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– Perdón.

John levantó la vista y vio a un hombre de pie en el pasillo que no podía pasar por culpa de sus piernas. Las levantó para girarlas y las metió en el espacio de Osgood, lo que provocó un gruñido. Cuando el hombre hubo pasado, John volvió a poner las piernas en el pasillo y mientras lo hacía vio a una mujer tres filas más allá sujetando un libro cuya familiar cubierta hizo que se le disparara la adrenalina. Era la primera novela de su mujer, aunque hacía poco esta le había prohibido que se refiriera a ella concretamente con esa frase, ya que empezaba a parecer que su primera novela iba a ser también la última. Cuando Las guerras del río fue publicada y John y Amanda aún rebosaban esperanza, se habían inventado el término «avistamiento en la jungla» para cuando descubrieran casualmente a alguien leyendo la novela. Sin embargo, hasta entonces aquello había sido pura teoría. John deseó que hubiera sido Amanda la que lo hubiera vivido. Necesitaba desesperadamente algo que la animara y él prácticamente se había dado por vencido y daba por hecho que en aquel aspecto no tenía nada que hacer. John comprobó dónde se encontraba la azafata. Estaba en la cocina, así que abrió el móvil, lo levantó un poco por encima del asiento e hizo una foto.

El carrito de las bebidas volvió a pasar. Cat compró más ginebra, John pidió un café y Osgood continuó emitiendo ronquidos sordos mientras su cojín humano fruncía el ceño.

John sacó el portátil y abrió un archivo nuevo:

Aspecto similar al del chimpancé pero más esbelto, con miembros más largos y arcos superciliares menos prominentes. Rostro negro o gris oscuro, labios rosados. Pelo negro con raya al medio. Ojos y rostro expresivos. Vocalizaciones frecuentes y agudas. Matriarcales, igualitarios, pacíficos. Extremadamente cariñosos. Estrechos lazos entre las hembras.

Aunque John era consciente de la naturaleza efusiva de los bonobos, al principio le pilló desprevenido la frecuencia de sus contactos sexuales, especialmente entre las hembras. Los rápidos roces genitales parecían tan normales como un apretón de manos. En ocasiones estos eran predecibles, como cuando se disponían a compartir la comida, pero la mayoría de las veces se producían sin ton ni son, al menos a ojos de John.

Le dio un sorbo al café y reflexionó. Lo que realmente debería hacer era transcribir la entrevista con Isabel mientras todavía la tuviera fresca y anotar los detalles extra orales: muecas, gestos y el inesperado y entrañable momento en que había empezado a comunicarse por signos. Enchufó los auriculares a la grabadora y le dio al play.

ID: Así que esta es la parte en que hablamos de mí.

JT: Sí.

ID: [Risa nerviosa]. Genial. ¿No podríamos hablar de cualquier otro?

JT: No. Lo siento.

ID: Me lo temía.

JT: ¿Qué la llevó a dedicarse a este tipo de trabajo?

ID: Asistí a una clase con Richard Hughes, el fundador del laboratorio, y habló un poco del trabajo que estaba llevando a cabo. Me quedé absolutamente fascinada.

JT: Hace poco que ha fallecido, ¿verdad?

ID: Sí. [Pausa]. Cáncer de páncreas.

JT: Lo siento.

ID: Gracias.

JT: Volvamos a lo de la clase. ¿Era de lingüística? ¿De zoología?

ID: De psicología. De psicología conductual.

JT: ¿Es esa la carrera que ha estudiado?

ID: La primera. Creo que pensaba que me ayudaría a entender a mi familia. Un momento, ¿puede borrar eso?

JT: ¿El qué?

ID: Lo de mi familia. ¿Puede eliminarlo?

JT: Claro, no se preocupe.

ID: [Gesto de alivio]. Uf, gracias. Vale; entonces, yo era básicamente una joven de primero de carrera sin rumbo que estudiaba psicología, y cuando oí hablar del proyecto de los monos y fui a verlos, ya no me pude imaginar haciendo otra cosa en la vida. No puedo describirlo. Le rogué y le supliqué al doctor Hughes que me dejara hacer algo, lo que fuera. Fregar el suelo, limpiar los baños, hacer la colada, lo que fuera con tal de estar cerca de ellos. [Pausa larga, mirada al infinito]. No puedo explicarlo, simplemente es así. Tuve la certeza absoluta de que este era mi sitio.

JT: Y él la admitió en su equipo…

ID: No precisamente. [Risas]. Me dijo que si hacía un curso intensivo de lingüística en verano, leía toda su obra y volvía hablando perfectamente la lengua de signos, se lo pensaría.

JT: ¿Y lo hizo?