Выбрать главу

Ella lo pensó un poco y dijo con más calina:

– Estás resentido desde hace mucho tiempo, Kenny.

– Te lo mereces, Tess -respondió él, también más tranquilo.

Era la primera vez que él la llamaba por su nombre de pila. Ella retrocedió un poco.

– Bueno, tal vez sí; pero, ¿tenías que ser tan torpe?

– ¿Lo ves? Tienes mal carácter. ¿Acaso no te dije que tenías mal carácter?

– Oye, dime algo. ¿Todavía tienes esas hemorragias nasales?

– No. ¿Tú todavía mandas cartas de amor anónimas y falsas a los muchachos que crees que se interesan en ti sólo para verlos sufrir?

– Yo jamás te envié cartas de al nor.

– Y yo jamás me interesé por ti. Te odiaba.

– Dime una cosa, ¿sabe tu querida hijita que abrigas toda esa maldad escondida?

– No, pero sabe todo respecto a la tuya. Yo se lo dije. Le conté cómo te burlabas de mí y cómo me ponías trampas y me escribías notas que comenzaban con un "Querido Kenny cuello de cuervo" y cómo hacías mi vida desdichada siempre que podías.

– Sí. Y ella, pese a todo, me admira, ¿correcto?

– Así es. Entonces, ¿crees que podrás llevar tu enorme ego a la iglesia y darle una buena razón para hacerlo?

– Si lo hago, ¿me tratarás como a un insecto o serás un poco más agradable conmigo?

– Lo pensaré.

– Ajá -dijo ella secamente.

Se miraron con cautela durante unos segundos, pero el ambiente se había despejado. De pronto se dieron cuenta que estaban disfrutando de la discusión.

– Oye, ¿sabes qué? -dijo Tess pensativa, inclinando un poco la cabeza hacia un lado.

– ¿Qué?

– Para haber sido un torpe, eres muy rápido con tus agudezas.

– Vaya, gracias, Tess. Eso es lo más agradable que me has dicho desde que estábamos en pañales. Estoy muy contento al saber que he logrado subir tanto en tu estima.

No estaban sonriendo, pero se sentían tentados a hacerlo. Había sido sorprendentemente reconfortante ventilar todos sus agravios y empezar a verse de manera diferente uno al otro. Seguían de pie junto al jardín, sin recordar el riego, cuando la puerta del porche al otro lado del callejón se abrió y Faith gritó:

– Kenny, ¿estás ahí?

– Es mejor que te vayas -dijo Tess con una sonrisa presuntuosa-. Tu novia te llama.

CUANDO KENNY llegó al porche, Faith estaba en la puerta.

– Tardaste tanto que estaba preocupada -dijo ella.

– Sólo fui a hablar con Tess -él entró antes que su novia-. Ella creía que yo había incitado a Giddings para que le pidiera que cantara con el coro, y yo quería dejar bien claro que no fue así.

– ¡Oh! -Faith dejó que la puerta se cerrara a sus espaldas mientras él se detenía a esperarla. Era una mujer promedio en muchos aspectos: en belleza, figura, inteligencia y estilo. Casi nunca se enfadaba, pues casi nunca tenía motivo, porque los dos se llevaban muy bien. Por lo general usaba vestidos o pantalones y se comportaba como una dama en cualquier situación. "El perfecto modelo para Casey", pensó él, "que tiene tendencia a ser poco femenina y un tanto rebelde la mayor parte del tiempo."

– Esperaba poder conocerla -dijo ella.

– Escucha, Faith, no te caería mejor que a mí.

– No entiendo cómo puede ser tan mala si es hija de alguien como Mary.

– Pues créeme, lo es. Y no ha cambiado en absoluto. En la cocina, Casey lo esperaba para abalanzarse sobre su presa.

– Papi, ¿por qué no puedo ir a charlar con Mac? Tú sí fuiste.

– No permitiré que te pases todo el día en esa casa.

– ¡Papá, me desesperas! -Casey zapateó-. En cuanto me gradúe me marcharé de aquí tan pronto que provocaré un vacío. ¿Y sabes a dónde iré? Directo a Nashville.

– Magnífico. Cuando te gradúes podrás irte a donde tú quieras -respondió él con toda calma-, pero esta noche vas a permanecer en casa.

– ¡Ah! -giró sobre los talones y subió la escalera con fuertes pisadas. Un minuto más tarde se oyó su guitarra, sonando con tanta fuerza como era posible, y Casey comenzó a cantar a todo pulmón.

Él dejó escapar el aliento y murmuró:

– ¡Adolescentes!

Faith puso la mano en el brazo de Kenny.

– Tienes que ponerte en su sitio… piensa que tiene a una verdadera estrella de Nashville al otro lado del callejón, y ella tiene que quedarse en casa como se lo ordenas. Ten cuidado Kenny, no vayas a robarle una oportunidad que podría significar todo para ella.

– ¿Crees que debo dejarla ir allá?

– Tal vez sí. Tal vez no. Sólo asegúrate de juzgar correctamente. Ahora voy a subir a ver si puedo tranquilizarla -imperturbable, como siempre, le dio unas palmaditas en el brazo antes de dejar la habitación.

Arriba, llamó a la puerta cerrada y preguntó:

– Casey, ¿puedo pasar?

Casey dejó de aporrear su guitarra.

– Haz lo que quieras.

Faith entró y cerró la puerta. La muchacha estaba sentada en la silla de su escritorio, contemplándose la uña del pulgar izquierdo.

– De veras quieres ser cantante, como Tess McPhail, ¿no es así?

Casey miró a Falth.

– ¿Crees que estoy loca?

– Por supuesto que no. Y tal vez no sea la más capacitada para decirlo, pero creo que eres muy buena.

– Pero papá no, ¿verdad?

Faith avanzó por el cuarto y se sentó en la orilla de la cama.

– Tal vez tu padre tenga un poco de miedo de que llegues a triunfar. ¿Lo has pensado?

– ¿Por qué le asustaría algo como eso?

– Porque hará que te alejes de su lado. Porque es un estilo de vida difícil. Porque muchos músicos toman drogas y llevan una vida desordenada y disoluta… o al menos eso se dice.

– Pero él sabe lo que la música significa para mí.

– Mmm… -dijo Faith-. Y tú sabes lo que significas para él.

Casey se quedó callada. Luego se inclinó hacia el frente.

– Oye, Faith, ¿Puedo preguntarte algo?

– Por supuesto.

– Cuando me vaya, ¿crees que algún día te casarás con papá?

– No lo sé -respondió Faith mirando a Casey a los ojos.

– Sin embargo, papá y tú se ven a diario. ¿Qué cambiaría si estuvieran casados?

– Sé que esto no tendrá mucho sentido para ti, pero tu papá y yo tenemos lo mejor de ambos mundos. Tenemos compañía y al mismo tiempo conservamos nuestra independencia. En realidad me agrada regresar a mi pequeña casa y no tener que responder; ante nadie más que a mí misma.

– ¿Alguna vez te lo ha propuesto papá…? Me refiero a si te ha pedido que te cases con él.

– No desde hace mucho tiempo.

– ¡Oh! -la habitación quedó en silencio mientras Casey observaba a Faith y trataba de encontrar alguna explicación a su noviazgo con Kenny.

– Bueno -dijo Faith aspirando profundamente-. Creo que es hora de que me marche. Toma un largo y placentero baño y cuando termines todo te parecerá menos importante -se levantó y se quedó delante de la silla de Casey, con la mano sobre el libro de la chica-. Como padre, es muy bueno.

Casey asintió con los ojos filos en el piso.

– ¿Quieres venir a cenar con nosotros? -preguntó Faith con una serenidad impresionante.

Eso era lo que le gustaba a Casey de Faith. Ella comprendía que algunas veces uno necesita tiempo para estar a solas.

– No. Ustedes comiencen sin mí.

Faith y Kenny cenaron solos esa noche. Cuando ella se marchó eran más de las ocho y media y ya estaba oscuro. Kenny la acompañó hasta su auto. Salieron a la noche de primavera lentamente, sin ánimo, todavía deprimidos por la discusión con Casey.

Él abrió la puerta del conductor y ella se volvió antes de subir.

– Creo que vas a tener que dejar que intente lo que ella quiera hacer con su música.

Él suspiró y bajó la mirada.