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Chan descubrió de pronto que no podía pronunciar la palabra destruir delante de los otros tres.

El «plan» era tan sencillo y podría fracasar tan fácilmente que Chan había dudado en proponerlo. Su aceptación instantánea por parte de los otros le dio una nueva perspectiva para comprender a todo el Grupo Estelar. Incluso los Ángeles, con su gran intelecto y su supuesta habilidad para «pensar como los humanos» encontraban bastante incomprensibles algunas pautas de pensamiento humanas. Si los peores temores de Esro Mondrian se hacían verdad y aparecía una raza agresiva en el Perímetro, los planes defensivos del Grupo Estelar tendrían que depender de los humanos solos. Inteligentes como eran, los otros sólo serían carne de cañón. Simplemente, no podrían pensar en los términos necesarios.

Sin embargo, con una dirección humana adecuada, podía funcionar muy bien. Shikari y S'greela habían hecho un trabajo sorprendente con la nave. Flotando bajo control automático en las alturas, parecía un brillante visitante celestial que surcaba el cielo nocturno de Barján dejando una cola como la de un cometa (¿cómo habían conseguido eso?). Cada noche, la aparición se hacía más brillante y más colorida. Cada noche, moviéndose consistentemente dentro de una posible órbita cometaria, parecía retirarse hacia el norte. Era imposible verlo bien desde la costa de Sueñomar.

El Ángel había calculado el rumbo más probable del Simulacro. Chan lo había examinado junto con el terreno adyacente, y decidió el mejor punto para tender una emboscada y el papel que tendría que desempeñar cada miembro del equipo perseguidor. El Ángel, demasiado lento en su respuesta física para ser útil durante los últimos momentos de la confrontación, había sido confirmado en el trabajo de observador. Ocuparía una posición de vigía, para advertir a los otros tres cuando el Simulacro abandonara su escondite bajo el escudo de roca.

La forma de llevar a cabo esa advertencia había sido el tema de una acalorada discusión. Preocupado por la inteligencia del Simulacro y la sofisticación de sus aparatos sensores, Chan había vetado todo tipo de señal que pudiera ser interceptada y decodificada. Cuando el Simulacro saliera de su escondite, el Ángel transmitiría un único destello de luz a los otros, y nada más. Chan había temido no poder advertirlo, pero Shikari lo sacó de dudas. Con los miles de ojos disponibles del Compuesto Remiendo, algunos siempre estarían enfocando la posición del Ángel.

Y ahora, cuatro días después del inicio del plan, había llegado el momento de la acción. Shikan silbó suavemente a los otros dos. El Ángel había dado la señal y el Simulacro venía de camino. Pronto sería visible, cuando se asomara al otro lado de un grueso borde de roca. Las posiciones de los miembros del grupo perseguidor habían sido escogidas cuidadosamente. Si el Simulacro seguía el rumbo prefijado por el Ángel, cada uno de los miembros tendría un blanco claro sin poner en peligro a los otros, y cualquiera que fuese la variación adoptada por el Simulacro, al menos dos de los miembros del equipo seguirían teniéndolo.

Chan, S'greela y Shikan estaban sentados inmóviles y completamente en silencio. Abarcaban noventa grados del perímetro de un círculo, con el punto de llegada más probable del Simulacro en el centro. Cuando el Simulacro saliera al descubierto, estarían a menos de treinta metros de él.

Veinte segundos más. Chan se congeló. Los paneles en forma de ala del Simulacro sobresalían ya por el borde de la roca. Otros diez segundos más y verían el cuerpo azul y plata. A esta distancia, sería imposible fallar.

Chan ya tenía su arma preparada en la posición correcta.

De pronto, le asaltó un pensamiento terrible. ¿Habían tenido S'greela y Shikari el sentido común de preparar sus armas a tiempo? Cualquier ruido de advertencia provocaría el desastre.

El Simulacro se movió y quedó a la vista.

El equipo de persecución había acordado que no haría señal alguna para abrir fuego. Cada uno de los miembros dispararía en cuanto tuvieran un blanco al alcance.

Chan apuntó con el arma. Al hacerlo, la gigantesca figura de S'greela atravesó volando el campo de visión a su izquierda. En el mismo instante, a la derecha, hubo un intenso batir de alas y una frenética nube de componentes del Remiendo llenó la escena. Antes de que Chan pudiera apretar el gatillo, S'greela se había arrojado sobre el Simulacro y sus dos formas fueron enterradas de inmediato por el Remiendo. Todo lo que Chan pudo ver entonces fue un montículo azul y negro retorciéndose.

Chan gruñó en voz alta —no tenía ya sentido guardar silencio—, y corrió hacia ellos, todavía con el arma lista. No sirvió de nada. Apenas pudo ver al Simulacro. Un disparo podría matar igualmente a Shikari y a S'greela. Se detuvo junto a la masa retorcida. Al hacerlo el violento movimiento empezó a amainar. Los componentes del Remiendo comenzaron a separarse, una capa tras otra. Por fin apareció S'greela. Ocho de sus miembros se apretaban alrededor del cuerpo del Simulacro. Cuando los últimos componentes del Remiendo se soltaron, S'greela se levantó. Apresaba la forma inmovilizada del Simulacro.

La Tubo-Rilla miró a Chan y le pidió disculpas.

—Lo siento. No fue una acción planeada. Pero cuando me di cuenta de que no podría descargar mi arma, también advertí que sería mi responsabilidad incapacitar al Simulacro. Afortunadamente, Ángel y yo habíamos discutido el procedimiento por si se daba esa eventualidad... pero no esperaba tener que emplearlo.

—Ni nosotros —dijo Shikari roncamente. Estaba aún en proceso de reagruparse y no se hallaba aún en disposición de hablar—. Pero también vimos que éramos incapaces de disparar. Pensamos que podríamos derrotar al Simulacro cubriéndolo. Probablemente estábamos equivocados, pero por fortuna S'greela ya había realizado la labor por nosotros.

—¡No! —La Tubo-Rilla sacudió la cabeza, en un gesto humano que había aprendido de Chan—. Yo no tuve éxito. Sin la ayuda del enjambre de Shikari no habría conseguido controlarlo. Pero ahora... —con gran horror de Chan, depositó suavemente al Simulacro en el suelo, donde permaneció mientras los miraba con sus luminosos ojos compuestos—, ahora no hay peligro. Le he quitado las armas. Aquí están. —Mostró un conjunto de armas, cada una de ellas capaz de atomizar al grupo entero—. El Simulacro está desarmado. Chan, ¿qué hacemos ahora?

Chan alzó su arma y apuntó con ella al Simulacro. Un momento después, la bajó. Lo que debería haberle hecho a un enemigo peligroso no podía hacerlo a una criatura desarmada e indefensa. Sintió ganas de reír histéricamente. Shikari y S'greela habían hecho justo lo contrario de lo que les había dicho que hicieran... ¡Y ahora le preguntaban con toda calma qué tendrían que hacer a continuación!

¿Qué hacían ahora? Ésa era una pregunta perfecta. Se volvió hacia el Simulacro, estudiándolo de cerca. Sin el formidable arsenal, parecía delicado, casi frágil. Una de las alaspaneles había sido herida en la refriega, y permanecía en el suelo. Los ojos brillantes lo miraron con firmeza, con inteligencia, esperando dócilmente que Chan decidiera su destino.

—¿Puedes entenderme? —preguntó bruscamente.

El Simulacro no contestó.

—Se supone que tiene circuitos vocales, ¿no? —Chan se volvió, impotente, hacia S'greela y Shikari—. ¿Tenéis idea de cómo comunicarnos con un Simulacro?

S'greela negó con la cabeza.

—Ésa es una situación que no estudiamos en ningún informe.

—Bien, tú lo capturaste. Así que dime, ¿qué hacemos con él?

—Espera nuestra llegada —dijo la voz del Ángel, rompiendo inesperadamente el silencio impuesto a la radio—. Estoy en camino. Y confío en que podré entablar algún tipo de comunicación.

Sin consultar con Chan, S'greela emprendió la marcha. Incluso a su mejor velocidad, tendrían que esperar otra media hora para que el Ángel apareciera, pues aunque ahora aceptaba que le transportasen, nunca pedía que lo hicieran. Un segundo después, Shikari se dispersó y voló tras S'greela.