– Me va a llamar a las siete de la mañana.
– Sería un gravísimo error.
– Dijo que Joe y mamá estarían a salvo y que no habría más muertes. Hasta trataría de lograr que Timwick dejara de buscarte.
– Como si pudiera conseguirlo. Estás loca si le crees, Eve.
– Lo que sí creo es que no quiere más muertes. No sé si puede detener todo esto, pero sí creo que quiere que acabe.
– Cuando llame, déjame hablar con ella. -Eve negó con la cabeza. -Creí que estábamos juntos en esto.
– ¿Juntos? Acabas de decir que tratarías de impedírmelo.
– Porque sé que es un error.
– Es un error dejar a Bonnie sola por allí.
– Eve, los riesgos son demasiado altos como para…
– Cállate, Logan -exclamó ella en voz cargada de tensión-. Déjame sola, quiero pensar. No vas a convencerme. Ya conozco todos los argumentos en contra de esto.
Pero cada célula de su mente y de su cuerpo le estaba diciendo que lo hiciera, pensó Logan. Sintió deseos de estrangular a Lisa Chadbourne.
– De acuerdo, no voy a tratar de convencerte ahora. Piensa en ello todo lo que quieras. -Se puso de pie. -Y recuerda a Kessler y a Joe Quinn.
– No he estado pensando en otra cosa.
– Mentira. No creo que puedas pensar en otra cosa que no sea en Bonnie. Pon en la balanza…
Eve ya no lo escuchaba. Miraba el maletín, pero para Logan, tampoco lo veía.
Lo único que oía era el canto de sirena de Lisa Chadbourne.
Y no veía a nadie más que a Bonnie.
CAPITULO 22
Lisa Chadbourne llamó a las siete en punto de la mañana siguiente.
– ¿Y bien?
Eve respiró hondo.
– Lo haré.
– Me alegro. Créeme que es lo mejor para todos.
– No me importan los demás. Si así fuera, no estaría haciendo tratos contigo. Escúchame. Quiero que nos ubiques a mí y a mi madre en algún lugar fuera del país, como me lo prometiste. Quiero que dejen en paz a Logan y a Joe Quinn.
– Y quieres a Bonnie.
– Sí, por supuesto. -La voz le temblaba. -Tienes que encontrarla y traérmela. Eso es algo que no se negociará de ninguna forma.
– La encontraré. Te lo prometo, Eve. Haré que Timwick recoja el cráneo y luego…
– No. No sé si con tu promesa me alcanza. Estoy corriendo un gran riesgo. ¿Quién me dice que no vas a echarte atrás una vez que tengas el cráneo en tu poder?
– Tendrás los registros de ADN. Sabes que eso podría causarme grandes problemas.
– Tal vez no los suficientes sin el cráneo.
– ¿Entonces qué es lo que pides?
– Lo que pido, no. Lo que exijo. Quiero verte. Quiero que seas tú la que venga a buscar el cráneo.
– Eso no es posible.
– Es de la única forma en que acepto el trato.
– Mira, una mujer en mi posición no puede moverse de un lado a otro a voluntad. Lo que pides es imposible.
– No me mientas. Una mujer que puede matar a su marido sin que nadie se dé cuenta puede muy bien arreglárselas para encontrarse conmigo. Estoy arriesgando mi vida y tengo que usar todo lo que tengo a mano para sobrevivir. No tengo demasiadas armas, pero soy artista. He hecho estudios sobre expresiones faciales y también te he estudiado a ti. Pienso que sabré darme cuenta si tienes intención de cumplir tu promesa.
Una pausa.
– ¿Traerás el cráneo contigo?
– Estará escondido en los alrededores. Pero te garantizo que no lo encontrarás si decides tenderme una trampa.
– ¿Y si la trampa es para mí?
– Toma todas las precauciones que quieras, siempre y cuando no representen una amenaza para mí.
– ¿Y dónde sugieres que nos encontremos?
– En los alrededores de Camp David. Para ti sería más fácil ir allí el fin de semana. Sobre todo teniendo en cuenta que acabas de sufrir la pérdida de tu amigo Scott Maren. Simplemente di que el destino es Camp David y haz que el piloto aterrice antes de llegar allí.
– El plan parece razonable. ¿Y Logan?
– Logan no tiene nada que ver. Tomé el cráneo y los papeles y me fui durante la noche. Me dijo que estaba loca. El piensa que me traicionarás.
– ¿Pero no le haces caso?
– Sí, le hago caso. Y tal vez tenga razón. -La mano de Eve se cerró alrededor del teléfono. -Pero tengo que hacer esto de todos modos. ¿Y tú lo sabías, no es cierto?
Silencio del otro lado de la línea.
– Este encuentro no me parece buena idea. Sería más seguro que dejaras el cráneo donde Timwick lo pueda recoger.
– Más seguro para ti.
– Para las dos.
– No, tengo que verte la cara cuando me digas que vas a encontrar a Bonnie. Has mentido demasiado. Tengo que hacer todo lo posible para asegurarme de que no me estés engañando.
– Créeme, no es una buena idea.
– Tómalo o déjalo.
– Dame un momento para pensarlo. -Otro silencio. -De acuerdo. Iré. Pero comprenderás que tengo que llevar a Timwick.
– No.
– Timwick sabe pilotear un helicóptero y es del Servicio Secreto. Eso significa que voy a poder deshacerme de mi custodio y del piloto sin despertar sospechas. -Lisa hizo una pausa. -Y tiene equipos que podrán alertarme si tú llevas micrófonos encima o si los hay en la zona. Tengo que protegerme.
– ¿Y quién me va a proteger a mí de él?
– Alejaré a Timwick una vez que me asegure que no me tendiste una trampa. No voy a ir sin él, Eve.
Eve cedió.
– De acuerdo. Nadie más. Si veo señales de que hay alguien más, no aparezco.
– Me parece justo. Dime dónde quieres que nos encontremos.
– Te llamaré cuando estés en el aire cerca de Camp David.
– Bien. ¿A qué hora quieres que salga?
– Mañana a las ocho de la mañana.
– De acuerdo. Recuerda que lleva veinte minutos llegar a Camp David desde la Casa Blanca. -Hizo una pausa. -De manera que no puedo convencerte de que cambies de idea. Sería más seguro para ambas, de verdad.
– Dije que no.
– Entonces es mañana. -Lisa cortó.
Eve presionó el botón de final de llamada. Listo. Logan había dicho que era un error gravísimo, pero de todas formas, ella había arrojado los dados.
Necesitaba un medio de transporte para llegar a Washington y había otra cosa más que tenía que hacer antes de irse. Marcó el número de su madre.
– ¿Cómo está Joe?
– Acabo de cortar con el hospital. Salió de terapia intensiva.
Eve cerró los ojos y dejó que el alivio la invadiera.
– ¿Está mejor? ¿No va a morir?
– Recuperó el conocimiento durante la noche. Los médicos se muestran cautelosos, pero todo parece prometedor.
– Quiero verlo.
– No seas loca. Sabes que no es posible.
Eso no frenaba la desesperación que sentía. ¿Quién sabía lo que podía suceder en Camp David? Necesitaba ver a Joe.
– Oye, necesito ayuda. ¿Alquilarías un coche para mí y me pasarías a buscar?
– ¿Qué pasó con el coche de Logan?
– Nos hemos separado. A él lo están buscando más que a mí y es probable que tengan órdenes de disparar en cuanto lo vean.
– Me alegro de que no estén juntos. No me gustaba la idea de que ustedes…
– Mamá, no tengo tiempo. Estoy en un baño de mujeres en el Parque de Diversiones de Gainesville. A esta hora no hay nadie, pero no puedo quedarme mucho tiempo. Odio tener que pedirte esto, pero ¿me pasarías a buscar?
– Voy hacia allá.
Sandra ya venía. Eve la dejaría de nuevo en el departamento de Ron y luego seguiría viaje ella sola. Se sentó en el suelo, puso la cartera junto al maletín de Ben y se apoyó contra la pared de cemento. Respiró hondo y trató de relajarse. Estaba haciendo lo que tenía que hacer.