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– Lo dices en serio, ¿verdad? -logró decir Casey por fin, y dio un paso atrás para mirar a Tess a la cara.

– Sí. Lo digo en serio. Hablé con tu padre al respecto ayer por la noche, y él está de acuerdo en que vayas a Nashville y te quedes conmigo un tiempo.

Casey se volvió sorprendida hacia Kenny, con el rostro bañado en lágrimas.

– ¿Estás de acuerdo? ¡Oh, papi! ¿De verdad? ¡Te quiero tanto! -se lanzó sobre él-. ¡Gracias, gracias! -le dio un beso precisamente en la boca-. ¡Ay, Dios mío, no puedo creerlo! ¡Voy a ir a Nashville! -abrazó a Faith y la besó-. Voy a ir a Nashville, Faith -Casey comenzó a saltar por toda la habitación como si fuera un resorte-. Tengo que llamar a Brenda y decírselo. Y a Amy. No, esperen un momento, es mejor que me siente un minuto. Siento algo raro en el estómago -se dejó caer en su silla, con los ojos cerrados, y tomó aliento.

Tess miró a Kenny, que estaba a su derecha. Él tenía en el rostro la sonrisa más agridulce que ella hubiera visto antes.

– Bueno -dijo Tess para llenar el vacío-. Sí que logré echar a perder su cena, ¿verdad?

– ¿Arruinarla? -gritó Casey-. ¿Estás bromeando?

Kenny hizo a un lado su plato y dijo:

– Podemos comer en cualquier momento.

Faith añadió:

– Por supuesto, pero tú te quedarás para probar una rebanada de pastel de arándano, ¿verdad, Tess?

Tess tomó el postre. Luego Casey insistió en que fuera a su habitación para escuchar la melodía en la que había estado trabajando con su guitarra.

Cuando Tess bajó media hora después, por la cocina, Kenny y Faith estaban terminando de cenar.

– Bueno, supongo que es mejor que regrese a casa. Dejé a Casey allá arriba, componiendo.

– Te acompaño afuera -dijo Kenny.

La puerta se cerró tras ellos y él siguió a Tess hacia el callejón.

– Está decidido -comentó Kenny-. Irá a Nashville.

– Si te sirve de consuelo, sé lo difícil que es esto para ti. La ayudaré en todo lo que pueda, Kenny. Te lo prometo.

Ya habían llegado al callejón. Cuando se volvió para mirarlo, Tess se cercioró de que hubiera bastante espacio entre ellos. Él permaneció alejado, con las manos en los bolsillos traseros del pantalón, como si le costara trabajo mantenerlas lejos de ella.

– Ustedes dos se ven muy bien juntos -aseguró Tess.

– ¿A eso viniste? ¿A ver cómo nos veíamos juntos?

No estaba segura de cómo responder.

– ¿Y si te dijera que sí?

– Entonces probablemente te preguntaría qué tratas de hacer.

– Y es probable que yo respondiera que no lo sé, Kenny.

Él buscó su mirada mientras la tensión aumentaba entre ellos. Por fin, Kenny dejó escapar un gigantesco suspiro.

– ¿Por qué me siento como si estuviera otra vez en aquel autobús escolar?

El tiempo transcurría. Con seguridad Faith se estaría preguntando qué lo estaba reteniendo; pero ninguno de ellos se movió.

Ella dio un decidido paso atrás.

– ¿Qué tratas de hacer conmigo, Tess? -susurró él.

– Tengo que irme -dijo-. De ahora en adelante me quedaré de mi lado del callejón. Lo siento, Kenny.

Capitulo seis

La semana estaba por terminar. Casey iba a verla después de la escuela, pero Tess evitaba a Kenny y no iba al patio trasero cuando sabía que él andaba por ahí. El domingo, Mary le dijo que quería ir a la iglesia para oírla cantar. Había estado encerrada en la casa toda la semana y ya era tiempo de que saliera.

Tess, vestida con un conjunto de falda y blusa de seda color ladrillo, iba a subir al auto la silla de ruedas de Mary cuando Kenny salió de su casa y le gritó:

– ¡Espera! Te ayudaré con eso -ya estaba arreglado para ir a la iglesia y se veía tan apuesto que provocó que el corazón de Tess se acelerara.

– Pensé que ya te habrías ido -dijo Tess cuando él levantaba la silla para meterla al maletero.

– No. Siempre salgo veinte minutos antes. ¿Quieres que te ayude a subir a Mary al auto? -preguntó.

– No. Puede hacerlo sola.

– Muy bien, entonces te veo allá -cerró el maletero sin mirarla a los ojos y se dirigió a su cochera.

Casey salió corriendo por la puerta de atrás, la saludó sin detenerse y un minuto después se habían marchado.

"Así que se ha vuelto un hombre de hielo", pensó Tess. "No pudo resistir acercarse cuando me vio, pero como no estaba satisfecho consigo mismo por hacerlo, se desquitó conmigo."

Veinte minutos después, el coro cantaba Santo, santo, santo bajo la dirección de Kenny. Tess sintió escalofríos en la espalda. Sus miradas se encontraban demasiadas veces, con tal intensidad que era verdaderamente imposible que permanecieran indiferentes. En el momento en que cantaba El buen Señor Jesús, Kenny ya se había quitado la chaqueta y se había arremangado la camisa blanca. Algo sucedió entre ellos cuando Tess cantó el solo. Algo irreversible.

Después del servicio religioso, una multitud rodeó a Tess en el atrio de la iglesia. Se había corrido la voz de que iba a cantar ese día, y la congregación había aumentado como nunca. Asistió toda la familia de Tess y ella estaba muy conmovida por su apoyo. Sus sobrinas y sobrinos, sus cuñados y sus hermanas, todos menos Judy, la abrazaron con mucho orgullo.

El reverendo Giddings se acercó a ella y le dio un prolongado apretón de mano.

– No tengo palabras con qué agradecerle, señorita. Fue un espléndido trabajo -le soltó la mano y se dirigió a alguien detrás de ella-. Muy buen trabajo, Kenny, y una excelente selección musical -ella no se había dado cuenta de que estaba ahí y se volvió hacia él.

Aunque estaban rodeados por un mar de rostros conocidos, Kenny, y Tess se pusieron en sintonía el uno con el otro.

– Este es probablemente el mejor domingo que he tenido desde que comencé a dirigir el coro -le dijo.

– ¿Por qué?

– Porque estabas ahí.

Su franqueza hizo disminuir la resolución de Tess.

– Algo me llegó aquí -comentó Tess, llevándose la mano al corazón-. Es como antes, como cuando era niña… la música, la familia, la iglesia de siempre… no lo sé. Tú también lo sentiste, ¿no es verdad?

– Sí. También lo sentí -su tono era más bajo-. Ahora comprendo mejor que nunca por qué has tenido tanto éxito. Tienes mucho carisma.

– No parecías pensar lo mismo esta mañana, cuando nos encontramos en el callejón. Pensé que estabas enfadado conmigo.

– No volverá a suceder -sin advertencia, le dio un fugaz abrazo y la besó en la sien. Ella sintió cómo los labios le rozaban la oreja-. Gracias por cantar hoy, Tess. Nunca lo olvidaré.

Acababa de soltarla cuando apareció Casey y puso un brazo sobre cada uno de ellos.

– Oye, Mac ¿quieres ir a montar esta tarde?

Unidos por la chica, se quedaron formando un trío mientras Tess trataba de ocultar su nerviosismo.

– Bueno, no sé si deba dejar sola a mamá.

Casey se volvió y pescó al primer miembro de la familia al que encontró: Renee.

– Oye, Renee, ¿podría quedarse alguien esta tarde con tu mamá para que Tess vaya a montar conmigo?

– Por supuesto, yo puedo. ¿A qué hora se irán?

Sin que los demás oyeran, Tess le preguntó a Kenny:

– ¿Vendrás también?

Él se aclaró la garganta y respondió:

– Creo que es mejor que no lo haga.

Ella ocultó su decepción, preguntándole a Casey cuando se volvió hacia ella:

– ¿A qué hora quieres salir?

– A la una. Tengo que volver al pueblo alrededor de las cuatro.

El plan estaba hecho.