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Cathy estaba revisando el cuello de la chaqueta en el momento en que le anunciaron:

– Hay alguien especial que vino a verte, Mac.

Y Kenny y su madre entraron en el vestidor.

No fue como lo había imaginado. Había pensado que estaría lista y sonriente. En vez de ello sólo podía estar de pie con la cabeza baja, mientras Cathy cortaba la etiqueta con unas tijeras; sólo podía ver la rayada seda negra del pantalón del traje de Kenny al lado de las perneras de seda verde del de su madre.

– Ya está -dijo Cathy por fin, y Tess quedó libre.

Levantó la mirada y sintió una emoción generalizada. Una descarga en todo el cuerpo; un estremecimiento de alegría, alivio y promesa. Luego avanzó hacia él… hacia ellos. "Mamá primero", recordó de pronto.

– ¡Mamá! ¡Viniste!

– Kenny no me dejó opción.

– ¡Y te ves tan hermosa!

Apenas notó que la gente daba un paso atrás mientras ella abrazaba a su madre, y también Kenny estrechaba a Casey; pero todo aquello era secundario al hombre al que se moría por tocar.

Por fin le tendió las manos.

– Hola, Tess -dijo él sencillamente, aunque estuvo a punto de romperle los nudillos con el apretón tan fuerte que le dio. Bajó la cabeza, y las mejillas se tocaron con precaución para no estropear el maquillaje, el peinado y las lentejuelas.

– Gracias por traerla -susurró ella.

– Gracias por arreglarlo. Te ves hermosa.

– También tú te ves muy bien. Ese traje es elegantísimo. Ella dio un paso atrás, como se esperaba, y dijo:

– Cuando termine el espectáculo, alguien irá a buscarlos a sus lugares y los traerá aquí. Sólo esperen en sus asientos.

– Faltan diez minutos -advirtió una voz; Tess le dio un apretón de manos a él y luego lo soltó.

Se llevaron a Kenny y a Mary, y Tess fue conducida hasta la antesala, donde la esperaban la prensa y los altos funcionarios de su compañía disquera para una conferencia de prensa de cinco minutos. Ella estrechó cada mano que le tendieron, les dirigió su famosa sonrisa y se preguntó cómo iba a ser capaz de cantar con aquel nudo en la garganta.

A su lado, alguien murmuró:

– Tres minutos.

El productor de sus giras, Ralph, siempre la acompañaba hasta el escenario. Cuando llegaron a un costado, Tess puso la mente en blanco y trató de relajarse.

Sólo había algo que tenía que hacer. Caminó entre los cubos negros y plateados que sostenían a los miembros de su banda en diferentes niveles, hasta llegar a donde se encontraban las tres cantantes del coro, un poco por encima de ella. Apretó con emoción la mano de Casey y le dijo:

– Sólo tienes que hacerlo como en la sala de mamá, ¿de acuerdo? -le guiñó un ojo y regresó por detrás del escenario.

Una voz calmada y tranquila dijo:

– Muy bien… cuando quieras.

Tess aspiró profundo. El percusionista estaba esperando. Vio cuando ella asintió, marcó un toc, toc, toc en el borde de su tambor y, desde atrás de las cortinas, la música invadió el escenario. El telón subió al tiempo que una voz masculina anunciaba:

– ¡Damas y caballeros! Con ustedes, la cantante número uno de la música country en Estados Unidos. ¡Tess McPhail!

Un aplauso atronador la envolvió y la llevó al centro del escenario. El micrófono inalámbrico la esperaba. Ella lo tomó y comenzó a darle a aquella gente lo que habían pagado por oír.

Salgo muy arreglada, el sábado por la noche,

me arrastro por el callejón hacia tu porche,

me vestiré de raso

y saldré a divertirme

contigo.

Tess no podía ver nada más allá de las luces brillantes del escenario, pero durante el ensayo había localizado el sitio en el que se sentarían Mary y Kenny, así que en el momento de decir la palabra “contigo" apuntó con una larga uña color cobre hacia donde él estaba. Aunque no podía verlo, su presencia provocó en Tess una pasión más fuerte que nunca.

El concierto transcurrió sin incidentes. Cuando la banda tocó durante el primer cambio de ropa, Ralph Thornleaf la esperaba a un lado del escenario para expresarle su aprobación:

– ¡Ya los tienes, chica! ¡Eres dinamita!

Cathy le quitó el estrecho traje blanco y la enfundó en una falda con cuentas verdes. Le puso entre las manos una transparente botella de un litro de agua fría Evian, y Tess se bebió la mitad; luego, subió a un pasadizo Stutz Bearcat que la condujo hasta el escenario para la siguiente secuencia.

A la mitad del espectáculo presentó a la banda, y dejó a Casey para el final.

– Esta muchachita es de mi pueblo, de Wintergreen, Missouri, y es la primera vez que comparte un escenario conmigo. Juntas hemos compuesto música, y nuestra primera canción será la principal de mi próximo álbum, que saldrá a la venta en septiembre. Quisiera que le dieran un aplauso y le desearan un gran inicio: ¡Ella es Casey Kronek!

El público respondió con una ovación entusiasta, y Tess notó la emoción en el rostro de Casey. Cuando el auditorio guardó silencio, Tess se acercó a las luces que rodeaban el escenario y habló por el micrófono con tal sinceridad que logró que el lugar entero guardara completo silencio.

– Esta noche es muy especial para mí porque están presentes entre el público algunas personas a las que amo -un reflector iluminó de inmediato la primera fila, y Tess vio a Mary y a Kenny por primera vez desde que subió al escenario. Ella lo miró un instante, antes de fijar los ojos en su madre-. Una de ellas sobresale entre las demás. Esta dama se sentaba en los escalones y me dejaba dar un concierto solo para ella cuando yo tenía apenas seis años. Me compró un piano cuando cumplí siete. Y me vio hacer el equipaje y marcharme a Nashville la misma semana en que me gradué del bachillerato sin permitir que viera lágrimas en los ojos. Siempre me dijo: "Cariño, sé que puedes lograrlo" -Tess miró con ternura a Mary y continuó-: Mamá, por favor ponte de pie para que el público pueda darte un aplauso.

Mary hizo el intento por incorporarse, pero sentía la cadera un poco rígida, así que Kenny la tomó del brazo y la ayudó a ponerse de pie. Ella hizo un ademán, como diciendo "tanto escándalo por una anciana". Un murmullo de risas imprimió en el ambiente un aire muy sureño al final del aplauso. Tess dejó que transcurrieran unos instantes.

– Y además de ella, hay alguien más que es muy especial para mí. Se trata del orgulloso padre de Casey Kronek y un ex compañero de escuela. Kenny, me da mucho gusto que estés aquí -le dijo al público-: Tanto Kenny como mi madre conocen la historia de la próxima canción. La oyeron por primera vez en la sala de mamá la primavera pasada, la misma semana en que Casey y yo la escribimos. Es la canción de la que les hablaba hace un momento. Se titula Una chica de pueblo.

La carrera musical de Tess le había proporcionado muchas satisfacciones, se había enfrentado a diversos públicos en ocasiones especiales, algunas canciones le significaban más que otras; pero cantar ésta en vivo por primera vez fue en realidad uno de los momentos más emocionantes de su vida. Las palabras parecían tender una especie de conexión que la unía inexorablemente y para siempre a Casey, su madre y Kenny.

El tránsito del pueblo se arrastra por la plaza,

hace dieciocho años que se marchó de casa,

recorrió el mundo y ahora regresa,

pero ha visto mucho y el pueblo le pesa.

No puede volver.

Sabe demasiado.

Mamá sigue en casa, nada ha cambiado,

la casa se ve vieja y abandonada,