– No controlo a Logan. Nadie lo controla.
– Tendrías que haberlo intentado. Eres inteligente y fuerte. Te hubiera costado un pequeño esfuerzo, nada más. Quizá todo esto podría haber sido… -Hizo una pausa para recuperar el control de su voz. -No fue mi intención ponerme emocional contigo. No tienes por qué comprender, pero fue un día duro para mí.
– No, no entiendo. -La sorpresa ya había pasado; de pronto, Eve tuvo conciencia de lo demencial que era la conversación. -Ni me importa, tampoco.
– Por supuesto que no te importa. -Lisa se mantuvo callada unos segundos. -Pero es necesario que trates de comprender. Tengo que seguir hasta el final. Es como estar en una montaña rusa. No puedes bajarte hasta que no llegas al final. He peleado mucho y he renunciado a demasiadas cosas. No puedo perder todo lo que gané.
– ¿Gracias a los asesinatos?
Silencio.
– Quiero que termine. Déjame encontrar la forma de ponerle fin, Eve.
– ¿Para qué me llamaste?
– ¿Logan está allí?
Sintió una oleada de alivio.
Si Lisa no sabía dónde estaba Logan, significaba que él y Gil podían estar a salvo.
– En este momento, no.
– Qué bien, porque sería un obstáculo. Es un hombre brillante, pero nada razonable. Tú no eres como él. Ves las ventajas de llegar a un acuerdo. -Hizo una pausa. -Como hiciste cuando les suplicaste que no ejecutaran a Fraser.
La mano de Eve se cerró con fuerza alrededor del teléfono. No había esperado que le tocara esa herida.
– ¿Eve?
– Aquí estoy.
– Querías que Fraser muriera, pero querías algo más. Y fuiste lo suficientemente razonable como para negociar por lo que querías.
– No quiero hablar de Fraser.
– Entiendo por qué no quieres recordarlo. Lo mencioné solamente porque ahora tienes que ser razonable.
– ¿Qué quieres de mí?
– El cráneo y cualquier otra prueba que hayan conseguido Logan y tú.
– ¿Y qué me darás si te entrego esas cosas?
– Lo mismo que le ofrecieron ustedes a Scott. Desapareces y apareces en otra parte con suficiente dinero para vivir bien por el resto de tu vida.
– ¿Y Logan?
– Lo siento, es demasiado tarde para Logan. Tuvimos que actuar públicamente para asegurarnos de que no sea una amenaza para nosotros. Tú puedes desaparecer silenciosamente, pero no puedo suspender el pedido de captura de Logan. El queda por su cuenta.
– ¿Y mi madre?
– Te la puedes llevar contigo. ¿Hacemos un trato?
– No.
– ¿Por qué? ¿Qué más quieres?
– Quiero que me devuelvas mi vida. No quiero pasarme los próximos cincuenta años escondiéndome por algo que no hice. Esa opción no es viable.
– Es todo lo que te puedo ofrecer. No te puedo tener aquí. Es demasiado peligroso para mí. -Por primera vez, Eve oyó una nota de acero en la voz de Lisa Chadbourne y algo más… Pánico. -Dame ese cráneo, Eve.
– No.
– Lo encontraré de todas maneras. Las cosas serán más fáciles para ti si me lo entregas.
– Aun si lo encuentras, la verdad saldrá a la luz en forma pública e incómoda. Es la única razón por la que me estás ofreciendo un trato.
– Dios, no. -Tanto la dureza como el miedo habían desaparecido de su voz que ahora sólo sonaba cansada y triste. -¿Te niegas, entonces?
– Ya te lo dije.
– ¿Tan mal te parecería que me siguiera quedando en la Casa Blanca? Piensa en todo lo que he hecho a través de Kevin. La nueva ley para salvar el plan de salud Medicare. Leyes más duras contra el maltrato de niños y animales. Hay buenas posibilidades de que pueda hacer salir la ley nacional de salud antes de las elecciones. ¿Tienes idea del milagro que significa eso si se tiene en cuenta que no controlamos el Congreso? -Su voz se endureció de ansiedad. -Pero acabo de empezar. Tengo tantas otras cosas planeadas para el próximo período. Déjame hacerlas, Eve.
– ¿Para qué, para pasar a la inmortalidad? No me parece que asesinar sea un método permisible de hacer salir leyes por el Congreso.
– Por favor. Piénsalo.
– No hay trato.
Silencio.
– Lo siento. Quería facilitarte las cosas. No, no es cierto. Quería que las cosas fueran más fáciles para mí. Quería que esto acabara. -Lisa carraspeó y se aclaró la voz. -Juzgaste mal tu posición, Eve. No es tan fuerte como crees y siempre existen dos caras en la misma moneda. Espero poder darte otra oportunidad más adelante, pero lo dudo. Tendré que seguir avanzando. ¿Recordarás, no es cierto, que tuviste la posibilidad de elegir? -Cortó la comunicación.
Eve creyó que había entendido la personalidad de Lisa Chadbourne y lo que la motivaba, pero no había ido lo suficientemente profundo. Se preguntó si alguien llegaría realmente al fondo de Lisa Chadbourne. Había estado pensando en ella como un monstruo cruel e implacable como Fraser, pero la mujer con la que acababa de hablar era muy humana.
Pero no vulnerable. Podía no ser un monstruo, pero cuando decidía algo, lo seguía hasta el final.
A Eve le temblaba la mano cuando dejó el teléfono sobre la mesa. Dios, sentía un miedo terrible. Había creído que llevaba la delantera porque había estudiado a Lisa Chadbourne y creía conocerla.
La ventaja había desaparecido. No solamente no conocía a Lisa Chadbourne, sino que la mujer la había estado estudiando a ella. Lisa Chadbourne también conocía a Eve.
Dos caras de una moneda
Soborno por un lado. Muerte por el otro. La situación no podía ser más clara. Había rechazado la oferta de Lisa y ahora tenía que hacer frente a las consecuencias.
¿Por qué diablos no podía dejar de temblar?
Era como si Lisa hubiera estado en la habitación con ella y…
Oyó unos golpes a la puerta.
Su mirada voló al otro lado de la habitación.
No le abras a nadie, le había dicho Logan.
Dos caras de una moneda.
Por favor, Lisa Chadbourne no era un ser sobrenatural que se había transportado hasta el hotel. Eve se puso de pie y fue hasta la puerta. Los asesinos no golpeaban amablemente antes de entrar.
Los golpes que siguieron después ya no fueron tan amables. Fueron duros, impacientes y exigentes.
– ¿Quién es?
– Logan.
Eve espió rápidamente por la mirilla. Gracias a Dios. Quitó la cadena y abrió la puerta.
Logan entró como una tromba en la habitación.
– Empaca tu ropa. Te irás ahora mismo.
– ¿Dónde estaba?
– Viniendo hacia aquí. -Abrió el placard de Eve, sacó su maleta, un saco y un rompe vientos y los arrojó sobre la cama. -Tomé un taxi al aeropuerto Baltimore Washington, alquilé un coche y vine hasta aquí.
– ¿Por qué no me llamó? -Logan no respondió. -¿Caramba, por qué no me llamó? ¿No se le ocurrió que iba a preocuparme?
– No quería hablar con… -Abrió la maleta de Eve. -Ponte a empacar, ¿quieres? Quiero que te vayas de aquí.
– El perfil de ADN todavía no está listo. Gary averiguó que el laboratorio puede acelerar el proceso, pero Joe no llegó todavía con las muestras para comparar y Gary dice que…
– Me importa un bledo -replicó Logan con vehemencia-. Tú te vas.
– Eso no va a ser tan fácil. ¿Se enteró del asunto de Abdul Jamal?
– Lo oí por la radio cuando venía hacia aquí.
Eve lo observó sacar un manojo de ropa interior de ella del cajón de la cómoda y arrojarla dentro de la valija. Logan tenía la ropa arrugada y manchada por el césped y en el antebrazo ostentaba un rasguño rojo.
– No me voy a ir a ningún lado hasta que no me cuente todo.