Выбрать главу

Las largas hojas verdiazules en lo alto del Ángel comenzaron a moverse lentamente. Chan empezó a hablar, pero se detuvo. Había visto ese movimiento antes, justo antes de que el ordenador de comunicación del Ángel empezara su traducción. ¡Tal vez incluso un Ángel tuviera alguna especie de lenguaje corporal!

—Estamos de acuerdo —dijo la voz mecánica—. Pero sugerimos una diferencia. Creemos saber la localización del Artefacto Simulacro. Así, la misión del Ángel y la Tubo-Rilla debería ser de confirmación, no de búsqueda.

—Pero ¿cómo puede...? —empezó a decir Chan, pero se calló. Las hojas en forma de helechos aún se movían.

—Hemos completado el análisis de las imágenes del radar obtenidas durante la exploración orbital —continuó el Ángel—. Hay solamente dos anomalías significativas. Una de ellas es, casi con toda certeza, el Simulacro —hubo otra breve pausa—. Estamos realizando ahora un análisis que lo confirme. Hemos almacenado una copia del banco de datos de la nave.

El Ángel había respondido la pregunta que Chan había empezado a formular, y otra, referida a los datos del radar de la nave, sobre los que Chan había empezado a preguntarse aunque no había llegado a hacerla. ¿Telepatía? Chan rehusó la idea. Había otra explicación más adecuada. Recordó un comentario que había hecho Kubo Flammarion durante una reunión, allá en Ceres:

—Un Ángel no piensa como un humano... pero no porque no pueda hacerlo. Cuando quiere, puede emplazar parte de su cerebro en lo que hemos llamado «modo imitador». Esa pane puede pensar como un humano, o un Remiendo, o un Tubo-Rilla... y probablemente como los tres al mismo tiempo. Y mientras eso sucede, el Ángel puede hacer análisis lógicos a su modo. No pierde el poder de su propio estilo de pensamiento... ese que no comprendemos en absoluto.

En este punto, Kubo Flammarion reflexionó sobre sus últimas palabras, sacudió la cabeza y se revolvió en su uniforme como si de repente se le hubiera quedado pequeño.

Ignorando el instante de instrospección de Chan, la Tubo-Rilla ya casi había plegado sus miembros telescópicos y se agachaba para recoger al Ángel. Este se había opuesto la primera vez que S'greela lo había hecho, alegando que un Ángel era lo bastante capaz como para moverse independientemente. Pero un par de minutos observando el laborioso movimiento del Chasselrosa, había puesto a los otros tres unánimemente de acuerdo. Chan observó ahora al Tubo-Rilla, que recogía indiferente el cuerpo sólido del Ángel. Era cada vez más consciente del poder de aquel cuerpo delgado y tubular. S'greela era simpática, pero, si quería, podría aplastarlo como a un insecto.

El Remiendo no habló de nuevo hasta que el Ángel y la Tubo-Rilla se marcharon en la nave de reconocimiento. A menos que estuvieran hablando con Chan, los otros eran muy parcos en palabras. Parecía que lo hacían solamente para su provecho. Todos se habían dado cuenta de que las palabras redundantes eran parte de la interacción social humana, tan importante para Chan como frotarse para una Tubo-Rilla o agruparse para un Remiendo.

Chan se obligó a levantarse y se sentó junto a Shikari. Después de un poco, sintió el roce de unas antenas largas y delicadas en sus brazos y piernas. El Compuesto Remiendo se reconstruía parcialmente. Los diminutos componentes individuales se soltaban del todo y se reagrupaban cerca de Chan. Cinco minutos después, Shikari se moldeaba sólidamente contra Chan, rozándole desde el pecho a los tobillos. Este volvió la cabeza y contempló la vibrante masa negropurpúrea. El contacto no era del todo desagradable. En realidad, ese suave roce contra su piel empezaba a volverse sorprendentemente cálido y reconfortante. Después de unos instantes, componentes libres que no habían formado antes parte del Compuesto Remiendo se acercaron volando y empezaron a ejecutar conexiones adicionales. Pronto, todo el cuerpo de Chan, de la cabeza a los pies, quedó recubierto por el enjambre púrpura. Se sintió muy relajado, pero no soñoliento. La presión que le rodeaba era suficiente para que pudiera notarla, pero Chan pensó que si el Remiendo quisiera rodear a algo con intención de apresarlo, sería muy difícil resistir. Shikari tenía una manera efectiva de neutralizar cualquier agresión.

Siguió mirando y esperó a que los últimos componentes acudieran a unirse.

—¿Te sientes diferente cuando se juntan más unidades? —preguntó.

Hubo un silbido experimental del orificio hablador.

—Por supuesto —dijo Shikari por fin.

Chan advirtió que el Remiendo había dado una respuesta completa.

—No me refiero a que tengas más inteligencia. Sé que es verdad. Lo que quiero decir es si te sientes de alguna manera un individuo diferente cuando tu tamaño aumenta.

El Remiendo guardó silencio largo rato.

—Ésa es una pregunta difícil. Y no estamos seguros de que tenga sentido. Somos lo que somos en este momento. No podemos sentir lo que fuimos o lo que seremos. A cada segundo, según los informes que tenemos sobre los humanos, algunas de tus células cerebrales mueren. ¿Te sientes diferente cuando esas unidades de tu intelecto desaparecen?

—No es lo mismo. En el caso humano, cada célula cerebral ha existido desde la infancia. No añadimos unidades. —Chan se preguntó de inmediato si Shikari sabía su propia historia... y cómo recientemente había conseguido emplear por completo esas mismas células—. Perdemos células, pero cambiar constantemente, recombinar y sumar o restar unidades... es difícil para mí comprender cómo sigues teniendo la misma identidad cuando existen cambios importantes.

El Remiendo se apretujó contra el cuerpo de Chan, y una cascada de quinientas unidades se separó para unirse separadamente en el suelo.

—¿Te gusta eso? —dijo Shikari. El Remiendo estaba ensayando una risa humana—. Hay capacidad de sobra para pensamiento continuo, aunque no haya más de cien componentes combinados. Recuerda que cada una de las unidades que forman un Remiendo posee casi dos millones de neuronas.

—Parecen muy pocas.

—Comparadas con un humano o con un Compuesto Remiendo completo, sí. Un Compuesto debe contener cuarenta o cincuenta mil millones de neuronas combinadas. Pero compara una de nuestros componentes con una abeja terrestre, que no tiene más de siete mil neuronas y sin embargo es capaz de acciones individuales complejas.

Hubo otro aleteo y las unidades volvieron a unirse a la masa en torno al cuerpo de Chan. La voz emitió otro intento de imitar una risa humana, esta vez con más éxito.

—Tenemos un largo camino por recorrer antes de que lleguemos a comprendernos mutuamente —dijo el Remiendo—. Cuando por primera vez contactamos con los humanos nos maravillamos de vuestra extraña estructura. ¿Cómo puede delegarse la inteligencia, cómo puede residir en un grupo elegido de células dentro de vuestros cuerpos? En nosotros, cada componente tiene la misma capacidad de inteligencia. Pero ¿cuánto de tu cerebro hay aquí? —Chan sintió una presión en su abdomen—. ¿O aquí? —la presión se movió hacia su pantorrilla izquierda—. ¿Cuánta inteligencia hay en esas partes? ¿Cuáles son los pensamientos de un brazo, o de un pulmón? Sabemos que un humano puede ser reducido a la mitad de su tamaño, sin brazos y sin piernas, ¡y sin embargo la inteligencia no cambia! ¿Quién puede creer eso?

—Es cierto.

—Lo sabemos, pero ¿quién lo creería si los humanos no hubieran llegado a Mercantor para probárnoslo? —Hubo otro agitar de alas y Shikari endureció su masa—. La inteligencia es un misterio. Pero esto, cercanía y calor, es la mejor parte de ella.