Los aviones desaparecieron. Palestina haba conseguido otra victoria.
-Maana te llevan a otro lugar -dijo Salma mientras caminaban por la falda de la colina.
-No ir -dijo Charlie.
Oscureci y Charlie regres sola a su casucha. Encendi una vela porque no haba electricidad, y lo ltimo que vio en la habitacin fue la rama de brezo blanco colocada en el vaso de los cepillos de dientes, encima del lavatorio. Estudi la pequea pintura del nio palestino; sali al patio, donde seguan colgadas sus ropas
Hurra, estn secas! No tena manera de planchar, de modo que abri un cajn de su diminuto bal y meti las ropas dobladas con la concentracin en la limpieza de un habitante del campo. Lo puso uno de mis chicos -se dijo-. Ese alegre, con dientes de oro, a quien llamo Aladino. Es un regalo de Salma en mi ltima noche.
Somos como una relacin amorosa -le haba dicho Salma al despedirse-. Te irs, y cuando te hayas ido, seremos un sueo.
Bastardos! -pens-. Bastardos asquerosos, asesinos. Si no hubiera estado yo aqu, los habran bombardeado hasta el da del Juicio.
La nica lealtad posible consiste en estar aqu, haba dicho Salma.
Los aviones regresaron dos horas despus, antes de la oscuridad, cuando Charlie estaba de regreso en su casucha. La sirena comenz demasiado tarde y todava corra hacia los refugios cuando lleg la primera ola: eran dos, que se separaron de una exhibicin area que ensordeca a la multitud con sus motores. Volvern a levantarse alguna vez? Lo hicieron y el estallido de sus primeras bombas la arroj contra la puerta de acero, aunque el ruido no era tan malo como el temblor de tierra que lo acompaaba y los histricos gritos que llenaban el humo negro y hediondo del otro lado del campo de deportes. El golpe de su cuerpo alert a alguien de los que estaban adentro, la puerta se abri y fuertes manos de mujer la metieron en la oscuridad y la obligaron a sentarse en un banco de madera. Al comienzo estaba sorda como una tapia, pero gradualmente fue oyendo los gemidos de los nios aterrorizados y las voces ms calmas, pero fervientes, de sus madres. Alguien encendi una lmpara de aceite y la colg de un gancho en el centro del cielo raso, y durante un rato a Charlie le pareci, en medio de su mareo, que estaba viviendo en el interior de un grabado de Hogarth colgado al revs. Despus vio que Salma estaba a su lado y record que haba estado con ella desde el comienzo de la alarma. Siguieron otro par de aviones -o era el primer par que daba una segunda vuelta?-, la lmpara de aceite se agit y su visin se corrigi mientras las bombas se aproximaban en un crescendo cauteloso. Sinti las dos primeras como golpes en el cuerpo, no, otra vez no, otra vez no, por favor. La tercera fue la ms ensordecedora y la mat en seguida; la cuarta y la quinta le dijeron que, despus de todo, segua viva.
-Amrica! -grit de pronto una mujer, con histeria y dolor, dirigindose a Charlie-. Amrica, Amrica, Amrica!
Trat de conseguir que las otras mujeres la acusaran tambin, pero Salma le dijo suavemente que se quedara tranquila.
Charlie esper una hora, aunque probablemente fueran dos minutos, y al no or nada, mir a Salma para decir Vmonos, porque haba decidido que no haba nada peor que el refugio. Salma mene la cabeza.
-Estn esperando que salgamos -explic con tranquilidad, pensando tal vez en su madre-. No podemos salir antes de que oscurezca.
Charlie no era la nica que vea pasar el tiempo y desplegarse su vida ante sus ojos. Desde el momento en que haba pasado al otro lado, Litvak, Kurtz y Becker -toda su ex familia, de hecho- se haban visto forzados, de uno u otro modo, a refrenar su impaciencia para adaptarla al ajeno e imprevisible ritmo de sus adversarios. No hay nada tan duro en una guerra -sola decir Kurtz a sus subordinados, y seguramente tambin a s mismo- como la heroica hazaa de contenerse.
Kurtz estaba contenindose como jams lo haba hecho en toda su carrera. El acto mismo de retirar su harapiento ejrcito de las sombras inglesas donde actuaba fue -al menos para sus soldados de infantera- algo ms parecido a una derrota que las victorias que hasta entonces haban obtenido pero apenas celebrado. Pocas horas despus de la partida de Charlie, la casa de Hampstead fue devuelta a la dispora, la furgoneta de la radio desmantelada, su equipo electrnico enviado por valija diplomtica a Tel Aviv, desacreditado en cierto modo. La furgoneta misma, una vez desprovista de sus placas de matrcula falsas y arrancados los nmeros de motor, se convirti en uno de tantos montones de chatarra chamuscados, en algn lugar a medio camino entre los brezales de Bodmin y la civilizacin. Pero Kurtz no se entretuvo en contemplar estas exequias. Regres a toda prisa a la calle Disraeli, se encaden a pesar suyo al despacho que odiaba, y volvi a convertirse en el coordinador de cuyas funciones se haba burlado ante Alexis. Jerusaln disfrutaba de unos suaves das de sol invernal, y mientras l corra de un edificio de oficinas secretas a otro, repeliendo ataques y rogando que le concedieran recursos, las doradas piedras de la Ciudad Amurallada se reflejaban en el trmulo resplandor azul del cielo. Por una vez, Kurtz no obtuvo ningn consuelo de esta visin. Su mquina de guerra, dijo posteriormente, se haba convertido en un carruaje tirado por caballos que iban cada uno por su lado. Sobre el terreno, pese a todos los esfuerzos que Gavron haca por impedrselo, Kurtz actuaba por su cuenta; en su pas, donde cada poltico de segunda fila y cada soldado de tercera se crea un genio del espionaje, tena ms crticos que Elas y ms enemigos que los samaritanos. La primera batalla que libr fue en defensa de la existencia de Charlie y quiz tambin de la suya propia, cierta clase de escena obligatoria que empez en el momento mismo en que pis la oficina de Gavron. Gavron el Grajo ya se encontraba de pie, con los brazos en alto, ponindose en forma para la reyerta. Su revuelta pelambre estaba ms alborotada incluso que de costumbre.
-Te lo has pasado bien? -grazn Gavron-. Has disfrutado grandes comilonas? Veo que mientras estabas por ah has engordado un poco.
Desde ese mismo instante empezaron a pelear como perro y gato. Sus voces llegaron a todos los rincones, pues se gritaban y chillaban mutuamente, y golpeaban la mesa con los puos como un matrimonio en plena pelea catrtica. Qu se haba hecho de las promesas de progreso que hiciera Kurtz? -preguntaba el Grajo-. Dnde estaba esa jornada decisiva a la que se haba referido? Qu era eso que haba odo decir de Alexis, cuando haba dado a Marty instrucciones especficas de que no siguiera contando con aquel hombre?
-Te extraa que haya perdido la fe en ti despus de tantos inventos, tanto dinero, tantas rdenes desobedecidas y tan pocos resultados?
Como castigo, Gavron le oblig a acudir a una reunin de su comit directivo, que a estas alturas no poda hablar de nada que no fuera la utilizacin del ltimo y definitivo recurso. Kurtz tuvo que dejarse hasta el corazn en su lucha de pasillos, para conseguir apenas una modificacin de sus planes.
-Pero, Marty, qu es lo que has organizado? -le rogaron sus amigos-. Danos al menos algn indicio, para que sepamos por qu estamos ayudndote.
Su silencio les ofendi, e hicieron que Kurtz se sintiera como un vil apaciguador.
Haba otros frentes en los que luchar. Para controlar el avance de Charlie en territorio enemigo se vio obligado a inclinarse ante los miembros del departamento especializado en el mantenimiento de los correos de base y de los puestos de escucha situados a lo largo del litoral del nordeste. Su director, un sefard de Alepo, odiaba a todo el mundo pero odiaba especialmente a Kurtz. Una pista como sta podra llevarme a cualquier lado!, objet. Y sus propios contactos? En cuanto a su sugerencia de dar apoyo sobre el terreno para tres observadores de Litvak, con el solo propsito de darle a la chica cierta sensacin hogarea en aquel nuevo ambiente, jams haba odo hablar de un acolchamiento semejante, y desde luego no se poda hacer. Slo a costa de sangre, y de toda clase de concesiones bajo mano, pudo Kurtz obtener una colaboracin en la escala que l necesitaba. Misha Gavron se mantuvo cruelmente apartado de arreglos como ste y otros similares, pues prefera que las fuerzas del mercado encontraran naturalmente la solucin por s solas. Secretamente les dijo a sus hombres que si Kurtz tena suficiente fe en la empresa, sabra salir adelante; a un hombre as no le haca ningn dao chocar con algunos obstculos ni recibir, adems, algn que otro varapalo, dijo Gavron.