—Tal vez —los ojos de Mondrian brillaban, cautelosos y calculadores—. Sin embargo, no nos has explicado por qué no cumplisteis las órdenes. ¿Por qué no destruisteis a la Criatura, como se os había dicho?
Chan había de tener cuidado con la respuesta. Estaba en un momento crucial en el análisis que la mente colectiva había hecho de la situación.
—No fue necesario —replicó—. Pudimos neutralizar todas sus armas ofensivas. Ahora se encuentra en animación suspendida, inmovilizada en la jungla de Travancore.
—¿Sin daños? —en la voz de Mondrian había un ligero matiz de temor.
—Ninguno. Pero la cápsula no es lo bastante grande para nosotros y la criatura. ¿Quiere bajar y recogerla?
Un momento decisivo. Si Mondrian accedía, la probabilidad de que Chan sobreviviera aumentaría enormemente.
Mondrian sacudía la cabeza y jugueteaba con el ópalo colgado en su cuello.
—Todavía no. Dime, Chan, ¿cómo ves el futuro del Equipo Rubí?
—No creo que el equipo tenga futuro. Vinimos juntos a hacer un trabajo, y lo hicimos. Supongo que espero que nos recompensen, y todos nos iremos a casa. Me gustaría volver a la Tierra, al menos por una temporada. ¿Es eso un problema?
—No lo creo. —Mondrian apartó los dedos del ópalo y Luther Brachis bajó el arma—. ¿Hay alguna necesidad de que tu equipo esté ahí abajo cuando recojamos a la Criatura fabricada por Morgan?
—No veo por qué. Ahora es perfectamente segura, y podría hacerlo solo.
—Bien —Mondrian se levantó—. Haremos que entren en la nave. Me gustaría darles las gracias... individualmente. Luego pueden ser enviados de nuevo a sus planetas natales.
—¿Inmediatamente?
—¿Por qué no?
Sospecha, pensó Chan. No puede saber que nos fundimos en una mente colectiva, pero no quiere correr riesgos.
—Pensé que todos estaríamos juntos aquí..., que tal vez incluso celebraríamos una fiesta. Esperábamos seguir caminos separados, pero no tan pronto.
—Cuando tengamos a la Criatura, el trabajo en Travancore habrá terminado. —Ahora había un claro brillo de triunfo en los ojos de Mondrian—. Y tenemos que volver a Ceres. Pero primero hay otras cosas a las que atender aquí.
Brachis caminó hacia la puerta que conducía a uno de los compartimientos situados a la izquierda y la abrió. Apuntó a Chan con su arma.
—Entra aquí.
—Sólo durante unos minutos —dijo Mondrian.
La protesta de Chan fue ignorada. Brachis le guió al interior y luego cerró la pesada puerta.
Mondrian se dirigió al panel de comunicaciones y pulsó una secuencia.
—Ya es hora de que tus compañeros salgan de la cápsula.
El equipo de comunicaciones aún permitía a Chan ver y oír lo que sucedía en la cámara central. Pocos segundos después, la imagen en la pantalla reveló la figura del Ángel que dejaba la cápsula y flotaba lentamente hacia la compuerta. Unos minutos más tarde, el Ángel apareció delante de Luther Brachis. Esta vez no hubo discusión. El Ángel fue confinado de inmediato en una segunda cámara.
Nadie habló cuando S'greela y finalmente Shikari salieron de la cápsula. El Remiendo fue manejado con cuidado especial. Luther Brachis preparó su arma para que fuera capaz de emitir un amplio rayo que crease un abanico de energía destructora del suelo al techo. Si era necesario, podía matar a un enjambre completo de componentes en pleno aire.
No fue necesario. S'greela y Shikari se dejaron llevar tranquilamente a las cámaras separadas. Cuando todos los miembros del equipo perseguidor estuvieron presentes, Mondrian se dirigió de nuevo al panel de control y presionó una nueva secuencia.
—Destruyó la cápsula —dijo indiferente. Miró duramente a Chan—. No queremos correr el riesgo de que una forma de vida peligrosa pueda salir de Travancore, ¿verdad?
Chan asintió y permaneció impasible. Contempló cómo la cápsula cubría la pantalla con una llama azul incandescente. La posibilidad de que eso sucediera había sido considerada por Nimrod y Bahram cuando aún estaban en Travancore, pero no habían llegado a avistar ninguna acción para evitarlo. O bien Nimrod había encontrado la manera de salir de la cápsula o Leah y los otros habían muerto. Chan deseó tener la habilidad innata de un Ángel para comprobar las probabilidades.
—Hay una pregunta importante —continuó Mondrian—. Después podrás guiarnos para recoger a la Criatura de Morgan, y luego podremos hablar de fiestas —se detuvo—. Siento curiosidad por saber una cosa. ¿Tuviste algún otro tipo de ilusión en Travancore, alguna percepción deformada de la realidad?
Chan dudó. Mondrian probablemente sabía algo acerca del primer encuentro con Nimrod... Chan había informado que había visto a Leah, y eso debía estar aún en los bancos de datos. Pero ¿cuál era la respuesta adecuada ahora? ¿Era mejor decir que había tenido lugar un encuentro subsiguiente... o debía decir que había disparado inmediatamente al siguiente contacto, antes de que pudieran hablar?
Mientras intentaba decidir qué responder, Brachis alzó el arma y dio un paso hacia la puerta de la cámara donde se encontraba Chan.
—Maldición, Esro, está tardando mucho. ¿No ves que está intentando ganar tiempo?
Mondrian le hizo un gesto para que guardara silencio.
—Tranquilízate, Luther. Chan, los dos estamos nerviosos. Necesito esa criatura de Morgan. Pero hay otros riesgos que ni nosotros ni la raza humana nos podemos permitir. Tengo que saber qué sucedió en Travancore. ¿Visteis signos del Equipo Alfa?
Mientras Mondrian seguía hablando, la puerta de la cámara central se abrió lentamente. Chan contuvo la respiración mientras una figura entraba despacio en la cámara de cuarentena, y entonces soltó un gruñido de desagrado. Era Godiva Lomberd, vestida con un ancho traje blanco. Tenía una expresión de sorpresa en la cara.
—Luther —dijo—, tengo que hablar contigo. Es terriblemente importante.
Brachis se había vuelto, con el arma levantada y el dedo tenso sobre el gatillo cuando la voz sonó a sus espaldas. Suspiró y bajó el arma.
—Goddy, no se te ocurra volver a hacer eso otra vez —su voz era suave y apremiante—. ¿Te das cuenta de que he estado a punto de disparar contra ti? Tenemos trabajo. Vuelve a nuestras habitaciones. No puedo hablar contigo ahora.
—Tiene que ser ahora. —Godiva dio dos pasos hacia adelante y habló con una intensidad extraña y remota—. Ahora, Luther. Por favor. Por tu propio bien.
—Vaya con ella. —Chan se sorprendió al oír su propia voz. A pesar de los análisis de probabilidad de las mentalidades, realmente no había esperado encontrar a Godiva a bordo. Pero ella había sido identificada como una de las ayudas más probables—. Godiva tiene razón, Brachis. Vaya con ella... ahora.
—¿Qué demonios es todo esto?
Brachis se volvió hacia Chan, pero Mondrian se acercó rápidamente a la consola de control.
—Está a bordo —dijo—. Dios sabe cómo y dónde. Pero está aquí... y se ha apoderado de Godiva. Mírale la cara.
—¡Goddy! —Brachis dio un grito de horror.
—Esro se equivoca, Luther —ella se plantó ante él—. Estoy bien. Hay alguien nuevo a bordo y hablamos, efectivamente. Pero no se han apoderado de mí..., eso no puede hacerse —le sonrió—. Luther, Nimrod puede ayudarte. Nimrod puede quitarte toda la violencia, todo el odio. ¿No comprendes que nunca habría venido aquí si pensara que podría hacerte daño? Luther, por favor, ven conmigo.
Ella le tocó el brazo y le miró a la cara. Brachis le devolvió la mirada, hipnotizado.
—Ir contigo significa ser cambiado... convenirme en una cosa, parte de una forma de vida extraña. Goddy, ¿cómo te han atrapado?