– Sí.
– Mentirosa, Joe nunca estaría a salvo. Dios, si hasta mataste a Scott Maren y se suponía que era tu amigo.
Silencio.
– Esa no fue decisión mía. No me enteré de su muerte hasta que ya había sucedido. Timwick entró en pánico y reaccionó mal. Me encargaré de que Quinn quede a resguardo. Créeme.
– No te creo.
– ¿Qué quieres entonces, Eve? ¿Qué puedo darte?
– Quiero que te derriben. -Cerró los ojos y pronunció las palabras que jamás creyó que diría a nadie. -Te quiero ver muerta.
– Lamentablemente, creo que eso no es factible para ti.
– Es todo lo que deseo en la vida.
– No es cierto. -Lisa hizo una pausa. -Temía que Fiske fallara, de modo que he estado sentada aquí preguntándome qué podía ofrecerte. Y de pronto se me ocurrió. ¡Tan simple! Sé qué es lo que quieres más todavía que verme derrotada.
– No hay nada que quiera más que eso.
– Sí que lo hay, Eve.
Eve seguía mirando el teléfono cuando Logan regresó.
Él se detuvo a unos metros y la miró con atención.
– ¿Te llamó tu madre? ¿Cómo está Quinn?
Eve negó con la cabeza.
– Era Lisa Chadbourne.
Logan se puso rígido.
─¿Y?
– Quiere el cráneo.
– Bueno, eso ya lo sabíamos. ¿Eso es lo que te tiene tan mal?
– Sí. -Eve volvió a guardar el teléfono en la cartera. -Es eso.
– ¿Te amenazó?
– Amenazó a Joe y a mamá.
– Qué dulce.
– Pero no estoy segura de que pueda garantizar que estén a resguardo aun si hago un trato con ella. Dijo que Timwick entró en pánico y que ella no pudo controlarlo cuando mató a Maren. Podría no poder controlarlo otra vez.
– O tal vez todo eso sea mentira y la que dio la orden fue ella.
– Puede ser. No lo sé. No puedo pensar ahora.
Si hago un trato con ella…
De pronto las palabras de Eve cobraron sentido.
– Santo Cielo, estás realmente pensando en negociar. ¿Qué diablos te dijo?
Eve no respondió.
Logan se puso de rodillas junto a ella.
– Dímelo,
Eve sacudió la cabeza.
– No entiendo nada. Quizá más tarde.
– ¿Quizá?
Ella cambió de tema.
– Quiero que llames al hospital.
– ¿Para ver cómo está Quinn? Tu madre dijo que…
– No, quiero que llames a la enfermería. Quiero que les digas que vas a matar a Joe.
– ¿Qué?
– Quiero que te muestres grosero, obsceno, desagradable y explícito. Quiero que le digas a la enfermera que vas a fingir que eres un empleado del hospital y que te meterás en su habitación para desconectarle el respirador. O tal vez darle una inyección que lo mandará al otro mundo. Quiero que hables como un homicida demente.
Logan asintió lentamente.
– Informarán a la policía de la llamada anónima y ellos se pondrán a vigilar.
– Lo haría yo, pero en general, siempre a un hombre se lo percibe como más peligroso.
– Pues la percepción puede resultar muy engañosa. Llamaré de inmediato. -Frunció el entrecejo. -¿Qué haces?
Eve estaba de rodillas y había acercado el maletín hacia ella.
– Quiero tener el maletín en mis manos.
– ¿Para qué?
– No me voy a escapar con él. Simplemente lo quiero tener en las manos.
A Logan eso le gustó tan poco como la forma en que Eve se estaba comportando.
– Creo que deberíamos irnos de aquí. Necesitamos buscar un sitio donde dormir.
– Bueno, volveremos a Gainesville esta noche. -Eve bajó la vista hacia el maletín que tenía sobre las rodillas. -Vamos, haz la llamada.
Sandra llamó a Eve a las once de la noche.
– Los signos vitales de Joe se han estabilizado. Todavía está grave, pero el panorama es mejor.
Eve sintió una oleada de esperanza.
– ¿Cuándo podrán estar seguros?
– No lo sé. Mañana por la mañana, creo. ¿Cómo estás?
– Bien.
– No parece.
– Estoy bien, mamá. ¿Estás con Ron?
– Sí, está aquí conmigo. Dice que no se va a separar un metro de mí hasta que todo esto haya terminado. Piensa que deberías venir y hablar con la policía. Yo también opino lo mismo. Hay que arreglar todo este lío.
Sonaba tan fácil, pensó Eve, cansada. Depositar todo en brazos de la policía y dejar que ellos se hicieran cargo.
– Llámame cuando sepas algo más de Joe. Cuídate, mamá.
– ¿Quinn está mejor? -preguntó Logan.
Eve asintió.
– Pero todavía está grave. -Abrió la puerta del coche. -Voy a caminar hasta la laguna. No es necesario que vengas conmigo.
– En otras palabras, estoy de más. -Dirigió una mirada al maletín que Eve seguía sin soltar. -Al parecer, el que no está de más es nuestro amigo Ben. No lo has soltado en toda la noche. ¿Me quieres decir por qué vas de un lado a otro con él?
Eve tampoco sabía por qué lo hacía. Tal vez creía que le iba a brindar la respuesta que tanto necesitaba.
– No sé, lo quiero tener, nada más.
– Es raro.
– Sí. ¿Acaso no sabes que todavía no las tengo todas conmigo?
– Qué disparate. Eres una de las personas más cuerdas que conozco.
– Bueno, pero mira con quiénes andas. -Eve descendió por la pendiente iluminada por la luna. Sentía la suavidad del cuero del maletín contra su mano.
Ayúdame, Ben. Estoy perdida y necesito que alguien me encuentre.
Eve había estado sentada debajo de ese árbol por más de dos horas. Abrazando el maletín como si se tratara de un bebé.
Logan ya no lo soportaba más. Salió del coche y bajó la pendiente con paso decidido.
– Estoy harto de ser paciente y comprensivo. ¿Me vas a decir ahora mismo qué sucede, me oíste? Quiero saber qué diablos te dijo Lisa Chadbourne.
Por un instante Eve no habló, luego susurró:
– Bonnie.
– ¿Qué pasa con Bonnie?
– Me ofreció a Bonnie. Me ofreció encontrar a Bonnie.
– ¿Y cómo va a hacerlo?
– Dijo que va a hacer que se vuelvan a abrir los casos y que enviaría un ejército de policías y militares a interrogar y buscar. Dijo que había estado pensando en eso. Evidentemente, no se podía buscar solamente a Bonnie. Sería demasiado sospechoso. Elegirían a otro de los niños sobre el cual poner el énfasis público, pero los investigadores tendrían órdenes específicas de encontrar a Bonnie.
– Santo Dios.
– Me dijo que lo lograrían aunque la búsqueda llevara años. Me prometió que me traería a Bonnie a casa.
– ¿Y tú lo único que tienes que hacer es darle el cráneo y el informe de ADN? Es una trampa. Ella nunca cumple.
– Sólo el cráneo. Dijo que podía irme del país y quedarme con el informe de ADN hasta que me entregara a Bonnie.
– Bastante mal negocio.
Eve cerró los ojos.
– Bonnie.
– No va a cumplir.
– Tal vez sí.
– No te permitiré hacerlo.
Eve abrió los ojos y le espetó con vehemencia:
– Escúchame bien, Logan. Si decido hacer esto, ni tú ni nadie va a impedírmelo. Les pasaré por arriba. Si hay alguien que puede encontrar a Bonnie, esa persona es Lisa Chadbourne. Ella tiene el poder necesario. ¿Sabes lo que significa eso para mí?
– Sí -respondió él con dureza-. Y ella también lo sabe. No dejes que te use de esta forma.
Eve sacudió la cabeza.
– No entiendes.
Logan la entendía y sufría por ella. Lisa Chadbourne había utilizado la única carnada que a Eve le resultaba irresistible.
– ¿Cuándo tienes que contestarle?