Выбрать главу

Echó a andar en diagonal para interceptar a Quinn.

– Margaret, tú ve en la camioneta con Pilton -dijo Logan, mientras bajaba los escalones-. Llevaremos a Sandra con nosotros.

– ¿Tengo que volver a Sanibel? -preguntó Margaret-. ¿Cuándo te pondrás en contacto conmigo?

– Cuando sea seguro hacerlo -respondió Logan-. Voy a dejar que Quinn organice una reunión con ese periodista del…

– ¿Dónde está Joe? -Eve se había detenido en el escalón más alto.

– Tiene que estar por aquí-Logan escudriñó la zona con atención.

La mirada de Eve se posó en el coche.

Joe no estaba.

El corazón le latía con tanta fuerza que le dolía.

– Fiske.

– Dudo de que Fiske pueda sorprenderlo -observó Logan-. Quinn es un hueso duro de roer.

– Sorprendió a Gary.

– Quinn no es Gary. No es una víctima. Lo más probable es que… -Logan fue hacia su coche. -¡Qué hijo de puta!

– ¿Qué pasó?

– Se llevó el cráneo. Quinn se llevó el cráneo.

– ¿Para qué? -Oh, Dios, qué pregunta estúpida. Sabía para qué. Joe quería terminar con este asunto y como siempre, había tomado el toro por las astas. -Cree que Fiske está aquí.

– Y confío en sus instintos -dijo Logan. Se volvió luego hacia Pilton. -Quédese aquí. Voy detrás de él. Si no vuelvo en… ¿Adónde diablos vas, Eve?

Eve ya estaba corriendo hacia el bosque.

– No voy a dejar que Fiske le haga daño. ¡No lo voy a permitir!

Oyó que Logan maldecía por lo bajo. La estaba siguiendo, estaba justo detrás de ella.

– ¿Qué cuernos crees que vas a hacer? No eres un miembro de un grupo comando, por el amor de Dios.

– Joe está allí afuera por mi causa -dijo Eve con vehemencia-. ¿Crees que voy a dejarlo solo?

– ¿Y cómo piensas…?

Eve ya no le prestó atención. Entró en el bosque y se detuvo, respirando agitadamente. No tenía que llamarlo, pues eso alertaría a Fiske. ¿Entonces cómo iba a encontrar a Joe antes de que lo hiciera Fiske?

No pienses en eso. Camina con cuidado. Mira las sombras.

Logan estaba a su lado.

– Por Dios, Eve, vuelve. Yo iré a buscarlo.

– Cállate. Estoy escuchando. Tiene que estar…

– Logan tenía un arma en la mano.

Siguió la mirada de Eve.

– Sí, tengo un arma y más vale que te alegres por eso.

Horrorizada, Eve tuvo que admitir ante sí misma que realmente se alegraba. Si esa pistola iba a servir para salvar a Joe, pues la usaría ella misma. Gary había muerto porque estaba indefenso.

Joe no tenía que morir.

Las hojas de los arbustos se movieron suavemente detrás de él y Joe se escabulló a la izquierda para protegerse detrás de un viejo árbol.

– ¿Dónde estás? -dijo en voz baja-. Ven a buscarme, Fiske.

Los arbustos se movían con un susurro.

– ¿Quieres el cráneo? Aquí está. Se adentró más en el bosque. Dios, todo le estaba volviendo a la mente. Rastrear, encontrar, matar. La única diferencia era la luz. La mayoría de las operaciones se llevaban a cabo de noche. -Ven a quitármelo.

Fiske estaba cerca. Joe sintió un leve olor a ajo y pasta de dientes.

¿De dónde venía ese olor? De la derecha y un poco hacia atrás.

Demasiado poco. Demasiado cerca. Muévete más rápido, vamos.

Distancia.

Silencio.

Velocidad.

El olor era más leve ahora. Tenía un poco de tiempo.

Vamos, Fiske. Pasa a tomar un café.

¿Dónde diablos estaba el mal nacido? Se preguntó Fiske, fastidiado. Era como seguir a un fantasma.

Se ocultó detrás de unos arbustos y escuchó, mientras recorría el círculo de árboles con la mirada.

Ningún sonido.

Mierda, hacía varios minutos que Quinn no hacía ningún sonido.

– Aquí.

La mirada de Fiske voló hacia la izquierda.

El maletín de cuero, debajo de un roble, a doce metros.

Una trampa.

¿Acaso creía Quinn que él era un idiota? En cuanto se asomara, Quinn le metería una bala.

¿Pero Adónde estaba Quinn? Fiske volvió a examinar con la mirada la zona cercana al maletín. La voz de Quinn parecía haber venido desde allí, pero no podía estar seguro.

Un leve movimiento.

En los arbustos a la izquierda.

Espera hasta estar seguro. Acércate.

Si disparara, revelaría su propia posición.

Las hojas se estaban moviendo.

Tuvo un atisbo de tela denim celeste.

Desapareció.

Pero los arbustos se movían.

Quinn se estaba acercando.

Avanzó otro paso. Levantó el arma, esperando el siguiente movimiento a la derecha.

Pero el siguiente movimiento provino de la izquierda, muy a la izquierda.

Giró en redondo y apuntó con el arma.

Logan. Y Duncan.

El dedo se cerró alrededor del gatillo.

– ¡No! -El grito provino desde arriba. Levantó la vista y vio que Quinn se había catapultado desde las ramas de un árbol.

Fiske giró y disparó en el momento en que Quinn aterrizaba encima de él y lo derribaba.

Otro disparo.

Maldito canalla. Quinn había estado esperando allí arriba, preparándose para matarlo. Y se hubiera salido con la suya a no ser por Logan y Duncan.

Pero no había ganado. Fiske había ganado, como sucedía siempre. Sentía la sangre tibia de Quinn sobre su pecho y el cuerpo encima de él estaba inerte.

Otro nombre para tachar de la lista.

Pero primero tenía que quitarse el cuerpo de encima. Logan corría hacia ellos y Fiske tenía que liberar la mano que sostenía su pistola.

¿Por qué no podía moverse?

Dolor en el pecho.

No era solamente la sangre de Quinn, sino también la suya.

El segundo disparo.

Había fracasado, había fracasado, había fracasado, había fracasado.

Se acercaba la oscuridad. Se acercaba el horror.

Gritó.

Fiske estaba muerto cuando Logan quitó a Joe de encima.

Madre de Dios.

Eve cayó de rodillas junto a Joe. El pecho… Sangre.

– ¿Está vivo? -preguntó Logan.

Eve vio un débil latido en su sien.

– Sí. Llama a Emergencias. ¡Rápido!

Apenas se dio cuenta de que Logan buscaba el teléfono y se alejaba. Tenía los ojos fijos en Joe.

– ¡No se te ocurra morirte! ¿Me escuchas, Joe? No te lo voy a permitir. -Le levantó la remera. ¿Adónde estaba la camisa de denim que había tenido puesta? -se preguntó distraídamente. Presión. Había que aplicar presión.

Joe abrió los ojos.

– ¿Fiske?

– Está muerto. -Colocó la mano sobre el pecho de él, por encima de la herida y presionó con fuerza. -No debiste hacerlo.

– Tenía… Tenía que matarlo.

– No me importa que lo hayas matado. No deberías haberte arriesgado… ¿Quién te pidió que lo hicieras? Son todos iguales. Gary, Logan y tú. Se creen que pueden salvar… ¡No cierres los ojos! No te vas a ir a ninguna parte.

Joe trató de sonreír.

– Espero… Espero que no.

– ¿Cómo está? -Logan se había puesto de rodillas junto a Eve. Le entregó una camisa azul, la de Joe. -¿Puedes usar esto? La encontré por allí, en los arbustos. Quinn debe de haberla arrojado ahí.

Eve la desgarró rápidamente y utilizó un trozo como vendaje a presión.

– ¿Llamaste a la ambulancia?

– Sí, llegarán pronto. No nos conviene estar aquí cuando lleguen. No mencioné que se trató de un tiroteo, pero ellos informarán a la policía en cuanto vean a Quinn y a Fiske.

– Váyanse… -Joe se interrumpió. -No puedes ayudar, Eve.