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LABORATORIOS TELLER.

– ¿Estamos frente a la morada de lo mejor de la ciencia? -murmuró Logan.

– Las cosas no son siempre lo que parecen. Gary confía en él, así que para mí está bien. -Estacionó detrás del Volvo de Gary en la playa de estacionamiento y esperó. Cuando Gary descendió del coche y se acercó a ella, le preguntó: -¿Quieres que vayamos contigo, Gary?

– Si quieren arruinar las pocas posibilidades que tengo, vengan -respondió él con ironía-. Esta puede ser una pequeña ciudad del sur, pero tienen televisores y periódicos. Quédense aquí. Tal vez tarde un buen rato.

Eve lo observó dirigirse con paso rápido al edificio. Caminaba con energía, con… juventud. Parecía Ivanhoe disponiéndose a dar batalla al Caballero Negro, pensó Eve, nerviosa.

– Tranquila. -Logan le separó suavemente los dedos crispados alrededor del volante. -No va a toparse con nada que no sea un rechazo ahí adentro.

– Por ahora. No deberíamos haberlo dejado venir.

– Dudo de que hubiéramos podido impedírselo. -Logan se reclinó en el asiento. -¿Cómo es el procedimiento? Dijiste que podía llevar días aun si Kessler lograba convencerlo de acelerar todo. ¿Por qué tarda tanto la identificación por ADN?

– Es por la sonda radiactiva.

– ¿Sonda?

Eve arqueó una ceja.

– ¿Está tratando de distraerme, Logan?

– Sí, pero en realidad no sé cómo es todo este asunto del ADN. -Se encogió de hombros. -Escuché algunas cosas en el juicio de O. J. Simpson. Y ese tribunal no fue el más indicado para dar un curso decisivo e imparcial sobre AADN.

– El filamento de ADN que extrajimos de Ben se disuelve en una solución de enzimas que apuntan a puntos específicos del filamento y lo cortan en fragmentos. Se pone una pequeña cantidad de ADN en una bandeja con un gel especial, después se envía una corriente de electricidad por el gel. La corriente se lleva los fragmentos y los ordena por largo y por peso.

– ¿Y dónde entra la sonda?

– El técnico transfiere los fragmentos a una membrana de nailon a la que se le aplica la sonda radiactiva. La sonda busca puntos específicos del ADN y los marca. Se le coloca una película de rayos X por encima durante varios días, para que se revele. Cuando eso sucede, el ADN aparece como bandas oscuras sobre la película de rayos X.

– ¿Y ésa es la impresión de ADN?

Ella asintió.

– Ese es el perfil de ADN y hay una en un millón de posibilidades de que otra persona pueda tener ese mismo perfil.

– ¿Y no hay forma de acelerar la sonda?

– Existe un método sobre el cual estuve oyendo hablar últimamente, pero los laboratorios todavía no lo usan demasiado. Se llama quimiluminiscencia. La sonda radiactiva se reemplaza por una sonda activada químicamente que interactúa con reactivos químicos que luego sueltan luz en la forma de fotones.

– ¿Qué son fotones?

– Partículas de luz. Cualquier zona de la película de rayos X que toquen quedará revelada y el resultado son las mismas bandas oscuras de ADN que se verían con el método de la sonda radiactiva. La mayoría de los laboratorios grandes están empezando a usar quimiluminiscencia, pero no sé si este laboratorio que es tan chico la emplea. Gary nos lo dirá. Cruce los dedos.

– Esperaba que…

– Ya le dije que podía no ser de un día para el otro.

– Varios días…

– Deje de repetir eso -le ordenó Eve con aspereza-. Ya sé que no tenemos mucho tiempo. Tal vez Gary traiga buenas noticias.

– Esperemos que sí. -Hizo una pausa. -Otra vez estás crispando los dedos.

Eve aflojó las manos deliberadamente.

– Bueno, usted no me ayuda.

– Estoy intentándolo -repuso él en tono amable-. Haré todo lo que pueda. ¿Quieres que vaya al laboratorio y le diga a Kessler que se vaya de aquí? Lo haré. Caray, necesito hacer algo, cualquier cosa. Estoy cansado de estar parado a un costado dejando que todos los demás corran riesgos.

Santo Cielo, otro Ivanhoe. Nunca lo hubiera pensado de Logan. Pero tal vez debió de haberlo imaginado, después de años de sufrimiento al ver morir a su esposa. No era un hombre que aceptara la derrota con facilidad.

– ¿Y bien, qué me dices?

Estaba tratando de ocultar su nerviosismo, pero era evidente que estaba allí. Debajo de ese exterior distante y sereno, había ansias de romper algo.

Caray, qué idiotas eran los hombres.

– Ni se le ocurra. No tengo deseos de terminar en la cárcel ni en un manicomio porque usted está aburrido y quiere dar rienda suelta a todos sus instintos de hombre de Neanderthal.

Se dio cuenta de que él se sentía desilusionado, pero lo vio encogerse de hombros filosóficamente.

– No creo que los hombres de Neanderthal se aburrieran. Sus cerebros eran demasiado subdesarrollados, vivían muchos menos años que nosotros y pasaban todo su tiempo ocupados en sobrevivir.

– La comparación es apta.

Logan hizo una mueca.

– ¡Ay, qué golpe! ¿A qué parte te refieres?

No era ningún hombre de Neanderthal. Era inteligente y carismático. Eve comenzaba a darse cuenta de que el código que regía su vida era tan inflexible como el que regía la de ella. Apartó la mirada.

– ¿Me dijo la verdad, no es cierto? En realidad no es un asunto de política. Hace esto porque cree que tiene que salvar al mundo.

– Diablos, no. Lo hago porque tengo miedo de no hacerlo. Porque hay una posibilidad de que se nos venga el techo encima y no quiero mirar hacia atrás dentro de unos años y recordar que me quedé viendo cómo sucedía. -Le tomó el mentón con la mano y la obligó a mirarlo a los ojos. -Me sentiría responsable. Igual que tú, Eve.

– ¿Se castigaría a sí mismo, como yo? -susurró ella.

– No, no estoy de acuerdo con eso. Uno hace lo que puede y después sigue adelante.

El contacto con él la turbaba. Sus palabras, la forma en que tenía de… Él la turbaba. Apartó la vista otra vez y miró por la ventanilla.

– O se acostumbra a vivir con sus culpas.

– Esa opción no es aceptable -respondió él con vehemencia-. Elegir una carrera como la tuya fue lo peor que pudiste haber hecho. ¿Por qué alguien no te lo impidió? ¿Por qué Quinn no te hizo quedar en esa isla hasta que te curaras, hasta que los recuerdos perdieran intensidad?

Eve lo miró, desconcertada. ¡Estaba tan equivocado! ¿Por qué no podía entender?

– Porque sabía que era la única forma en que yo podría sobrevivir.

– ¿Le llamas sobrevivir a esto? Eres adicta al trabajo, no tienes vida personal, eres la mujer más obsesionada por conseguir lo que busca que conozca. Lo que necesitas es…

– No se meta conmigo, Logan.

– ¿Por qué demonios no…? -Respiró hondo. -Está bien, no voy a decir nada más. No es asunto mío, ¿no es así?

– Exactamente.

– ¿Entonces por qué diablos siento que es asunto mío?

– Porque está acostumbrado a manejar todo.

– Sí, claro, es eso. -Sacó el teléfono celular del bolsillo. -Mi instinto de organización. Cuando veo desperdicios, me lanzo a tratar de deshacerme de ellos. -Oprimió violentamente los números del teclado. -Y vaya si veo un mundo de desperdicios en ti.

– Mi vida no es un desperdicio. Al contrario. ¿A quién llama?

– A Gil.

– ¿Ahora? ¿Por qué?

– Ya tendría que haber tenido noticias de él hace rato. Además, necesito distraerme. Urgente.

Ella también necesitaba distracción, pensó, aliviada. Los últimos minutos habían sido demasiado intensos y perturbadores y su vida actual ya era un caos, no necesitaba complicarla más.

– ¿Qué está pasando? -preguntó Logan en el teléfono-. ¿Por qué diablos no me llamaste, Gil? Sí, estoy de mal humor, carajo. -Escuchó. -No seas estúpido. Podría tratarse de una trampa. Maren ya mató a un hombre. -Eve se puso rígida. -No lo hagas. -Escuchó otra vez. -Sí, está aquí. No, no te voy a dejar hablar con ella. Habla conmigo.