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Se levantó y se encaminó hacia el baño. Evitó volver a mirar a Mondrian. La decencia requería que tanto dolor y desesperación transcurrieran en privado.

27

EN BUSCA DE LA CRIATURA DE MORGAN

Conseguir información útil de Vayvay era casi imposible. El coromar sólo parecía tener dos intereses en la vida: encontrar alimento y comérselo. Chan había aguantado tres horas abrumadoras de preguntas y más preguntas por parte del Ángel y carecía de la infinita paciencia de éste. Si dirigió al borde de la tienda, donde S'greela y Shikari estaban disfrutando del sol de media mañana.

—¿Cómo puede soportarlo Ángel? Repite las preguntas diez veces y al final no saca nada.

—¿Hablar con Vayvay? —La Tubo-Rilla dio un ligero codazo a Shikari con un miembro trasero. Como de costumbre, el Remiendo estaba intentando amontonarse entre sus piernas—. Lo admito, no es fácil confundir a Vayvay con un genio. En realidad, yo también le hice a Ángel la misma pregunta: ¿cómo puede ser tan paciente con un idiota semejante?

—Pero no te contestó.

—Sí que lo hizo. Dijo que la comunicación con los seres humanos le había servido como base previa.

Chan la miró y decidió no reaccionar. Había advertido un extraño fenómeno. S'greela, e incluso el Ángel, parecían estar contagiándose del sentido del humor de Shikari. En realidad, todos empezaban a parecerse el uno al otro. Cada vez era más difícil decir quién hacía una observación simplemente por su contenido o por la forma en que se decía. ¿También él empezaba a hablar igual que los demás?

Chan pensaba que no. En cierto sentido, ahora se sentía como el marginado del grupo. Cuando se apresuró a decirles lo que le había sucedido en los túneles, los otros le escucharon con discreta paciencia, pero sabía que habían descartado lo que dijo, casi sin considerarlo.

Aquella idea estaba llena de posibilidades preocupantes. El Ángel insistía en que la Criatura de Morgan no se había movido. Aún permanecía en el mismo sitio, lejos de ellos. Y Mondrian le había dicho que el campo de perturbación mental de Nimrod era de corto alcance. Para que tuviera efecto, era necesario un contacto cercano. Por lo tanto, si aquel extraño encuentro no había sido con Nimrod, había otra clara posibilidad: Chan se estaba volviendo loco.

Había otra evidencia para eso. Después de haber regresado al campamento, casi no tenía recuerdos de lo que había ocurrido el resto de la noche. Recordaba haber estado sentado en un grupo compacto, oyendo como el Ángel le hablaba al coromar. Y eso era todo... hasta que se había despertado hoy bajo el manto del Compuesto Remiendo.

¿Y si sus temores y su confusión estuvieran afectando su juicio? Tenía que descubrir la fuente de sus ilusiones antes de que los otros quedaran expuestos al peligro por su causa. Y esa urgencia le hacía apresurarse con una exploración continua orientada a la caza de Nimrod. Festina lente... apresúrate despacio. Era difícil hacerlo. Cuando los otros estaban dispuestos para actuar rápidamente, apenas podía detenerlos.

Y el resto estaba deseando partir. El Ángel estaba seguro de que podría simplificar la tarea de localizar a Nimrod a través del bosque vertical de Travancore.

—Hay un entretejido de túneles horizontales —dijo Ángel— cerca de la auténtica superficie del planeta. No está tan bien mantenido como los túneles de arriba —los coromars los cuidan mucho mejor porque son su principal fuente de alimentos—, pero es adecuado para nuestras necesidades. Podemos acercarnos a Nimrod y minimizar la probabilidad de que nos detecte.

—¿Mejor que acercarnos desde arriba? —preguntó S'greela.

—Más seguro —dijo Chan—. Nimrod sentirá nuestra presencia fácilmente si intentamos movernos a través de la vegetación, pero la superficie de un planeta ayuda a confundir la señal de los sensores de una Criatura. Usaremos los túneles horizontales. ¿Nos guiará Vayvay?

—No lo sé —el Ángel se volvió de nuevo hacia el coromar. Unos segundos de chirridos hicieron que las hojas superiores del Ángel se agitaran. Suspiró—. ¿Por qué pregunto? Podía haber predicho la respuesta. Vayvay nos llevará a una distancia segura de Nimrod... siempre y cuando le demos comida como pago. Vayvay nos pregunta a qué distancia de Nimrod queremos aproximarnos.

Chan pensó un momento. Los otros esperaron pacientemente, como siempre hacían con todo lo referido a las tácticas.

—No tengo ni idea. Por todo lo que sé, y mi experiencia de ayer lo confirma, Nimrod podía ser consciente de nosotros todo el tiempo. ¿Cómo explicaríais si no lo que me pasó allá en el pozo?

Hubo otro silencio evasivo. Chan empezó a sentirse molesto otra vez. Los otros tres estaban siendo diplomáticos... pero seguían sin creerle. Cuando había informado a la Nave, los otros tres habían permanecido pasivos. No comentaron ni añadieron nada a lo que había enviado... y eso no era usual para un grupo tan diversificado.

—De acuerdo —dijo finalmente—. Vamos a enfocar el problema desde el otro extremo. ¿A qué distancia quiere Vayvay aproximarse a Nimrod?

El comunicador de Ángel emitió otra secuencia de chirridos, dentro y fuera del radio auditivo de Chan. El coromar replicó y después hubo un largo intercambio.

El Ángel se volvió hacia Chan.

—Lo siento. La respuesta ha sido rápida, pero no es fácil traducirla a un concepto humano. En realidad, no es una respuesta fija, sino un complicado balance de comida ofrecida contra riesgos tomados. La distancia en sí no es una constante... la mide en díasdemasticar, y depende de la localización. Pero, simplificando los términos, Vayvay irá hasta donde queramos... siempre y cuando le garanticemos bastante provisión de comida.

—¿Puedes negociar algo específico?

—Ya lo he hecho. Aunque es muy primitivo, Vayvay parece comprender perfectamente el principio del regateo. Por tres mil kilos de materia vegetal rica en proteínas, nos llevará a dos kilómetros de la posición más probable de Nimrod... a la que le asigno una probabilidad de ser correcta de 0,98.

El Ángel continuaba dejando a Chan la decisión más difícil. ¿Cuánto se atreverían a acercarse a Nimrod antes de descender a la superficie sólida de Travancore? El desplazamiento sobre la capa de vegetación podría hacerse en la nave, pero el viaje por la superficie habría que hacerlo a pie.

Chan decidió que bajarían por un pozo que estaba a un día de marcha de la localización de la Criatura fabricada por Morgan. El Ángel, de inmediato, dio las coordenadas para llegar allí. Chan las confirmó. Y, tras haber decidido, se sintió muy incómodo. Ya no tenía fe en su propio juicio. Desde la noche anterior se sentía extraño, embotado, febril. ¿Se estaba poniendo enfermo? Su sistema inmunológico había sido reforzado al principio del entrenamiento para que pudiera soportar cualquier microorganismo que existiera en Barján o en Travancore. Pero eso podía ser una presunción optimista. Tal vez las alucinaciones de ayer eran el resultado de algún padecimiento físico definido, sin relación con Nimrod o la locura. Ese fue un pensamiento reconfortante.

Ya que la decisión estaba tomada, los miembros del equipo decidieron partir sin más demora. La nave de reconocimiento fue rescatada de su órbita. Les costó trabajo subir a Vayvay a bordo, y luego partieron en torno a la gran masa de Travancore. La nave avanzó por encima de las olas de vegetación que se alzaban y bajaban a sus pies como un turbulento mar sin fin. Antes de que entraran en el túnel escogido, S'greela puso de nuevo la cápsula en órbita. Si regresaban, sería bastante fácil usarla para que los llevara de vuelta a la Nave. Si no...

Seguía sin haber problema, decía S'greela. La órbita de la cápsula era baja. Los fenómenos atmosféricos la atraerían y se quemaría en un par de semanas. Pasara lo que pasase, Nimrod no tendría acceso a la Nave y el Enlace Mattin.