culpa de eso? -preguntó Logan con voz ronca.

– Tendría que haber ido con ella. Fraser la mató, pero yo no la cuidé lo suficientemente bien.

– ¿Y estuviste cargando con eso todos estos años?

– Es difícil no echarse culpas cuando se comete un error tan grande.

Por un momento, Logan no respondió.

– ¿Por qué me lo contaste?

¿Por qué se lo había contado? Por lo general, trataba de no hablar sobre aquel día. El recuerdo seguía siendo una horrenda herida en carne viva.

– No lo sé. Lo obligué a contarme lo de su esposa. Creo… Creo que le dolió. Me pareció que lo más justo era emparejar el terreno.

– Y tienes obsesión por ser justa.

– Tengo que intentarlo. A veces no resulta. A veces me encuentro cerrando los ojos y escondiéndome en la oscuridad.

– ¿Como hiciste con Quinn?

– No me escondí… -Mentía. Tenía que admitirlo, había tratado de no ver claramente todo lo relativo a la vida de Joe. La imagen que tenía de él era demasiado importante. -Bueno, puede ser. Pero no lo hago a menudo, si puedo evitarlo.

– Te creo.

Ella permaneció un momento en silencio.

– ¿Qué me dice de Millicent Babcock. ¿Correrá peligro si descubren que Joe obtuvo una muestra de su ADN?

– No creo que les sirva de mucho hacerle algo. Chadbourne también tiene una tía y tres primos hermanos. Sería demasiado obvio si mataran a todos. Además, la prueba contundente es el ADN de Ben Chadbourne. Probablemente no le hagan nada a ella.

Probablemente.

Probablemente su madre estaba a salvo. Probablemente no le sucedería nada a Gary. Probablemente Millicent Babcock no moriría.

Con probablemente no alcanzaba.

Eve apoyó la cabeza contra el respaldo del asiento y cerró los ojos.

Que ya sea suficiente, por favor. Que no haya más muertes. Por favor, no más muertes.

WASHINGTON

23:05

– ¿Señor Fiske? -Lisa Chadbourne se acercó a la ventanilla del coche y sonrió. -¿Puedo subir? Estoy un poquito a la vista aquí afuera.

Fiske echó una mirada a la calle y se encogió de hombros. -Está bastante desierta, a mi juicio.

– Por eso la elegí. En este barrio, las oficinas federales cierran a las cinco. -Subió al asiento del pasajero y cerró la puerta. -Pero estoy segura de que comprenderá que no puedo correr riesgos. -Últimamente soy muy fácil de reconocer.

Era cierto. Tenía una capucha con borde de terciopelo de la capa color marrón echada hacia delante para ocultar sus rasgos, pero en cuanto la empujó hacia atrás, Fiske la reconoció de inmediato.

– Es realmente usted. No estaba seguro…

– Estaba lo suficientemente seguro como para tomarse un avión y venir a Washington a verme.

– Sentía curiosidad, además, usted dijo que me haría una oferta que me intrigaría. Siempre me interesa mejorar.

– ¿Y se sintió halagado por el hecho de que estaba dispuesta a pasar por encima de Timwick y hablar directamente con usted?

– No. -La muy engreída creía que él se iba a volver loco nada más que porque era la esposa del Presidente. -Usted para mí significa lo mismo que cualquier otra persona. No la necesito, la que me necesita es usted, o no estaría aquí.

Ella sonrió.

– Tiene razón. Usted tiene un talento y una eficiencia que aprecio. Le dije a Timwick que la forma en que manejó el problema en Barrett House fue admirable. -Hizo una pausa. -Pero, desgraciadamente, Timwick no es tan eficiente y se ha vuelto nervioso e irracional. Comienza a decepcionarme. Usted comprende, desde luego, que él solamente ha estado recibiendo órdenes mías.

– ¿No del Presidente?

– De ninguna manera. El Presidente no tiene nada que ver. Fiske se sintió desilusionado. Hubiera sido un gran logro hacer un trabajo para el hombre más importante del mundo libre.

– ¿Entonces debería estar cobrando más dinero, no cree?

– ¿Le parece?

– Si él no sabe lo que usted está haciendo, entonces es una amenaza en potencia. Si estuviera involucrado, podría protegerme. Usted no puede hacer nada.

– ¿Usted quiere que lo protejan, Fiske? No creo. He leído su expediente y no me parece que esa sea una de sus prioridades. Usted es un hombre que confía solamente en sí mismo.

La mirada de Fiske se centró en el rostro de ella con repentino interés. Era astuta.

– El dinero es protección.

– Sus honorarios son exorbitantes. Debe de tener una cuenta en Suiza lo suficientemente abultada como para permitirle vivir como un rey.

– Valgo lo que cobro.

– Por supuesto. Solamente le quiero hacer ver que podría haberse retirado hace tiempo. ¿Entonces por qué arriesga el pellejo haciendo esto?

– El dinero nunca es suficiente.

Ella sacudió la cabeza.

– No, a usted le gusta, le gusta el riesgo y el juego. Le proporciona una increíble satisfacción y cuanto más difícil el juego y más grande el peligro, más lo disfruta. Le encanta la idea de hacer algo que nadie más puede hacer. -Hizo una pausa. -Lo más difícil del mundo es cometer un crimen perfecto ¿no cree? Es el desafío máximo, el juego más atrapante.

Cielos. Tal vez era demasiado astuta.

– Puede ser.

– No me venga con tanta cautela. Todos tenemos nuestros planes. Su filosofía me resulta perfectamente razonable y coincide a la perfección con mis necesidades. Por eso lo elegí.

– ¿Usted me eligió a mí? Timwick me eligió.

– Timwick me dio una cantidad de expedientes y él cree que a usted lo elegimos juntos. Fui yo la que lo eligió, Fiske. Supe desde el principio que era el hombre que necesitaba.

– Sonrió. -Y que usted me iba a necesitar a mí.

– No necesito a nadie.

– Claro que sí. Soy la que puede aumentar la dificultad del juego. Le puedo ofrecer un desafío con el que nunca se ha enfrentado antes. ¿No le entusiasma esa idea? -Fiske no respondió. Ella rió. -Claro que lo entusiasma, me lo imaginé. Seguro que está harto de trabajar bajo las órdenes de Timwick. A usted le gustan los golpes audaces, frutos del pensamiento claro y decisiones acertadas. En ese sentido, no va a tener problemas conmigo.

Apostaba a que no.

– ¿Está eliminando a Timwick del juego?

– Solamente le dijo que vaya a Atlanta y vigile a Kessler. Siga fingiendo que el que toma las decisiones es Timwick, pero de ahora en más usted me obedecerá a mí y responderá solamente ante mí.

– Me resultaría más fácil decidir si supiera de qué se trata todo esto.