– Pues ya me voy a enterar ¿no te parece? O tal vez lo hablemos y decidamos que es mejor que me entregue como testigo del tiroteo con Fiske. Les pediré que me tengan bajo custodia. Haga lo que hiciera, la decisión va a ser mía. -Miró a Logan. -Lléveme o déjeme bajar del coche.
Él vaciló y luego aceleró.
– Esto puede ser un error, Sandra.
– Sí lo es, no será el primero que cometa. Qué cuernos, he cometido todos los errores posibles, en todo este tiempo. -Se volvió hacia Eve. -No voy a poder ir al hospital, pero llamaré varias veces al día y te haré saber cómo está Joe.
– Mamá, no te arriesgues de esta forma. Jamás me lo perdonaría si te sucediera algo.
– No hables así. Eres mi hija, no mi madre. Tú cuida de ti misma y yo cuidaré de mí. Nada de culpas, caramba. No voy a ser otra Bonnie.
Los ojos de Eve se agrandaron.
– Oh, caray, no me mires así. -Sandra se inclinó hacia delante y le apretó el hombro. -Suéltame, Eve, déjame ir. Y suelta a Bonnie, también.
– No estamos hablando de Bonnie.
– Oh, sí, está aquí cada minuto de cada día. Está detrás de todas tus palabras y tus gestos.
– No es cierto.
Sandra sacudió la cabeza.
– Que la sueltes y la dejes ir no significa que tengas que olvidarla, mi amor. Deja que entre un poco de luz en tu vida. Estás en un lugar muy oscuro.
– Estoy… bien. Todo estará bien cuando esto termine.
– ¿Lo crees de verdad?
– Mamá, no puedo lidiar con esto ahora.
– Bueno, me callo. Sé que estás sufriendo. Pero no trates de manejar mi vida, Eve. Demasiado tiempo me llevó aprender a hacerlo sola.
– Estamos llegando a Piedmont -anunció Logan.
– El Edificio Arms está doblando la esquina.
– ¿Y si Ron no está? -preguntó Eve.
– Tengo llave. -Sandra sonrió. -La tengo desde nuestra tercera salida. Nunca te lo dije porque me intimidabas bastante.
– Nunca te…
– Ya lo sé. -Logan detuvo el automóvil adelante del edificio de departamentos. Sandra bajó del coche y sacó su maleta. -Llamaré cada tres horas al hospital. Si no te llamo es porque Joe sigue igual.
– Ten cuidado. No soporto que te arriesgues así.
– Yo, en cambio, estoy aliviadísima de poder hacer algo por mi cuenta. Me he sentido como un peón, movida de un lado a otro por ti y Logan y hasta por ese tal Fiske. Es hora de que retome el control de mi vida.
Azorada, Eve observó a su madre entrar en el edificio.
– ¿El Ave Fénix resurgiendo de las cenizas? -murmuró Logan.
– Está cometiendo un error. Estoy muerta de miedo.
– Tal vez no sea un error. Ron debe de ser un buen tipo y hará todo lo que esté a su alcance para protegerla.
– ¿Contra Lisa Chadbourne? ¿Contra Timwick?
– Bueno, Fiske ya está fuera de escena. Nuestra primera dama tendrá que contratar a otro matón y eso puede llevar algo de tiempo. Sobre todo si no se entera de inmediato que Quinn lo mató.
– No es suficiente…
– No hay nada que puedas hacer al respecto -le recordó Logan-. Tu madre hizo su elección, Eve. No puedes protegerla si no quiere aceptar tu protección.
– Ella no entiende. Gary y Joe… Ella no entiende lo que puede suceder.
– Creo que lo entiende muy bien. Vio cómo se llevaban a Joe en la ambulancia. No es tonta.
– No dije que fuera tonta.
– ¿Entonces por qué la tratas como si lo fuera?
– Solamente quiero protegerla. No la quiero perder.
– ¿Como perdiste a Bonnie?
– Cállate, Logan.
– De acuerdo, me callaré. Sandra ya te lo dijo todo. -Tomó por la rampa hacia la autopista 185. -Pero, en tu lugar, yo pensaría en lo que ella dijo. Es una mujer inteligente. Muy inteligente.
– ¿Adónde vamos?
– A encontrarnos con Margaret y decirle que se vaya de aquí. ¿Sería ridículo pensar que podría convencerte de irte con ella?
De pronto, la ira reemplazó al miedo.
– ¿Y tú te irás, también? ¿Qué tal si te tomas ese barco con destino a la Cochinchina, Logan? ¿Por qué no te olvidas de Gil? -Las palabras salían a borbotones, cargadas de una furia que se intensificaba con cada segundo que pasaba. -¿Por qué no te olvidas de Ben Chadbourne? Simplemente vete a alguna parte y di al diablo con todo.
El frunció los labios y emitió un silbido silencioso.
– Epa, no tienes por qué ladrarme así. Fue sólo una sugerencia. No creí que fueras a…
– Pues como sugerencia, fue pésima. No voy a dejar a Joe ni a mamá. Estoy cansada de huir y esconderme y también estoy cansada de sentir miedo. Y de que le pasen cosas a la gente que quiero, y también de sentirme impotente. Hace mucho juré que nunca más sería una víctima y eso es lo que me está pasando ahora. Ella es la que está logrando que me sienta víctima otra vez. -La voz le temblaba por la intensidad. -No lo voy a tolerar más. ¿Me oyes? No voy a dejar que ella…
– Te oigo, te oigo -respondió Logan-. Te entiendo perfectamente, pero no veo cómo diablos vamos a detener a Lisa Chadbourne.
Tampoco lo veía Eve. De pronto recordó las últimas palabras que había dicho su madre antes de irse, palabras que la habían tocado en lo más profundo y habían despertado su ira.
Es hora de que retome el control.
Lisa Chadbourne había sido la que estaba en control, la que atacaba. Había matado a Gary y casi había logrado deshacerse también de Joe.
Pero su madre estaba viva. Eve estaba viva y Logan también. E iban a seguir estándolo.
Que no haya más muertes, había rogado Eve.
Pero ahora no rogaba más.
Ahora tomaba el control.
Margaret descendió de la camioneta, y dejó a Pilton en el asiento del pasajero.
– ¿Cómo está Quinn?
– No lo sabemos -respondió Logan-. Está en terapia intensiva.
– Cuánto lo siento -le dijo Margaret a Eve-. ¿Tú estás bien?
Eve asintió.
– ¿Y Sandra? Le tenía mucho cariño, ¿no?
– Sí. -Le ardían los ojos. Tenía que cambiar de tema y no pensar en Joe. -No va a irse contigo. Se va a quedar aquí.
Margaret frunció el entrecejo.
– ¿Crees que es prudente?
– No, pero a ella le parece una buena idea. No quiere escucharme.
– Tal vez yo podría hablarle…
– Ya no quiere escuchar a nadie -dijo Logan-. Bueno, quiero que Pilton y tú se vayan.
– Pilton se merece una bonificación. Cuando aceptó el trabajo, nunca pensó que podía terminar siendo un fugitivo. La policía debe de estar buscándolo.
– Dale la bonificación, entonces.
– Una buena bonificación. Ha sido un excelente…
– ¿Dónde está el coche de Fiske? -preguntó Eve de pronto-. ¿Lo encontraste?
– Lo encontró Pilton. Estaba estacionado en la entrada de una casa en alquiler, a cuatro kilómetros de la nuestra.
– ¿Lo limpiaron?
– Está impecable. Tiramos todo lo que estaba en la guantera y en el baúl en bolsas de residuos. Después llevé el coche hasta el aeropuerto y lo dejé en el estacionamiento para estadas prolongadas.
– ¿Dónde están las maletas?
– En la parte trasera de la camioneta.
Eve echó a andar hacia el vehículo.
– Vamos a buscarlas, Logan.
Margaret los observó arrojar las bolsas de residuos al asiento trasero de su automóvil.
– ¿Crees que tenía algo importante?
– No lo sé -repuso Eve-. No creo, puesto que era un profesional. Pero no tenemos más pistas, tampoco.
– Ten cuidado con esa bolsa grande. En el baúl del coche de Fiske había poder de fuego suficiente como para comenzar una guerra -le recomendó Margaret mientras se subía de nuevo a la camioneta-. Un rifle, dos metralletas, cartuchos, unas cajas con un dispositivo electrónico de escucha. Fiske tenía mucho equipaje. -Les sonrió con gesto sombrío. -Buena suerte. Cuídate, John. La bonificación que te voy a cobrar por mi parte en este embrollo va a hacer que la de Pilton te parezca una propina.