Выбрать главу

Picton se mostr de acuerdo:

-Mucho.

Mirando de soslayo a Kurtz, Picton pregunt:

-Misha se hizo abogado, cuando ya era viejo, verdad? Cristo, esto sera algo as como si un cazador furtivo pasara a ser guarda-bosque!

-El caso es que Misha tambin tiene en cuenta el valor de esta seora, su valor para nosotros, y tambin para ustedes, habida cuenta de la posicin en que se encuentra, un estado al que bien pudiramos llamar de casi inocencia. Qu sabe esta seora, a fin de cuentas? Qu puede revelar? Por ejemplo, fijmonos en el caso de la seorita Larsen.

-Larsen?

-Si, es la seora danesa que qued tan fatalmente afectada por el desdichado accidente en las afueras de Munich.

-Qu pasa con esa seora?

Despus de formular la pregunta, Picton se detuvo en seco y, de arriba abajo, dirigi a su interlocutor una furiosa mirada de crecientes sospechas. Kurtz dijo:

-La seorita Larsen tambin conduca automviles y haca recados por cuenta de su amiguete palestino. Se trataba del mismo amiguete. La seorita Larsen incluso colocaba bombas, por cuenta del mismo individuo. Lo hizo en dos ocasiones, quiz en tres. Sobre el papel, la seorita Larsen estaba muy comprometida.

Kurtz hizo una breve pausa, mene la cabeza, y aadi:

-Pero en lo tocante a informacin utilizable, la seorita Larsen era una jarra vaca.

Sin que la amenazadora proximidad de Picton le afectara en absoluto, Kurtz levant las manos y las abri palma arriba para demostrar lo muy vaca que era la jarra a la que se haba referido. Aadi:

-La seorita Larsen era slo una muchachita con amiguetes, chica de grupo, a la que le gustaba el peligro y los muchachos, y a quien tambin le gustaba gustar. Y nada le contaron. No le dieron nombres, ni seas ni planes. Nada.

En tono acusador, Picton dijo:

-Y cmo lo sabe usted?

-Tuvimos una breve conversacin con ella.

__ Cundo?

-Hace algn tiempo. Bastante tiempo. Una pequea conversacin en la que intentamos cerrar tratos, antes de devolverla a su ambiente. Ya sabe cmo funcionan esas cosas.

Picton, sin apartar su amarillenta mirada de Kurtz insinu:

-Si, la conversacin probablemente tuvo lugar cinco minutos antes de que la muchacha volara hecha trizas por los aires.

Pero la sonrisa de Kurtz sigui maravillosamente inalterable.

Kurtz suspir y dijo:

-Ojal las cosas fueran tan fciles, comandante.

-Antes le he preguntado qu quera usted, seor Raphael.

-Pues nos gustara poner a la muchacha en movimiento.

-Es lo que imaginaba.

-Nos gustara que asustaran un poco a la muchacha, pero no que la detuvieran. S, quisiramos que quedara lo suficientemente atemorizada que se sintiera obligada a volver a entrar en contacto con su gente, o que su gente entrara en contacto con ella. Nos gustara que la chica actuara hasta el final de su trayecto. Es decir que se convirtiera en lo que nosotros llamamos un agente sin conciencia de serlo. Naturalmente, compartiramos con ustedes los frutos conseguidos, y, cuando la operacin haya terminado, ustedes podrn quedarse con la muchacha y con el prestigio.

Picton observ:

-La chica ya ha entrado en contacto. Esa gente se entrevist con ella en Cornualles, y le entreg un ramo de orqudeas, no es as?

-Comandante, segn nuestra interpretacin, esta entrevista slo tuvo carcter exploratorio. Y mucho tememos que si no hacemos algo, este encuentro de nada nos servir.

Picton con la voz henchida de maravillada ira, dijo:

-Y cmo diablos lo sabe? Pues s, yo mismo le voy a decir como se enter. Estaba usted con la oreja pegada al ojo de la cerradura! Quin diablos imagina que soy, seor Raphael? Un mico recin salido de la selva? Esta chica es de ustedes, seor Raphael. Les conozco muy bien a ustedes los israelitas, conozco a Misha, y comienzo a conocerle a usted.

El tono de la voz de Picton se haba elevado de forma alarmante. Picton ech a andar ms de prisa, adelantando a Kurtz, hasta que de esta manera consigui apaciguar su arrebato. Luego, Picton se detuvo y esper a que Kurtz le alcanzara. Picton dijo:

-En estos momentos estoy imaginando una bonita historia, seor Raphael, y me gustara contrsela. Me lo permite?

Amablemente, Kurtz dijo:

-Ser para m un inmenso placer.

-Muchas gracias. Por lo general, el truco se hace utilizando un fiambre. Usted encuentra un buen cadver, lo viste y lo arregla y se pone en un sitio en el que el enemigo pueda encontrarlo. Y el enemigo dice Sopla! Qu es esto? Un cadver con una cartera de hombre de negocios en la mano? Veamos qu lleva en la cartera. Pues s, miran y encuentran un mensaje. Entonces, el enemigo dice: Oye, pues si llevaba un mensaje seguramente era un mensajero o un enlace, miremos lo que dice el mensaje y caigamos como bobos en la trampa. As lo hacen, y nos condecoran a todos. A esto, antes lo llambamos desinformacin, y se haca con la finalidad de dar falsas pistas al enemigo.

El sarcasmo de Picton era tan recio como su ira. Sigui:

-Pero esto es excesivamente sencillo para hombres como Misha y como usted. Y como que ustedes no son ms que un atajo de fanticos supereducados, se disponen a ir ms lejos que esto. Y dicen: No, nosotros no vamos a emplear fiambres, no, esto no es digno de nosotros. Nosotros vamos a utilizar carne viva, y, concretamente, carne rabe. Carne holandesa. Y as lo hicieron. Volando un lindo automvil Mercedes. Automvil que era de ellos. Lo que no s, y nunca sabr porque tanto usted como Misha se callarn, incluso en el lecho de muerte, es donde colocaron dicha desinformacin. Pero me consta que la colocaron, y que ellos han picado, ya que de lo contrario no hubieran venido aqu con sus malditas orqudeas.

Meneando la cabeza en expresin de renuente admiracin hacia la fantasa de Picton, Kurtz comenz a avanzar para apartarse de Picton, pero ste, con el inefable olfato del polica, le mantuvo quieto, mediante un leve ademn. Dijo:

-Quiero que le diga una cosa a su maldito amo Misha Gavron. Si resulta que no me equivoco y que ustedes han reclutado a una persona de ciudadana britnica sin nuestro consentimiento, ir personalmente a su pequeo y repulsivo pas y le atizar una patada en los huevos al Misha Gavron en cuestin. Me ha comprendido, ahora?

Pero de repente, y casi como si fuera en contra de su voluntad, la cara de Picton se relaj en una casi tierna sonrisa de rememoracin, y pregunt:

-Qu sola decir, el viejo sinvergenza? Algo referente a tigres, me parece. Usted lo sabr, sin duda.

Si, era una frase que Kurtz tambin deca a menudo. Esbozando su sonrisa de pirata, Kurtz dijo:

-Si quieres cazar un len, primero tienes que atar una cabra, a modo de cebo.

Pasando el instante de camaradera entre adversarios, la cara de Picton volvi a adquirir expresin ptrea. Con sequedad dijo:

-Dicho con los debidos formalismos, mi jefe les felicita. Hemos cerrado el trato con ustedes.

Picton dio marcialmente media vuelta y se encamin hacia la casa, dejando que Kurtz y la Seora O'Flaherty le siguieran. Apuntando con el bastn a Kurtz, y en una ltima afirmacin de colonial autoridad, Picton dijo:

-Y diga tambin lo siguiente a su jefe: que haga el maldito favor de dejar de utilizar nuestros malditos pasaportes. Si otra gente puede vivir sin nuestros pasaportes, tambin l se las podr arreglar.

Durante el viaje de regreso a Londres, Kurtz oblig a Litvak a sentarse a su lado, con el fin de ensearle modales britnicos. Meadows, quien al parecer haba recuperado la voz, quera discutir el problema de la orilla occidental. Cmo se puede solucionar, a su juicio, seor? Supongo que por el medio de ofrecer un trato justo a los rabes, verdad seor? Pero Kurtz no quiso entrar en la intil conversacin, y se abandon a unos recuerdos que hasta el momento haba procurado evitar.